'Blue Moon'

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Cine & Teatro

'Blue Moon': un retrato del artista sufriente (acodado en la barra del club Sardi’s)

El cineasta Richard Linklater recrea a través de la relación artística entre el letrista Lorenz Hart y el compositor Richard Rodgers, ambos estrellas del teatro musical de Broadway, un magnífico retrato del artista sufriente

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Era canijo (poco más de metro cincuenta), calvo (de los que se repeinan estratégicamente para disimular) y gay (en una época en la que era imposible salir del armario). Esta suma de factores desembocó en otro: el alcoholismo, que contribuyó a llevárselo a la tumba antes de tiempo, con solo 48 años. Alguien dijo de él que era “el hombre más triste al que he conocido”. Tal voz por ello, puso letra a algunas de las más bellas canciones de amor que se han escrito. Lorenz Hart falleció el 22 de noviembre de 1943 de una neumonía. Unos días después de que lo recogieran, una noche lluviosa, en una callejuela de Nueva York en la que, ebrio, se había adormilado. Hacía unos meses se había producido la ruptura con la única pareja que tuvo en su vida. La pareja artística que formaba con el compositor Richard Rodgers.

El alcoholismo galopante de Hart le provocaba un comportamiento errático, nada fiable. En ocasiones no aparecía en las sesiones de trabajo y a Rodgers, un profesional disciplinado, se le colmó la paciencia y se buscó un nuevo letrista: Oscar Hammerstein II. El 21 de marzo de 1943, ocho meses antes del fallecimiento de Lorenz Hart, se estrenó en Broadway, con gran éxito, Oklahoma!, el primer musical fruto de la colaboración del nuevo dúo. La noche de ese estreno es la que recrea -o más bien imagina- Blue Moon, dirigida por Richard Linklater.

'Blue Moon'

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¿Hubo una fiesta en Sardi’s después del estreno? No hay certeza de que así fuera, pero es muy posible, porque, en aquel entonces, el hoy mítico -y turístico- restaurante de la calle 44 era frecuentado por la gente de la farándula. ¿Estuvo presente Lorenz Hart en Sardi’s la noche en que su antiguo socio celebraba el triunfo de su nueva obra? Lo que sí está documentado es que acudió al estreno de Oklahoma! La situación que imagina la película es plausible y brinda un retrato magnífico del artista sufriente, del creador que se sabe derrotado porque su momento de gloria ha quedado atrás.

Salvo en los minutos iniciales -que muestran a modo de prólogo el desplome de Hart en un callejón, unos meses después, y a continuación el estreno de Oklahoma!-, toda la acción se desarrolla en el interior de Sardi’s. Sin embargo, no se trata, como podría parecer, de la adaptación de una obra de teatro, sino que parte de un guion original. Su autor, Robert Kaplow, ya tenía un vínculo previo con Linklater. Este había llevado al cine su novela Me and Orson Welles, otra habilidosa mezcla de realidad y ficción.

En ese caso, se recreaba el momento en que el joven Orson Welles -que todavía no había dado el salto a Hollywood- ensayaba en Nueva York su legendario montaje del Julio César de Shakespeare.  En el origen del proyecto de Blue Moon está el descubrimiento por parte de Kaplow en un anticuario de unas cartas que le dirigió al letrista una joven admiradora llamada Elisabeth Weiland, de la que apenas se sabe nada. En la película, a pesar de ser gay, Lorenz está decidido a pedirle matrimonio (algo que se sabe que en la realidad hizo con al menos dos mujeres).

Richard Linklater con los actores en el rodaje

Richard Linklater con los actores en el rodaje

Linklater consigue, con su fluida puesta en escena y dinámica dirección de actores, esquivar que el largometraje resulte demasiado teatral. Algo similar a lo que conseguía Polanski en su adaptación de Un dios salvaje de Yasmina Reza. Linklater es un cineasta que, siendo fiel a ciertos temas, como el paso del tiempo -su obra maestra es Boyhood-, nunca se repite. A la estupenda comedia policial Hitman le han seguido este año dos largometrajes de algún modo complementarios: Blue Moon y Nouvelle Vague (que se estrenará en España en enero de 2026). Ambos se basan en personajes reales y tienen como figura central a un creador. El primero lo retrata en pleno hundimiento y el segundo -que recrea el rodaje de Al final de la escapada de Godard- es un canto al artista joven, rebelde y lleno de vitalidad.

