Peter Bagge on 'Fire!!'
Laura Fernández repasa la trayectoria de uno de los más influyentes artistas del mundo del cómic alternativo
13 septiembre, 2017 04:45Kurt Cobain seguía vivo cuando leí por primera vez a Peter Bagge. Peter Bagge es el más aventajado discípulo de Robert Crumb. De hecho, fue tan buen alumno que el clásico entre los clásicos de la historieta underground le confió la edición de la revista Weirdo en 1983. Para entonces ya había creado el alter ego que le permitiría retratar el grunge como nadie --a menos que la primera novela de Douglas Coupland, Generación X, cuente--: Buddy Bradley. Pero no sería hasta 1990 que le daría la forma definitiva. Y la forma definitiva fue una historieta llamada Odio.
En Odio Bagge sigue los pasos de su antihéroe, Bradley, y los de sus (pocos) amigos, entre los que se cuenta su (chiflada) futura novia Lisa, en un Seattle (el de los 90) que era puro cartón piedra de la historia (adolescente y post-adolescente) universal. Lo que hacía Bagge en realidad era tratar de seguirse los pasos a sí mismo (“Todo lo que hago es contar lo que me ocurrió hace diez años”, me confesó), se contaba a sí mismo de la más delirante de las maneras a través de personajes que jamás iban a crecer como lo habían hecho sus padres, porque para ellos el futuro no existía.
De retratista generacional a biógrafo
Aunque Bagge sigue publicando un nuevo mini número de Odio cada año, el retrato inconsciente que hizo de la Generación X se acabó en cuanto Bradley decidió mudarse a un vertedero de coches y dejó claro lo que ocurre cuando creces en el Seattle de los 90 y no acabas, como los personajes de Coupland, en Silicon Valley. Pero aquí viene lo bueno, porque a partir de entonces Bagge se volcó en el rescate de figuras clave de la historia de los movimientos sociales como Zora Neale Hurston, protagonista de su último álbum: Fire!! (La Cúpula).
Y, al hacerlo, cambió un tipo de historia (inconsciente y generacional) por otra (del todo consciente y reivindicativa) en un intento por alejar del olvido a mujeres que han cambiado, de alguna manera, el mundo. Primero fue Margaret Sanger, enfermera norteamericana y activista en favor de la planificación familiar, la mujer a la que los nortamericanos y las norteamericanas le deben la legalización de la píldora, cuya historia, a la manera delirantemente divertida de Bagge, llegó vía las viñetas incluidas en La mujer rebelde. La historia de Margaret Sanger, y ahora le ha tocado a la siempre irreverente Zora Neale Hurston.
Antropóloga y escritora, Hurston fue figura clave en el Renacimiento de Harlem de los años 20, esto es, el renacimiento del arte afroamericano de los años 20. Lo impulsó a través de la revista cuya cabecera sirve de título al álbum de Bagge (Fire!!) y su historia es, como recuerda Bagge, la de, “literalmente, la única mujer negra de todo el país que trataba de ganarse la vida como escritora durante los años más arduos de la Gran Depresión”, una mujer que salía de casa con un revólver y a menudo sombrero --y a veces, traje masculino de tres piezas y, otras, un atuendo de india seminola--, y que se empecinó en “trascender la raza”, es decir, “escribir sobre personas que simplemente resultaba que eran negras”.
Así las cosas, Bagge ha pasado, a su manera, siempre brillante y descacharrante, de retratista generacional por accidente --en serio, Odio es lo más parecido a un tratado histórico sobre el grunge que se ha hecho jamás, y se ha hecho en viñetas-- a suculentísimo biógrafo de grandes nombres olvidados por el mainstream histórico sin los que, sin duda, el mundo, hoy, sería un lugar aún más horrible. Porque sí, hay vida, y mucha --en el cómic documental-- más allá de Guy Delisle.