Cataluña es tierra de vinos. Prueba de ello son las 12 denominaciones de origen que tienen sus caldos y la fama que tienen a lo largo de todo el mundo. El clima Mediterráneo es ideal para el cultivo de la vid y, si se tira de tradición, el secreto para obtener lo mejor de la uva da un resultado excelente.
A pesar de que pueda sonar a tópico hablar de tradición, lo cierto es que la historia vitivinícola de la región se remonta a la época de los romanos, quienes introdujeron el cultivo de la vid y la producción de vino en esta área. Esta civilización antigua rendía gran culto a Baco y, allí donde podían y las condiciones eran las óptimas, montaban una bodega.
Cataluña y el vino
A pesar de que el imperio cayó, el conocimiento se quedó entre los habitantes de las tierras conquistadas. A lo largo de los siglos, la tradición vinícola ha perdurado, evolucionando y adaptándose a las nuevas técnicas y gustos, pero siempre manteniendo una conexión profunda con sus raíces históricas.
Esto es lo que se respira en Cataluña. Más allá de las murallas, del teatro romano de Tarraco o las ruinas de Empúries, la comunidad autónoma también conserva los restos de algunas de las bodegas más antiguas de la historia.
Dónde están las bodegas del siglo I a.C.
Uno de estos emplazamientos romanos que todavía se conservan se encuentran a tan 20 minutos de Barcelona, en concreto en Teià. Allí, hace no tanto se hallaron los restos de una antigua bodega romana del siglo I a.C. reconvertida ahora en el Centro Enoturístico y Arqueológico de Vallmora.
Este lugar es un tesoro cultural que permite a los visitantes sumergirse en la historia vitivinícola de Cataluña. Gestionado por la Mancomunidad de Servicios de Alella, El Masnou y Teià, este epicentro cultural alberga un yacimiento arqueológico de época romana y un edificio moderno que sirve como centro de interpretación.
Qué ver
El complejo incluye un espacio de recepción de visitantes, un centro de interpretación con proyecciones audiovisuales y una sala polivalente para actividades y talleres. La misión del Centro es vincular el legado histórico con la cultura vitivinícola actual de la DO Alella, colaborando con bodegas, viticultores y el sector de la restauración.
Este enfoque integral permite una comprensión más profunda de la importancia del vino en la región, tanto en el pasado como en el presente. Pero si algo destaca es el legado de la Roma clásica.
En este punto se encuentra el yacimiento arqueológico de Vallmora. Descubierto por Lluís Galera en 1966, fue abierto al público en 2009 gracias a la financiación del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), el Departamento de Cultura de la Generalitat y la Diputación de Barcelona, con el patrocinio de Acesa Abertis, Caixa Laietana y Alella Vinícola.
Tal y como se puede ver en la documentación encontrada hasta la fecha, este sitio arqueológico fue un centro de producción vitivinícola de la Laietània romana, activo desde el siglo I a.C. hasta el siglo V d.C. Un lugar que ahora se puede visitar.
Qué hacer
El yacimiento de Vallmora permite a los visitantes entender cómo era el cultivo, la producción y la comercialización del vino en la época romana. Entre sus principales atractivos se encuentran las únicas reconstrucciones en España de prensas de vino tal como eran hace 2.000 años.
Estas reconstrucciones, junto con los vestigios de las salas de prensado (tórculo), los depósitos de mosto (lacio) y las tinas de cerámica semienterradas (dolia defossa) para la fermentación y el envejecimiento del vino, ofrecen una visión detallada de las técnicas utilizadas por los romanos en la elaboración del vino.
Mucho más que ruinas
El sitio también incluye una viña testimonial y un viñedo experimental, que ayudan a ilustrar las técnicas de cultivo antiguas y modernas. Estas áreas no solo sirven como herramienta educativa, sino que también refuerzan la conexión entre el pasado y el presente de la viticultura en la región.
Uno de los hallazgos más destacados es el signaculum de plomo con el nombre de Epictec, esclavo de Luci Pedáneo Clement, que data del siglo II d.C. Este sello personaliza la historia de la bodega, conectando a los visitantes con las personas que trabajaron y vivieron en este lugar hace casi dos mil años.
Cómo llegar
Para ir a conocerlas se puede ir en vehículo privado y en transporte público. Si se opta por este último, lo más práctico es ir en Rodalies hasta Masnou (línea R1) y caminar unos 20 minutos recorriendo toda la Avenida Juan XXIII. Se tarda 50 minutos en llegar.
Si se opta por ir en coche desde Barcelona, lo más fácil es tomar la C-31, que empalma con la C-32 y tomar la salida de Masnou. Pero no se debe alcanzar la playa. Se baja por la carretera de Alella y a la altura de la calle Guilleries doblar a la izquierda hasta llevar a la avenida del Papa y seguir los carteles.
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