Ricardo Cavolo: "En términos generales, los proyectos editoriales de ilustración no dan mucho dinero"
El ilustrador salmantino, autor de murales e imágenes para marcas comerciales, publica su primer libro infantil –León tiene el pelo de fuego (Lunwerg Editores)– y reflexiona sobre su profesión y sus influencias
25 agosto, 2024 16:03Ricardo Cavolo es uno de los ilustradores españoles más reconocidos. Sus murales decoran ciudades como Salamanca, Madrid o México Distrito Federal. Ha expuesto en galerías de Estados Unidos, Inglaterra, Canadá e Italia y es autor de libros como Jamfry, Historia ilustrada de la música o Amarillo. Viaje emocional a través de ‘Los Simpson’. Ha ilustrado los poemarios lorquianos Romancero Gitano y Poeta en Nueva York. Ahora, publica León tiene el pelo de fuego (Lunwerg Editores), su primer libro infantil, siendo fiel a ese estilo que hace que sus ilustraciones sean absolutamente inconfundibles.
León tiene el pelo de fuego es su primer libro para niños. A pesar de cambiar el público al que se dirige, usted sigue siendo fiel a su estilo pictórico. Es decir, no ha modificado su manera de ilustrar por tratarse de un libro infantil.
Lo primero que me hice cuando decidí hacer este libro infantil es preguntarme qué debía hacer. ¿Simplificar mi trabajo? ¿Simplificar mis ilustraciones? Opté por no hacerlo, primero porque mi estilo tiene que encajar conmigo. Es cierto que, por lo general, en los libros infantiles se suelen promover ilustraciones simplificadas, más claras, poco abarrotadas de elementos. Sin embargo, no me reconozco en ese modo de ilustrar. Mi estilo no solo no desagrada a los niños, tampoco les dificulta el acceso a la historia que quiero contar. Lo digo por experiencia, por la reacción que he visto en los niños cuando contemplan mis murales. Por la morfología de mis personajes y por los colores que utilizo creo que mi estilo resulta atractivo a los niños, que no encuentran dificultad a la hora de acercarse a mis ilustraciones.
Soy consciente que mis composiciones suelen ser muy abigarradas y que, actualmente, la mayoría de los libros infantiles que encuentras en la librería tienen ilustraciones muy sencillas, pero yo recuerdo que, de pequeño, lo que me gustaba eran las ilustraciones llenas y llenas de detalles ante las cuales podía pasarme horas. Este gusto personal es lo que me ha guiado a la hora de plantear el libro, pensando también en la posibilidad de leérselo a mis hijos y que, en cada nueva lectura, ellos pudieran ir descubriendo elementos y detalles que les sorprendieran, puesto que, en la primera lectura, les habían pasado desapercibidos. Creo que ilustraciones como estas invitan a las relecturas y no impiden que llegue el mensaje del libro.
Una niña con una camiseta del grupo Nirvana, la imagen de Dumbo, una figura que parece una gárgola, recreaciones de cuadros… El libro está lleno de guiños a su universo, a la música, al arte y al cine.
Es así porque pienso que generar excesivas fronteras entre tipos de libros y tipos de ilustraciones no es lo más conveniente. Obviamente, si dibujo para niños de seis años no lo puedo hacer como para un público adulto, no puedo poner según qué cosas en las ilustraciones, me tengo que contener. Sin embargo, hay guiños que sí se pueden hacer. Pienso, como modelo, en Los Simpson o en las películas de Píxar. Cuando los niños ven estas películas o Los Simpson los mayores captamos unos detalles o unas referencias que pasan desapercibidas para ellos, que se quedan con otras cosas, pero que con el tiempo terminarán captando. Esto es lo que me gusta. Es así cómo he querido pensar este libro, pero que no se entienda como un gesto impostado, en absoluto. Me sale natural porque, cuando dibujo, ante todo necesito divertirme. ¿Por qué, entonces, no poner una camiseta de Nirvana? Podía haber puesto cualquier otra camiseta, pero a mí me gusta Nirvana, entonces, ¿por qué no hacerlo? En las ilustraciones de doble página he escondido lo que dicen en inglés easter eggs, es decir, guiños, referencias y alusiones que se captan si se observa con detenimiento la ilustración.
Como las referencias a ciertos cuadros.