Es de justicia resaltar que el pilar sobre el que se sostiene Blue Moon es el sólido guion de Kaplow, con una prodigiosa construcción de personajes y unos diálogos vibrantes, que combinan la mordacidad y la profundidad. Al óptimo resultado de la película contribuye de forma notoria el electo actoral, en especial su protagonista, Ethan Hawke, cuya madurez está resultando esplendorosa. Uno de los retos era reflejar en la pantalla la escasa altura de Hart, para lo cual se han utilizado trucajes escenográficos y algún retoque digital puntual. Pero más allá de este detalle, su interpretación es majestuosa: consigue transmitir la desolación de un personaje que se parapeta en el sarcasmo,.

El resto del reparto está a la altura. Bobby Cannavale es el circunspecto barman de Sardi’s, que sabe que su trabajo consiste, en parte, en ejercer de confesor dispuesto a escuchar a los pecadores. Margaret Qualley, teñida de seductor rubio platino, es la joven Elisabeth, la estudiante de Bellas Artes de Yale, que le cuenta a un arrebolado Hart sus lances amorosos y lo utiliza para conocer al triunfador Rodgers, porque quiere ser escenógrafa. Y Andrew Scott imprime implacable frialdad a un Richard Rodgers que se saca de encima a su antiguo colaborador convertido en rémora (ganó el Oso de Plata al mejor secundario en el Festival de Berlín).

los auténticos Rodgers y Hart

los auténticos Rodgers y Hart

Blue Moon es muy recomendable por dos motivos. En primer lugar y por el bien perfilado retrato del artista derrotado. Y en segundo lugar por el cariño -lleno de guiños para iniciados- con el que se evoca el Nueva York de la época y el Broadway en el que se forjó lo que hoy conocemos como el Great American SongbookEn la primera parte de la película, a la espera de que lleguen los invitados de la fiesta del estreno de Oklahoma!, Hart, acodado en la barra del bar, dialoga con varios personajes: el barman, un soldado que toca el piano y un escritor que está a lo suyo en una de las mesas. Son diálogos que en realidad funcionan como monólogos en lo que verbaliza su desesperación, mientras trata de resistir la tentación de beber el vaso de whisky que ha pedido que le sirva para limitarse a contemplarlo como una obra de arte.

El Hart de Kaplow tira de ese tono bitchy que cultivaron gays ilustres como Oscar Wilde, Cole Porter o Noel Coward. Una coraza con la que protegerse de los embates de un mundo hostil. El guion se toma algunas licencias, porque, por lo que sabemos, el letrista jamás habló públicamente de su homosexualidad y siempre se mostró muy discreto sobre su intimidad. Sin embargo, de algún modo había que incorporar esta parte relevante de su personalidad, porque si no nos encontraríamos ante un remedo de Letra y música, el biopic sobre Rodgers y Hart de 1948, en el que -siguiendo los estándares de la época- ni por asomo se hace referencia a la homosexualidad de Hart. Y su alcoholismo es presentado de forma tan pudorosa que resulta ininteligible. Eso, sí, como en esa película lo interpretaba Mickey Rooney, que ya era de natural bajito, no tuvieron que acudir a trucajes visuales.

'Blue Moon'

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En la segunda parte de Blue Moon, cuando llegan a Sardi’s Rogers y sus invitados, Hart le mendiga trabajo a su exsocio, tratando de mantener la compostura, y se muerde la lengua para no criticar Oklahoma! La conversación entre ambos es un ejemplo perfecto de cómo mostrar las grietas de un personaje a través del diálogo. Rodgers rechaza un disparatado musical con caníbales que le propone y por pura piedad, lo invita a escribir un par de temas nuevos para el reestreno de A Connecticut Yankee, un musical que habían creado en 1927. En efecto, esas nuevas canciones fueron la última colaboración entre ambos.

