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Operación Chamartín (XII): conexión PP

18 marzo, 2017 00:00

Normalmente, la gestación de cualquier asunto no suele ser instantánea. Necesita un tiempo, para sortear obstáculos y propiciar las condiciones que permitan el desarrollo de los procesos que conducen al logro del asunto. En el caso de la Operación Chamartín, la gestación es un proceso complejo en el que hay que conjugar las condiciones previas, que existían antes del inicio de la misma, con las circunstancias, necesidades y apetencias que han ido apareciendo a lo largo del tiempo.

Como condiciones previas, básicamente existían tres: necesidad de acondicionar la vieja estación de ferrocarril para soportar el tráfico del futuro; conveniencia de modernizar la realidad urbana del norte de Madrid; y usar la oportunidad de las intervenciones anteriores para reacondicionar la zona y atender las necesidades de infraestructuras y servicios. Con esas necesidades, en 1993 se inició una operación a la que se le han ido añadiendo un conjunto de apetencias, aparecidas a lo largo del tiempo que, con orígenes distintos (cambio de planes urbanísticos, variación de legislación, ideologías y propósitos heterogéneos...) han tenido un factor desestabilizador de primera magnitud: el incremento de valor de los terrenos afectados por la operación.

Aunque no sea ocioso detenerse en ese incremento de valor, en la codicia consiguiente y en los entes, empresas e individuos codiciosos, de momento parece oportuno prescindir de ellos para fijarse en la situación de parálisis de la operación. Una situación que produce una apetencia que puede definirse con la expresión, de hoy mismo, de un concejal del Ayuntamiento de Madrid: "Hay que echarlo a andar ya. No vale cualquier acuerdo, pero hay que encontrar un acuerdo".

En 1993 se inició una operación a la que se le han ido añadiendo un conjunto de apetencias, aparecidas a lo largo del tiempo que han tenido un factor desestabilizador de primera magnitud: el incremento de valor de los terrenos afectados por la operación

"No cualquier acuerdo...". Con la idea se expresa la realidad, mezcla de pasado y presente, que se concreta en una parálisis que existe porque hay dos posturas opuestas definidas en los documentos que marcan cómo desarrollar la situación: el completísimo proyecto DCN, encargado por Distrito Castellana Norte y desarrollado sobre un proyecto del decano del Colegio de Arquitectos, José María Ezquiaga. Y el llamado Madrid, Puerta Norte, que, sin definir si es proyecto, anteproyecto o conjunto de intenciones, ha presentado el Área de Gobierno de Desarrollo Urbano Sostenible del Ayuntamiento de Madrid.

Se podría entrar a analizar el primero, y valorar las responsabilidades penales anunciadas en la Comisión de Desarrollo Urbano Sostenible que pudieran haber contraído los que lo rechazaron, o tratar de conocer qué hay en el segundo solicitando al ayuntamiento información alegando un principio de transparencia, burlado con el eufemismo "acuerdos de confidencialidad necesarios para la operación". Pero, sería, además de innecesario, una pérdida de tiempo. Vale más ver a qué responde cada una de las dos propuestas de solución, saber quién las respalda y la situación de cada uno. Veremos así las realidades que están presentes en las mesas de negociación que acordaron ADIF, Ayuntamiento de Madrid y DCN; y que son capitales en las decisiones: quién respalda cada una de las propuestas. Y situación de los que tienen capacidad para decidir.

En cuanto al respaldo de propuestas, recordemos que la solución DCN fue presentada por el adjudicatario del concurso y contó con el respaldo del organismo que adjudicó el concurso, Renfe-Adif (Ministerio de Fomento), Comunidad Autónoma de Madrid, y parte de los concejales del Ayuntamiento de Madrid. La solución Madrid, Puerta Norte, por su parte, la propuso el equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Madrid y cuenta con el apoyo de los dos grupos municipales que lo sustentan (Ahora Madrid y PSOE). Con ello visto, conviene entrar en la situación actual y en las evoluciones posibles de los que tienen capacidad para decidir. Llegaremos así a una perspectiva muy real con la que afrontar una situación que depende de una serie de imponderables (futuro de Ahora Madrid tras las purgas en la formación y nueva situación de la alcaldesa Carmena; situación del PSOE después de las primarias nacionales con posible cambio de rumbo y personas; evolución de Ciudadanos tras los movimientos y vaivenes que vayan ocurriendo...) y otros ponderables, unas veces definidos (derechos del adjudicatario DCN, expropiaciones, acuerdos con reversionistas) y otras por decidir (redacción y definición de un nuevo proyecto; determinación de la financiación de cada una de las obras; reparto de cargas y ajuste de presupuestos en instituciones oficiales; modificaciones de instalaciones y servicios existentes; añadidos; sentencias posibles...).

La conexión PP, buscando acuerdos inmerso en un pacto de silencio, u omertá, que imponen otros (Adif, Ayuntamiento de Madrid y DCN-BBVA), aunque no logre acuerdo alguno y se malogre la Operación Chamartín no obtiene más que beneficios

Desde esa perspectiva, emerge el Partido Popular en la situación especial conexión PP, que es una articulación doble. Por una parte, como formación capaz de armonizar las dos propuestas encontradas, de DCN y equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Madrid, para una posible solución. Y, por otra, como partido nacional que subordina, y condena a la indigencia de datos y apoyos, a sus responsables municipales y autonómicos (Esperanza Aguirre, en situación confusa, y Cristina Cifuentes, dispuesta a "un paseo por Londres con la alcaldesa Carmena") para permitir que Ahora Madrid siga al frente de una operación que, a la vez, mantiene a C’s y al PSOE en la situación que están (uno en la cuerda floja y otro con la cuerda al cuello) mientras, sin quemarse en el empeño, deja que la alcaldesa Carmena cobre el protagonismo que apetece, enfrentándose a DCN (y, por ende, al BBVA) vigilados ambos de cerca por el testigo privilegiado, y silencioso (Juan Bravo), que se sienta ante las mesas de negociación en la silla que corresponde a la Administración de Infraestructuras Ferroviarias (Adif).

De esta forma, la conexión PP, buscando acuerdos inmerso en un pacto de silencio, u omertá, que imponen otros (Adif, Ayuntamiento de Madrid y DCN-BBVA), aunque no logre acuerdo alguno y se malogre la Operación Chamartín no obtiene más que beneficios: en justicia, nadie puede atribuirle responsabilidad o falta de voluntad. Avanza en el tiempo, mientras se diluyen adversarios (PSOE, C’s). Cambia la imagen de su líder, Rajoy, tras el Gobierno en minoría de la XII legislatura, para convertirlo en un fiel negociador. Y... 

En el mejor de los casos, si por fin echa a andar la Operación Chamartín, independientemente del resultado y acuerdos, se convertiría en el primer y principal artífice del éxito.

"Con un hacer muy propio de Mariano".