Las termas romanas más impresionantes en un pueblo oculto en Barcelona: más de 1000 años de historia
- Estos baños privados de finales del siglo II d.C. formaban parte de una villa romana que prosperó gracias a la producción de vino
- Más información: Así es el edificio modernista, en tierras de Gaudí, que lleva restaurándose desde la guerra y terminará las obras en 2025
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El legado romano en Cataluña está presente en numerosos rincones del territorio, mostrando la influencia y grandeza de esta civilización. Desde Empúries, con sus únicas ruinas griegas y romanas en España, hasta Tarragona, con su circo, anfiteatro y teatro romano, hay varios ejemplos de este vasto patrimonio histórico. Sin embargo, hay joyas menos conocidas que también destacan, como las termas romanas privadas de Sant Boi de Llobregat, situadas a tan solo 20 minutos en coche de Barcelona.
Estas termas, construidas a finales del siglo II d.C., formaban parte de una villa romana que prosperó gracias a la producción de vino, una actividad económica clave en la época. A lo largo de los siglos, las termas estuvieron en uso hasta el siglo V d.C., ofreciendo a sus propietarios un espacio lujoso para el cuidado personal y el ejercicio.
Aunque no son tan majestuosas como las de Caldes de Malavella, las termas de Sant Boi son un ejemplo impresionante de la ingeniería y el confort romano, y constituyen uno de los baños privados mejor conservados en Cataluña.
Cómo son
Las termas de Sant Boi de Llobregat contaban con dos recintos principales: la palestra, destinada a los ejercicios físicos, y los baños propiamente dichos. Estos baños estaban divididos en dos edificios paralelos.
El primero albergaba el frigidarium (cámaras frías), que incluía la ceja piscinalis y una piscina de agua fría. También estaba presente el apodyterium o vestidor, un espacio más inusual tratándose de unas termas privadas. Aquí los bañistas se desnudaban, dejando su ropa en estanterías vigiladas por esclavos, y se calzaban con zapatillas de madera para protegerse del calor generado por el sistema de calefacción subterráneo.
El segundo edificio estaba dedicado a las cámaras calientes, como el tepidarium (sala tibia), el sudatorium (baño de vapor) y el caldarium (baño caliente). Estas salas se calentaban mediante el sistema de hipocausto, una sofisticada tecnología romana que mantenía la temperatura del agua y el ambiente en niveles óptimos.
El día del descubrimiento
Las termas de Sant Boi fueron descubiertas en 1953 y se encuentran en un estado de conservación excepcional. Durante siglos, la construcción de una masía sobre ellas en el siglo XVII contribuyó a su preservación al protegerlas de la intemperie y la actividad humana.
En 1959, la Diputación de Barcelona intervino para proteger aún más los restos, construyendo un edificio que cubriera las ruinas. No fue hasta 1998 que las termas fueron inauguradas oficialmente con su cubierta actual, permitiendo su acceso al público.
Importancia de las termas
Este yacimiento arqueológico ofrece una visión clara de la vida cotidiana en una villa romana, incluyendo el descubrimiento de un centro de producción de ánforas bajo el frigidarium, lo que refleja la integración de actividades domésticas e industriales en esta villa.
Estas termas, aunque menos famosas que otras ruinas romanas, ofrecen una experiencia única para quienes buscan descubrir el legado romano más allá de los principales sitios turísticos.
Cómo llegar
Para llegar a las termas romanas de Sant Boi de Llobregat desde Barcelona en coche, se puede ir por la autovía C-31 en dirección a Castelldefels. Después de unos 15 minutos, se debe tomar la salida hacia Sant Boi por la carretera BV-2002. Desde allí, se sigue hacia el centro de la ciudad, donde se encuentran las termas, cerca de la iglesia de Sant Baldiri, en pleno casco antiguo. El trayecto desde el centro de Barcelona toma aproximadamente 20-25 minutos en coche, dependiendo del tráfico.
En transporte público, la opción más rápida es tomar la línea L8 de Ferrocarrils de la Generalitat (FGC) desde Plaza España hasta la estación de Sant Boi. El trayecto dura unos 20 minutos. Desde la estación, se puede caminar unos 10 minutos hasta las termas, que están situadas en la calle del Pont, muy cerca de la iglesia de Sant Baldiri.