Creación de una villa romana

Creación de una villa romana DALL·E

Historia

La villa romana que enamoró a Adriano: palacios, jardines y termas a una hora de Barcelona

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Marguerite Yourcenar cautivó al mundo con sus Memorias de Adriano, un libro que ponía en evidencia la relación amorosa entre el emperador romano y el joven y bello Antínoo, del que quedó prendado. Pues bien, algo de esta historia quedó atrapada en Cataluña.

Es de sobras conocido el pasado romano de este territorio. Barcino, Ilerda, Figueres, Tarraco y tantos otros pueblos, asentamientos y monumentos que todavía hoy perduran en esta comunidad autónoma. Pero si hay uno con una magia especial es la villa romana de Els Munts.

Dónde está

Situada en Altafulla a unos doce kilómetros de la antigua Tárraco, y a una escasa hora de Barcelona, esta espectacular construcción se alza como un testimonio único de la presencia imperial en Hispania y de los lujos que sólo estaban al alcance de las clases altas romanas. De eso, y del amor de Adriano a Antínoo.

Esta residencia, situada estratégicamente entre la Vía Augusta y el Mediterráneo, no fue construida por orden de Adriano, pero sí ha quedado documentado que fue usada por el mismo durante el invierno de los años 122 y 123. De hecho, él ordenó por esos años una reunión de los concilios provinciales de Hispania en la misma Tárraco. Mientras tanto, él se cobijó en El Munts.

Una villa a las afueras

Con una arquitectura y disposición que revelan la influencia de un poder superior, quizás incluso la de un emperador, las evidencias de que esta villa sirvió de hospedaje para el emperador Adriano y su séquito durante su estancia en Tárraco son más que claras. Incluso se apunta que en los jardines de esta villa pudo ser atacado por un esclavo enajenado. Claro que tampoco hay pruebas concluyentes.

Lo que sí se sabe con total garantía es que esta villa era de una majestuosidad extraordinaria. La magnificencia de sus instalaciones incluían una gran sala de recepción, un comedor para banquetes, numerosas habitaciones con vistas al mar y amplios conjuntos termales, todos conectados por un pasillo adornado con columnas. 

El rastro de Adriano

Su diseño parece haber sido realizado para satisfacer las necesidades de un huésped de alto rango, lo que la sitúa como una de las más lujosas y amplias de la época en la región. El complejo también contaba con una zona de termas junto al mar y, posiblemente, un pequeño muelle, lo que permitía el acceso tanto por mar como por la Vía Augusta. En su parte más alta, las habitaciones estaban organizadas alrededor de un amplio peristilo con columnas, ofreciendo vistas directas al Mediterráneo.

Uno de los datos indicativos que apuntan a la presencia de Adriano en esta villa es, sin duda, el hallazgo de la escultura de Antínoo, el joven amante del emperador. Y es que es sabido que, al morir el joven amado mientras el emperador realizaba un viaje en Egipto, Adriano, roto de dolor, ordenó que su amor fuera honrado como un dios y se erigieron estatuas en su memoria en varios puntos del Imperio, especialmente en Oriente. 

Ruinas de la villa romana Els Munts

Ruinas de la villa romana Els Munts MNAT

Uno de los templos más grandes

Más allá de esta bella historia que sirve de prueba de la presencia de Adriano en la villa, otro elemento destacable es el santuario dedicado al dios persa Mitra, un espacio singular que revela la cotidianidad de prácticas religiosas orientales dentro del Imperio romano. El templo a esta deidad en Els Munts, además, es uno de los más grandes hallados en Occidente, con capacidad para más de un centenar de personas. 

El culto a Mitra estaba vinculado principalmente a entornos militares, lo que subraya el carácter de fortaleza y enclave estratégico de esta villa. La devoción mitraica ofrecía una interpretación trascendental de la muerte y tenía una especial atracción entre los soldados, lo que permite ver en este espacio un reflejo de la personalidad de Adriano, quien era tanto un líder militar como un hombre profundamente influenciado por las creencias y culturas del Este.

Cómo es la villa

A pesar de las transformaciones a lo largo de los siglos, la estructura de la villa aún conserva elementos que dan cuenta de su esplendor original. En el nivel inferior de la residencia, se han encontrado pinturas murales en paredes de hasta dos metros de altura, mosaicos y un espectacular techo moldurado en casetones que, aunque no se expone al público, se conserva como un ejemplo de la sofisticación decorativa del lugar.

Uno de los pasillos lleva a una serie de habitaciones donde aún quedan restos de un pórtico superior con columnas salomónicas, lo cual sugiere la existencia de un segundo nivel que pudo haber albergado al emperador y a sus invitados más distinguidos.

Los arqueólogos han identificado también el sello de bronce de Valerius Avitus, quien vivió en la villa tras la visita del emperador y ostentó el cargo de duunviro en Tárraco, lo que indica que el lugar continuó siendo una residencia destacada hasta finales del siglo III d.C., cuando un incendio destruyó gran parte del complejo. Sin embargo, el sitio siguió habitado, aunque de manera parcial, hasta los siglos VI o VII d.C.

Todo esto hace de Els Munts uno de los complejos arqueológicos más relevantes del entorno de la antigua Tárraco, comparado en riqueza y tamaño con otras villas de la región, como la Llosa de Cambrils o la villa del Moro en Torredembarra. Su valor reside no solo en su arquitectura y decorados, sino también en la carga histórica y emotiva de esta historia de amor entre Adriano y Antínoo.

Cómo llegar

Para llegar a la villa romana de Els Munts desde Barcelona en coche, se debe tomar la autopista AP-7 en dirección sur, hacia Tarragona. Después de aproximadamente 70 kilómetros, se toma la salida 32 hacia Altafulla/Torredembarra y se continúa por la carretera N-340 en dirección a Altafulla.

Una vez en Altafulla, se sigue la señalización hacia el yacimiento arqueológico de Els Munts, que está claramente indicado. La villa se encuentra a unos pocos minutos en coche del centro de Altafulla, en una colina cercana a la costa. El trayecto desde Barcelona tiene una duración aproximada de una hora y cuarto.