La carrera de Rodgers se divide en tres etapas. La primera, la que compartió con Hart, se inició en los años veinte y tuvo su momento de esplendor en los treinta, con obras como Babes in Arms, The Boys from Syracuse y, la más célebre de todas, Pal Joey, estrenada en 1940. En total, crearon juntos casi una treintena de musicales de Broadway, además de participar en varias películas de Hollywood. La colaboración con Hammerstein se desarrolló entre 1943 a 1959, porque el letrista falleció un año después. Es más reducida en volumen y se limita a una decena de títulos, ¡pero qué títulos! Varios de ellos hicieron historia de Broadway: Oklahoma!, Carousel, South Pacific, El rey y yo y en especial el último, Sonrisas y lágrimas, que es su obra maestra. Hay una tercera etapa, menos brillante, en la que trabajó solo o con variopintos letristas.

Las dos etapas con Hart y con Hammerstein tienen un tono muy distinto, que define la personalidad de cada uno de ellos. El primero era más irónico y juguetón, mientras que el segundo era mucho más sólido en la construcción de los personajes y el despliegue de emotividad. Hart era más pícaro; Hammertein, más sentimental. En Blue Moon Hart desprecia a Hammerstein por sensiblero y carente de sutileza, pero al mismo tiempo, muerto de celos, sabe que es un genio en lo suyo y que Oklahoma! va a cosechar un éxito monumental. Así fue, se convirtió en un hito de Broadway: es la obra que, en plena guerra, abre el camino a la estética que va a triunfar en la posguerra. Pone los cimientos de la edad de oro del teatro musical estadounidense.

'Blue Moon'

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Blue Moon es una gozaba para quien ame ese universo cultural neoyorquino y la música que de allí emergió. El largometraje está lleno de guiños: el escritor que está a lo suyo en una mesa es E. B. White, el icónico autor del New Yorker (en un simpático guiño, Kaplow hace que sea Hart quien le da la idea para Stuart Little, su exitoso libro infantil protagonizado por un ratón). También asoma un jovencísimo George Roy Hill (al que Hart le da este consejo: las mejores historias no son las de amor, sino las de amistad; no olvidemos que muchos años después rodaría Dos hombres y un destino y El golpe). Y aparece un niño resabiado llamado Stevie que acompaña a Hammerstein y critica la falta de profundidad de las letras de Hart. No es otro que Stephen Sondheim, que tuvo una infancia muy complicada y fue adoptado por Hammerstein y su esposa. Y es cierto que despreciaba las letras de Hart por considerarlas superficiales.

La escena del encuentro de los tres en Sardi’s es emocionante para cualquier amante de Broadway, porque en ella coinciden las tres generaciones que dieron brillo a sus musicales. Hart representa a la pionera generación de los años veinte y treinta; Hammerstein es el máximo exponente de la edad de oro de la posguerra, y Sondheim es el genio que llevó el género a otra dimensión, haciéndolo transitar por caminos hasta entonces nunca vistos de ambición musical, profundidad dramática y experimentación escénica.

'Blue Moon'

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Lorenz Hart y Richard Rodgers contribuyeron con sus creaciones al gran cancionero americano, una de las mayores fuentes de felicidad que nos ha regalado la cultura del siglo XX. Entre Broadway y el jazz, contribuyeron a él talentos como Irving Berlin, George e Ira Gershwin, Cole Porter, Jerome Kern, Duke Ellington, Vernon Duke, Hoagy Carmichael, Harold Arlen, Johnny Mercer y Arthur Schwartz (en la época del Tin Pan Aley y su herencia), y a ellos se sumaron después luminarias como Doc Pomus y Burt Bacharach (en la época del Brill Building). Sus temas los han versionado grandes del jazz como Ella Fitzgerald y Sarah Vaughan, crooners como Mel Tomé, Tony Bennett y Sinatra, e incluso rockeros con buen gusto y amor por el pasado como Harry Nilsson, Bryan Ferry y Bob Dylan.

Lorenz Hart creó con Richard Rodgers maravillas como My Funny Valentine, The Lady is A Tramp, Where or When, Bewitched, Bothered and Bewildered, Have You Met Miss Jones?, My Heart Stood Still, Falling in Love with Love, You Took Advantage of Me, Manhattan y Blue Moon. En la película de Linklater, Hart dice orgulloso: “He compuesto canciones que desafían a la muerte”. Es cierto, le han sobrevivido y nos siguen emocionando. El hombre más triste del mundo puso letra a algunas de las más bellas y conmovedoras canciones de amor.