Exacto. Están, por ejemplo, Los fusilamientos del 2 de mayo, están Las Meninas, hay un cuadro de James Ensor... Obviamente, un niño no se percatará de estas alusiones, pero quien haya ido al Museo del Prado se dará cuenta de que en el libro hay, escondidos, cuadros que allí puede contemplar. Al final, de lo que se trata es de que yo me divierta pintando, porque si yo me divierto la ilustración sale distinta, sale mejor.
Toda su obra se caracteriza por alusiones constantes a la tradición pictórica
Sí, pero no es para demostrar cuánto sé, para nada. Simplemente es para divertirme. Las alusiones son pura diversión y tienen su origen en mi gusto por interconectar cosas distintas y expresiones artísticas diversas. En el Romancero gitano que ilustré queda muy claro este gusto. En uno de los últimos romances se cuenta el asedio por parte de la Guardia Civil a un poblado gitano. Se cuenta que los agentes van con fusiles y demás. Al leer pensé que lo que se estaba narrando era una escena similar a la de Los fusilamientos del 2 de mayo de Goya. Me gusta encontrar conexiones de este tipo y recurrir a Goya para ilustrar a Lorca. Todas las referencias, más o menos explícitas, que aparecen en mis ilustraciones pertenecen a obras me gustan, apelan a mi universo y funcionan como una especie de pequeña herramienta para hacerme más entretenido el proceso creativo y enriquecerlo de alguna manera.
Ahora se reedita su libro 100 películas sin las que no podría vivir. Allí habla del film Grey Gardens y afirma: “Lo que más te interesa en el mundo son las personas que no son comunes ni encajan en la sociedad. Este interés es otro de los elementos que aúna este libro infantil con otros de trabajos, donde se retrata precisamente a personas que no encajan”.
He sido desde pequeño un poco freak o wiered entre la gente que me ha rodeado. Mis padres también son un poco así, de forma que se puede decir que vengo avalado por ellos. No tuve demasiados amigos y siempre me ha costado encajar. Cuando eres niño sabes bien el peso que tienen las etiquetas. Durante una parte de mi infancia conviví con gente de etnia gitana, porque mi madre se casó con un hombre gitano. Viví en poblados en barriadas que tenían mucho de los guetos de los años los 80 y los 90. Yo era el payo, el diferente, para los gitanos, que me querían muchísimo, pero, aún así, no terminaba de encajar. Venía de un ambiente distinto y los fines de semana me iba a casa de mi padre, en su estudio de pintura, cuya atmósfera era diferente a la de la barriada. Luego, además, en el colegio, aunque casi todos eran payos, yo seguía siendo diferente: era el más callado, era al que gustaban ciertos libros y el que se iba con los gitanos.
No encajar ha sido una constante en su vida.
Sí, pero no lo he convertido en mi batalla. Simplemente considero que de esta experiencia es posible sacar cosas de valor y detenerse en cuestiones a las que no se le presta atención. Ante el diferente, ante aquel que supuestamente no encaja, no hacemos el esfuerzo necesario por entender de dónde viene, qué hace, qué me puede aportar… De ahí mi tendencia en mostrar personajes que no encajan.
Jamfry es su única obra realmente autobiográfica, pero su trabajo bebe de su experiencia personal.
Es innegable Para mí no tiene sentido la creatividad -ya sea hacer fotos, vídeos o pintar- si no sacas un poco de tu vida. A una obra que no apele a quien la ha creado le falta algo. Probablemente hay artistas que consiguen crear cosas completamente ajenas a su vida, pero creo que, cuando hay pedacitos tuyos en lo que haces, el resultado es distinto y la gente lo percibe, entiende que esa obra tiene un valor que nace en parte de lo vivido por el autor.
De hecho, ya su primer libro, Desorganismo de Daniel Johnson, tiene un fuerte componente personal al reivindicar una figura no demasiado conocida, pero a la que usted siempre ha admirado.
El libro es una reivindicación de Johnson. Tuve la suerte no solo de conocerle, sino de que viera también el cómic que había hecho sobre él. Se lo dieron poco antes de morir. Yo entonces estaba en la ciudad en la que él vivía y nos conocimos. Me sentí muy tranquilo porque me dijo le había gustado mucho. Si bien era conocido sobre todo por su música, yo lo reivindico como ilustrador. Me gustan realmente sus ilustraciones, su universo me parece alucinante, mientras que su música, si bien me parece interesante, termina por cargarme.
Desorganismo de Daniel Johnson es un cómic, pero no al uso. Sus siguientes títulos, aunque tienen características del género, no son propiamente cómics.
