Así era la increíble casa modernista destruida por un presidente del FC Barcelona: un empresario sin piedad
El mandatario del Barça tuvo un pasado oscuro, obcecado en demoler grandes obras arquitectónicas de la capital catalana
26 marzo, 2024 17:35Noticias relacionadas
La fiebre inmobiliaria no es de ahora. El desarrollismo ha hecho mucho bien a las ciudades, las ha convertido en polos económicos y culturales, sí, pero con ello también se ha perdido mucho legado. Incluido creaciones modernistas que eran la envidia del mundo.
Es sabido en todo el mundo que el modernismo catalán tuvo su epicentro en Barcelona y que son tres los arquitectos que lo elevaron a las alturas. Gaudí es el más conocido de todos, le sigue Domènech i Montaner y luego llega Puig i Cadafalch.
Modernismo y Barça
A pesar de ser el creador de obras cumbre como la Casa Amatller o la de Les Punxes, por mencionar dos, este artista es menos popular. Tal vez por ello, cuando Barcelona se empezaba a convertir en metrópoli, un empresario sin escrúpulos no dudó en demoler una de sus obras.
Ese empresario tiene un nombre y apellidos y un lugar en la historia en la historia del FC Barcelona. Es Josep Lluis Núñez. Con él, el Barça tuvo el Dream Team de Cruyff y ganó su primera Copa de Europa (ahora la Champions). Mientras, e incluso años antes, dirigía una de las inmobiliarias más potentes de Cataluña, Núñez i Navarro, apellido de su esposa, Maria Lluïsa Navarro.
Porcioles, el aliado perfecto
Juntos emprendieron esta empresa que poco a poco se iba quedando con la mayoría de esquinas de la ciudad. Cuando se dijo que faltaba vivienda que las típicas esquinas del Eixample del pla Cerdà se podían recortar. Y allí, la empresa del posteriormente culé se hizo de oro.
Núñez se convirtió en el aliado perfecto del alcalde de la ciudad más odiado, Josep Maria de Porcioles. Él fue el que no tuvo reparos en hacer crecer las viviendas barcelonesas a lo alto, e incluso permitió añadir varias plantas a edificios históricos. O, directamente, cargárselos.
Un inmueble con mucho arte
En esta alianza, la que salió perdiendo fue la casa Trinxet, diseñada por Puig i Cadafalch para el empresario textil Avelino Trinxet Casas. Allí vivió sus últimos días de 1904, fecha en que fue entregado el artístico inmueble, hasta 1917, cuando falleció.
El empresario presumió de una obra modernista, muy propia de la época que lucía imponente con su fachada blanca y sus formas sinuosas en la esquina de las calles Còrsega y Balmes. Además, este edificio de planta rectangular y dos pisos de altura, más la buhardilla, que sirvió de estudio al pintor Joaquim Mir, quien también realizaría algunos murales en la casa.
La Casa Trinxet, un tesoro perdido
Y es que además de sus formas, sus ventanas alargadas, balcones de hierro forjado y referencias a la naturaleza, el interior de la Casa Trinxet era una un conjunto artístico en sí mismo. Dentro se podía disfrutar de un gran salón comedor donde Josep Llimona instaló una chimenea de alabastro, por ejemplo.
Los vitrales estaban hechos en los talleres de Rigalt i Granell, la forja fue obra de Manuel Ballarin, mientras Gaspar Homar se dedicó del interiorismo. En él se incluían las columnas de piedra de Josep María Barnadas junto con algunas de sus esculturas de piedra. También las había de Eusebi Arnau, e incluso del alu, no aventajado de Gaudí, Alfons Jujol que talló varias figuras en madera. Por último, el ceramista Sebastià Ribó también puso de su parte.
Casa en el olvido
Y todo eso se quedó en un bloque de pisos más. No queda nada de eso. Con la muerte de Trinxet el edificio quedó vació y en 1933 se lo quedó el mismísimo Ayuntamiento de Barcelona, que lo cedió a las escuelas Montessori. Luego, llegó de la Guerra Civil y la dictadura franquista y allí, más que métodos pedagógicos se impartían clases “para chichas”.
La ciudad crecía y si antes por allí pasaba el tren y había ciertos comerciales, poco a poco, se fue poblando de edificios de oficinas y viviendas que unían casi de manera progresiva la ciudad antigua de Barcelona con Sarrià, hasta que ya fueron uno sólo. La ambición de Porcioles iba a más y poco le preocupaba qué hacer con ese rincón modernista. Tanto es así que en 1966 aceptó la propuesta de la inmobiliaria de Núñez i Navarro, de construir un edificio de viviendas acorde a la época.
Datos contra desmentidos
El edil no lo dudó. Desestimó la idea de reconvertir la Casa Trinxet en un museo del modernismo, que atrajera a turistas y estudiosos y pusiera en valor uno de los movimientos arquitectónicos más importantes de Cataluña. La idea, no cuajó, y el edificio se derribó.
Núñez i Navarro desmintió en su día que fuera cosa suya, pero un nuevo documental realizado por TV3 ha vuelto a confirmar que el empresario no dudó en derribar la Casa Trinxet. De hecho, nunca fue alguien que pusiera muy en valor el patrimonio.
Contra el patrimonio
Años más tarde, y obsesionado por hacerse con todas las esquinas de la nueva Eixample de Porcioles, el empresario y futuro presidente del Barça se fijó en el cruce de las calles Villarroel con Gran Via. Allí estaba la Casa Golferichs y, gracias a la presión vecinal, allí sigue.
Núñez y su equipo estuvo a punto de demoler este edificio diseñado por Joan Ribó, también de estilo modernista. Por suerte, este inmueble resiste y se ha convertido en un centro cívico del que puede hacer uso cualquier ciudadano.