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Si hay una girl band famosa a lo largo de la historia de la música, esa es la que conformaron Mel B, Mel C, Geri, Victoria y Emma. No les hacía falta apellidos, ellas eran las Spice Girls.

Estas chicas picantes diseñadas para el marketing por una reputada firma discográfica, causaron sensación a mediados de los años 90. Cada una representaba un perfil de chica, decían. Hasta tenían sus apodos: baby Spice, la Spice deportista, la pija… El objetivo era que cualquier chica adolescente se sintiera representada al verlas. Ella y su grupo de amigas.

El invento funcionó. Vendieron millones de discos, merchandising, hicieron películas, causaban desmayos entre sus fans e incluso lanzaban un mensaje feminista al mundo. Su lema, girl power (poder femenino), fue adoptado por millones de chicas en todo el mundo que seguían sus mensajes y sus letras. 

Todo parecía ir bien. Un grupo consolidado que lanzaba un mensaje de empoderamiento soft, cantaba canciones de amor, de sexo seguro y de la importancia de la amistad. Nada revolucionario para el sistema y, en cambio, metía de lleno a los fans en el puro consumismo.

El problema de las Spice Girls con Barcelona

Pero no todo el mundo estaba contento. Para empezar, ellas no estaban contentas con su manager. Lo cambiaron. Cayeron en la garra de otro que tampoco era trigo limpio. Entre ellas, poco a poco, empezaron a surgir las tiranteces. Y, por último, la avalancha de fans les superó. Y la fama, también.

Prueba de esto último eran las peticiones que hacían a los hoteles donde iban y a los lugares que tenían acordado actuar, incluso en sus apariciones públicas. Una de las más polémicas sucedió en España, concretamente en Barcelona.

Las Spice Girls, más allá de desatar la locura de sus fans en las calles barcelonesas, acabaron con la paciencia de la prensa española, especialmente, de los fotoperiodistas. Y no, no hablamos de los paparazzi que pudieran acosarlas, sino de los profesionales que estaban cubriendo una gala en las que ellas eran unas invitadas más.

Corría el año 1997, la gala de los Premios Ondas se celebraba en el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) y entre los galardonados de esa noche estaban los Backstreet Boys y ellas, las Spice Girls. Ambos eran un fenómeno de masas.

Una petición molesta

La situación de excepcionalidad era tal que el reconocimiento fue un añadido, se les daba una Mención Especial por todo lo que habían supuesto para la música y para la industria. Si bien la banda de los chicos cautivó de principio a fin, la de chicas causó problemas.

Antes de que salieran al escenario, el presentador de la gala de ceremonias, Iñaki Gabilondo, hacía una petición. Estaba estipulado en el contrato que "no saldrían al escenario hasta que los fotógrafos abandonaran la sala", y así lo hizo a saber a la audiencia y a los profesionales. Allí empezaron los problemas.

Los fotógrafos empezaron a burlarse, a quejarse y a abuchear al grupo de música. Ellas, en cambio, resistieron impasibles. Detrás del escenario mantenían su negativa a salir. Los fotoperiodistas, mientras tanto, caldeaban aún más los ánimos. Se quedaron allí a hacer su trabajo.

La batalla la ganaron los profesionales. Mel B, Mel C, Gery, Emma y Victoria acabaron asumiendo la realidad y, con los fotógrafos allí presentes, salieron a actuar. La recepción fue comentada en la prensa internacional: “Las Spice Girls abucheadas en España”. La mayoría de los presentes a los Ondas no dudaron en recibirlas con gritos de desaprobación, silbidos y abucheos. Un momento único.

Nuevo enfrentamiento, mejor recepción

La situación es recordada, los vídeos circulan por internet y, por otro lado, las chicas picantes se tomaron su venganza. Al año siguiente, la banda volvió a los escenarios españoles y volvieron mucho más recargadas.

Para sus conciertos del 14 y 16 de marzo de 1998 en Barcelona y Madrid, el grupo envió un contrato a los fotoperiodistas acreditados a los shows, en lo que debían comprometerse a la cesión total de sus derechos de autor y la entrega de los negativos. Otra exigencia que volvió a sublevar a los profesionales.

Varias asociaciones de fotógrafos replicaron y denunciaron la situación. Enviaron varios comunicados que defendían la ley de propiedad intelectual en España y exigían la rectificación por parte de la banda.

Una vez más, los profesionales ganaron la batalla. Las Spice Girls acabaron por no obligarlos a firmar ese acuerdo. Esas dos noches los shows transcurrieron con normalidad. No hubo abucheos, sólo entrega por parte de los fans.

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