El cómic es muy laborioso, da muchísimo trabajo si quieres hacerlo medianamente bien. Para mí, Desorganismo de Daniel Johnson no llega a ser un cómic; diría más bien que se trata de una serie de postales de la vida de Johnson planteadas en formato de viñeta, pero no tienen un desarrollo de la acción a través de viñetas consecutivas, como sucede en los cómics. De todas maneras, más allá de cómo etiqueten mis libros, algo que me da igual, considero que yo no hago cómics. Si bien siempre hay texto, siento que la ilustración me da más libertad a la hora de crear. Después del verano voy a trabajar en mi primer cómic de verdad.
Hablando de libertad: usted ha ilustrado a autores como Lorca y, al mismo tiempo, ha hecho libros en los que ilustración y texto son suyos. ¿Estos últimos le permiten mayor libertad creativa?
La ventaja de escribir tú el texto e ilustrarlo es que el trabajo va en una única dirección, es todo más unitario: sabes perfectamente de lo que hablas en el texto y cómo complementarlo con las ilustraciones. Controlas mucho más el resultado final. La ventaja de trabajar sobre un texto que ya existe no solo es que no tienes el trabajo de escribir tú sino que casi siempre el texto sobre el que trabajas es mejor de lo que tú podrías escribir. Este es el caso de Lorca. La desventaja que tiene es que trabajas sobre un texto de otro, complejo o de un autor al que admiras. Esto es al menos lo que me pasó cuando me enfrenté a Lorca. Ahora estoy trabajando, aunque no se puede decir mucho, en ilustraciones para una edición de El Quijote.
Algo había leído
Sí, lo voy diciendo de vez en cuando porque es un proyecto que me hace mucha ilusión. Obviamente, respeto muchísimo a Cervantes, pero por el tono más humorístico de la obra. Tengo más libertad a la hora de ilustrar El Quijote que cuando ilustré el Romancero Gitano o Poeta en Nueva York, que es una obra en la que Lorca se acerca al surrealismo y resulta difícil trasladarlo a imágenes porque la poesía ya crea sus propias imágenes. El Romancero contiene historias algo truculentas; es una especie de road movie a lo largo de los pueblos de Andalucía. Poeta en Nueva York, por el contrario, nace de una experiencia personal. El poeta recorre la ciudad y todo le parece horrible porque tiene el corazón roto. Habla de las cosas que ve, pero todo está impregnado de lo que pasa por su cabeza y de su estado de ánimo. No es una mirada realista de la ciudad. ¿Cómo entro yo con la ilustración? ¿Cómo consigo trasladar aquello que el poeta tiene en su cabeza? Era muy difícil, porque, además, el texto es insuperable.
¿La ilustración debe ser algo más que la transposición de lo que dice el texto?
Evidentemente. Debe ser una interpretación y, precisamente por esto, asusta enfrentarse a autores como Lorca. Da miedo no saber cómo interpretarlos. Eso sí, a pesar de la dificultad y el miedo siempre voy a ilustrar a autores que me fascinen. No es lo mismo enfrentarse a un autor cuya obra está escrita para divertir, pues te da libertad para divertirte tú también, que a otro cuya obra tiene una carga emocional. Como ilustrador no quieres estropear el texto con tus ilustraciones, pero sabes que te contratan para que ofrezcas tu visión del texto. De ahí la dificultad, el reto y la responsabilidad.
Me gustaría preguntarle de dónde viene su interés por el arte y la simbología religiosa medieval.
De mi padre. Durante muchos años ha ejercido como profesor de dibujo y siempre ha pintado. Algo que le encanta hacer es tener un atril y poner en él un gran libro de arte de su biblioteca, que va cambiando cada cierto tiempo. Recuerdo que, cuando era pequeño, tuvo en ese atril durante bastante tiempo el Beato de Liébana. Por entonces, yo leía mucho cómic y las páginas del Beatus me descolocaron. No entendía lo que veía, pero me sorprendía. Seguramente le haría preguntas a mi padre y él me explicaría, ahora no lo recuerdo.
Lo que sí recuerdo es que me adentré en el arte de la Edad Media a través de mi padre; con él descubrí esos libros iluminados y esos colores casi lisérgicos. Nunca me ha interesado especialmente lo religioso, sino las representaciones mitológicas. Me atraen esas imágenes un poquito naif con las que en la Edad Media te hablan de algo para ellos tan fundamental como lo era la religión. Despertó mi atención la manera en que crear esos personajes, criaturas extrañas y composiciones llenas de colores para hablar de la fe. Muchas veces me han dicho que mi trabajo bebe mucho del arte mexicano, pero no es así; esos colores que utilizo vienen de la Edad Media, de los manuscritos del siglo XII.
