Los hospitales psiquiátricos siempre han tenido mala fama. Por suerte, cada vez son menos las personas que le llaman a estos espacios manicomios. En realidad, son lugares donde se atiende a las personas con alguna patología psiquiátrica y no es lo que las películas suelen explicar.
En Cataluña es muy famoso el centro que se encuentra en Sant Boi de Llobregat, a unos escasos 20 minutos de Barcelona. Pero a pesar de que este centro se convirtió en un referente, hay otro que destaca por su extrema belleza.
Dónde está
Situado en Reus (Tarragona) este centro se espeja en el Hospital de Sant Pau y, como él, no sólo forma parte del patrimonio histórico y cultural de Cataluña sino que también está declarado Bien Cultural de Interés Nacional.
Lo que le hace tan especial no es otra cosa que su arquitectura, no en vano es una de las obras más notables del modernismo catalán. Diseñado por el arquitecto Lluís Domènech i Montaner, este hospital psiquiátrico brilla tanto por lo que es como por su papel en la historia.
El Institut Pere Mata fue un proyecto pionero en su época, que aplicaba los nuevos conceptos terapéuticos y arquitectónicos que surgían a finales del siglo XIX. Con un diseño dividido en pabellones y sus motivos que remiten a la naturaleza, permiten que este centro para pacientes con problemas de salud mental emane paz y tranquilidad.
Lo mejor de todo es que, igual que pasa con el hospital de Sant Pau, el complejo sigue en funcionamiento hoy en día como centro psiquiátrico. En cambio, por su relevancia arquitectónica tiene un espacio abierto al público que fascina a los visitantes.
Origen del proyecto
El proyecto del Institut, iniciado en 1898, fue impulsado por la Sociedad Anónima Manicomio de Reus, bajo la dirección del médico Emili Briansó. Su construcción fue diseñada siguiendo el modelo de un conjunto de 18 pabellones, cada uno destinado a albergar diferentes tipos de pacientes, separados por género, clase social o tipo de trastorno.
La idea central del diseño era que los pacientes tuvieran acceso a amplios jardines, permitiendo una conexión con la naturaleza, que se consideraba beneficiosa para su salud mental. Para realizarlo, su promotor no dudó en llamar a Domènech i Montaner, quien ya había trabajado en otras grandes obras modernistas como el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau en Barcelona.
Un proyecto renovador
El arquitecto, no sólo decidió aceptar el proyecto sino que aplicó en el Institut Pere Mata un enfoque innovador que combinaba funcionalidad y estética. Un hecho que se refleja todavía en sus paredes, cristales y pequeños detalles escultóricos.
Los pabellones del hospital, por ejemplo, están distribuidos alrededor de un eje central y cada uno de ellos está construido con ladrillo visto, cubiertas de teja árabe y zócalos de piedra poligonal. Aunque la construcción no se completó en su totalidad debido a dificultades económicas, el conjunto de 11 pabellones terminados ofrece un ejemplo destacado de la arquitectura hospitalaria de la época.
Una decena de pabellones
Entre los pabellones más emblemáticos del complejo destaca el Pabellón de Servicios Generales, que fue uno de los primeros en ser construido, entre 1898 y 1900. Originalmente estaba destinado a albergar las oficinas administrativas y los servicios generales del hospital, como la cocina y la lavandería. En su torre de agua, de 30 metros de altura, se puede ver uno de los símbolos más representativos del edificio.
El Pabellón de los Distinguidos, en cambio, es la estrella. Construido en diferentes fases entre 1900 y 1908, fue diseñado para acoger a pacientes de primera clase, en su mayoría personas adineradas. Este pabellón, que ha sido restaurado recientemente, refleja el lujo y la atención al detalle que caracterizaba a la alta burguesía de la época.
El rincón de los burgueses
Los interiores, con amplios salones, comedor, biblioteca y habitaciones privadas, están decorados con elementos modernistas como vitrales, cerámicas y mosaicos, siguiendo el estilo propio de Domènech i Montaner.
Este pabellón, que se ha convertido en el principal atractivo para los visitantes, cuenta con amplias galerías, ventanales y terrazas que permitían a los pacientes disfrutar del aire libre en un entorno tranquilo y relajante. La restauración ha permitido devolverle el esplendor de principios del siglo XX, y actualmente es posible recorrer sus estancias y admirar la riqueza decorativa y la distribución original de los espacios.
A pesar de su atractivo y de la belleza de la obra, cabe remarcar que algunos de los pabellones proyectados inicialmente nunca llegaron a construirse. Eso, no quita que el conjunto del Institut se haya convertido en un ejemplo clave de la arquitectura modernista aplicada a la salud.
Monumento y hospital
A lo largo de los años, el hospital sigue en funcionamiento y ha adaptado sus instalaciones a las necesidades actuales, manteniendo su función original de atención a personas con trastornos mentales. El centro, gestionado actualmente por la Fundación Pere Mata, ha sabido combinar su valor patrimonial con su vocación asistencial.
Aunque la mayor parte de los pabellones no están abiertos al público debido a su uso hospitalario, al Pabellón de los Distinguidos sí se puede acceder. A través de él parece abrirse una ventana al pasado y permite apreciar de cerca la visión innovadora de Domènech i Montaner en la creación de un espacio destinado al cuidado de los más vulnerables.