'Blondin et Cirage en Amerique', por Jijé

'Blondin et Cirage en Amerique', por Jijé

Artes

El discreto y algo olvidado Jijé

El artista franco-belga, creador de Jean Valhardi, el personaje más famoso de la revista Spirou, y de las aventuras en el Far West de Jerry Spring, fue mucho más que un artesano del cómic

6 agosto, 2023 19:14

Fue amigo de dibujantes ilustres como Morris o Franquin, trabajó con guionistas como René Goscinny o Jean-Michel Charlier, no paró de currar en toda su vida, pero Joseph Gillain, alias Jijé (Gedinne, Bélgica, 1914 – Versalles, Francia, 1980), nunca ha pasado a la historia del cómic franco belga (por lo menos, fuera de los países francófonos) de la misma manera que esos colegas recién citados.

Voluntaria o involuntariamente, se fue convirtiendo aparentemente en una especie de artesano que servía para un barrido y para un fregado, alguien con el que el mundo de la historieta no se ha mostrado especialmente generoso. Una lástima, pues Jijé, que empezó en clave humorística, imitando a Hergé (Les aventures de Jojó, en la revista belga Le croisé), no tardó mucho en convertirse en un dibujante realista tan peculiar como original que no le hacía ascos a influencias norteamericanas que sus colegas solían ignorar (yo diría que la huella de Milton Cannif y Frank Robbins puede detectarse en una gran parte de su obra, sobre todo en las aventuras en el Far West de su más famoso personaje, Jerry Spring -alguna de las cuales fue escrita por el gran Goscinny-, que dibujó entre 1954 y 1967, a la vuelta de una larga estancia en Estados Unidos en compañía, precisamente, de Franquin y Morris, quien algo debió sacar también del periplo: a Lucky Luke, sin ir más lejos).

Jijé empezó a colaborar en la revista Spirou en 1939. Dos años después, sería el creador gráfico de las aventuras de Jean Valhardi, seductor héroe de acción que se convertiría en el personaje más popular del semanario belga en 1944.

En esa misma revista, Jijé se encargaría brevemente, antes de pasarle los lápices a Franquin, del personaje que le daba nombre, y suya fue la creación del eterno sidekick del atómico botones de hotel aventurero, su fiel Fantasio. Jerry Spring fue, probablemente, su piece de resistance, su obra más personal y en la que más cariño invirtió, adelantándose en el terreno del western a Jean Giraud, creador gráfico del teniente Blueberry, a quien tuvo como aprendiz y protegido y que acabó haciéndose más famoso que él a nivel internacional.

Una imagen de 'The Searchers', tebeo de la serie de Jerry Spring

Una imagen de 'The Searchers', tebeo de la serie de Jerry Spring

Puede que el principal problema de Jijé a la hora de ser tomado debidamente en serio haya sido su fama de que se podía recurrir a él para lo que hiciera falta porque siempre diría que sí, presuponiendo tal vez una falta de carácter que queda desmentida por todo su trabajo, ya fuese en su función de creador gráfico o de sustituto de algún glorioso cesante.

Siempre se le ha considerado el reemplazo de Albert Uderzo cuando éste abandonó a los aviadores Tanguy & Laverdure para consagrarse a los galos Asterix & Obelix, pero me parece un punto de vista equivocado: más que continuar la serie donde Uderzo la había dejado, Jijé la reinventó por completo gráficamente, como demuestran los diez álbumes que dibujó para Charlier entre 1971 y 1980; yo aún recuerdo el choque inicial experimentado al pasar del Michel Tanguy de Uderzo al de Jijé, pero, superada la sorpresa inicial, seguí leyendo sus aventuras y disfrutando de aquella nueva manera de abordarlas gráficamente.

Para proporcionar munición a quienes lo consideraban un artesano sin mucha personalidad, Jijé heredó hacia el final de su vida al pirata Barbarroja (tras el fallecimiento de su dibujante habitual, el algo envarado Victor Hubinon), pero solo tuvo tiempo de ilustrar dos guiones del infatigable Charlier, entre 1978 y 1980, año de su propia muerte.

Es poco probable que un cadáver muestre el más mínimo interés por ser reivindicado, pero ése es el objetivo de este texto. No sé si habré logrado convencer a nadie de que Jijé fue mucho más que un artesano resultón y un segundón eficaz, pero a mí no me parece que se pueda calificar así a alguien que se inventó al inefable Fantasio, que dio una vida nueva a Michel Tanguy y que ilustró la portada de Fort Navajo, el primer álbum de Blueberry que dibujó su antiguo aprendiz Jean Giraud, también conocido como Moebius (con respecto a su álbum sobre san Juan Bosco, fruto de su religiosidad católica tirando a meapilas, prefiero mantener un discreto y respetuoso silencio, así como acerca de su biografía de Cristóbal Colón, dos productos realmente personales, pero de resultados, digamos, discutibles).