¿Pensando en sus figuras con cuatro ojos o en sus seres con tintes mitológicos?
Siempre he sido lector de libros de fantasía, en parte también gracias a mi padre, al cual le interesaba el género fantástico. Si mi padre no me hubiera adentrado en este género de libros seguramente hubiera sido diferente. Si a este gusto lector le sumas mi interés por la mitología, por los colores de la Edad Media… ahí tienes mi estilo. Como ves, no hay ninguna teoría detrás. Hay interés personal y una búsqueda del disfrute a la hora de crear. Eso sí, siempre para abordar cuestiones con implicaciones sociales como la desigualdad, la diferencia… Pero sin perder nunca ese disfrute casi de niño pequeño.
Y de adulto cinéfilo y fanático de la música. Porque en sus ilustraciones cabe desde la alta cultura hasta la cultura más comercial.
No me interesa quedarme con un solo ángulo, me gusta incorporar todos mis intereses, que va desde el gran arte que puedo ver en El Prado hasta los videoclips, pasando por los documentales y el cine, sin renunciar a la animación, que también me interesa.
Además de libros, murales y haber hecho algunas exposiciones, usted ha colaborado con marcas comerciales, principalmente de moda. ¿En el diseño industrial es donde más se gana? ¿En estos proyectos uno debe estar interesado o se aceptan por un tema económico?
Te voy a ser muy honesto, depende de la época de la vida en la que estés. Hay momentos en los que estás necesitado. Cuando no vienes de una familia adinerada, como es mi caso, y tienes ciertas propuestas, es normal aceptar proyectos que, a priori, no te interesan,porque te reportan determinadas ganancias. Intentas darles la vuelta y hacer que te interesen porque necesitas hacerlo. Por suerte, desde hace algunos años, he conseguido llegar a un punto, gracias a habérmelo trabajado mucho, en que puedo decidir qué hacer y qué no hacer entre los proyectos que me llegan.
Dicho esto, creo que es importante que los proyectos que realizas encajen contigo y con tu trabajo. A veces me llegan proyectos que éticamente me resultan cuestionables, pero, al mismo tiempo, he hecho otros que me pueden cuestionar. Por ejemplo, he colaborado con Inditex y todos sabemos lo que sucede con esta empresa. Hubo gente que se me echó encima por colaborar con ellos, pero no hay que olvidar que las personas tenemos que comer, tenemos hijos…Cuando creo algo intento que deje huella. A veces los proyectos no pegan tanto con mi manera de ser o de pensar, pero por esto intento compensar. Por ejemplo, he colaborado con ONG’s ofreciendo de manera gratuita mi trabajo o transmitiendo mensajes que sean honestos y fieles con mis principios.
Vuelvo a lo que le preguntaba antes: ¿Es en el merchandising, por llamarlo de alguna manera, donde más se gana?
Sí y no, depende de con quién trabajes. Hace poco hice una colaboración con Skechers, una marca internacional que vende en todo el mundo, y, honestamente, no se me ha dado del todo bien. En términos generales los proyectos editoriales no dan mucho dinero, pero al llevar nueve ediciones del Romancero Gitano tengo royalties que me salvan la mitad del año. Por tanto…
No es todo blanco y negro.
Exacto. Evidentemente, si trabajas con una gran empresa internacional tienes más posibilidades de hacer más dinero y es evidente que normalmente, el dinero que puedes llegar a sacar de un proyecto editorial es menor. Pero, como te decía, hay excepciones. Además, es indudable que, en países como Estados Unidos, Inglaterra o Canadá, la ilustración está mucho mejor pagada que en España. De hecho, en mis primeros años sobreviví gracias a los trabajos que hacía en el extranjero, especialmente en Canadá, porque en España lo que se me pagaba por esos mismos trabajos era ridículo.
¿Han mejorado las cosas?
No nos hemos puesto a la altura ni muchísimo menos, pero es verdad que hay otra conciencia con respecto a la ilustración. Eso sí, todavía hay quien te ofrece hacer algo a cambio de la visibilidad. A mí esto ya no me sucede, pero este tipo de propuestas sí que se las encuentran muchas veces los que empiezan. Y es terrible. Intentan aprovecharse de quien está empezando y quiere darse a conocer. Estamos mejorando, pero todavía queda mucho camino por hacer.