Pueblos medievales, ruinas romanas, ciudades de origen íbero… somos conscientes de que los medios siempre hablamos de estas cosas, pero a veces uno olvida apelar a lo más importante, a las necesidades vitales. Sí, uno necesita un poco de cultura, desconectar en un municipio de playa o de montaña para desconectar. Pero vayamos donde vayamos, siempre necesitaremos comer.

El buen español tiene claro que como en su país no se come en ningún sitio. Luego vienen los franceses y aseguran que elevaron la cocina hasta llevarla al punto máximo de sofisticación. Los italianos aparecen por ahí para recordar que la cocina mediterránea es cosa de ellos y la lucha se pone complicada. Los ingleses y los alemanes ni están ni se les espera, ni muchos menos los yankis.

El pueblo que enamora con su comida

Sea como sea, en España se come bien. En cualquier región, pueblo y punto del país. Conocedores de ello, la publicación especializada en viajes National Geographic ha elaborado un nuevo listado en el que aparecen los municipios nacionales que merecen una belleza por su encanto, sí, pero sobre todo porque “se come muy bien”.

En total, el ranking de la revista asciende a casi 20 municipios “secretos y monumentales” y entre ellos aparece uno de Cataluña. Una localidad que tiene poco de secreta, aunque está muy apartada, y sí, es monumental por su belleza. Se trata de Cadaqués.

Cadaqués y las vanguardias

Crónica Global ya habló en su día de la oferta gastronómica de este pueblo conocido por su relación con Dalí. Se trata del chiringuito más vanguardista de la Costa Brava, el bar Marítim.

Por el conocido Marítim pasaron genios de todos los gremios. De las artes plásticas están Dalí, Richard Hamilton y Marcel Duchamp, pero hay más. El actor Kirk Douglas, el filósofo Umberto Eco o el Nobel de literatura Gabriel García Márquez se pasaron por allí y contribuyeron a ensalzar su leyenda.

El Marítim de Cadaqués MARÍTIM CADAQUÉS INSTAGRAM

Un local de moda

“Estábamos en el Marítim, el populoso y sórdido bar de la gauche divine en el crepúsculo del franquismo, alrededor de una de aquellas mesas de hierro con sillas de hierro donde sólo cabíamos seis a duras penas y nos sentábamos veinte”, recordaba Gabo en uno de sus relatos de Doce cuentos peregrinos. Una prueba más de que le dejó huella y que en los 60s y 70s era un hervidero. Pero también desde hacía años.

Abierto en 1935 por Pere Figueras, el local rápidamente se hizo famoso. Dalí amarraba su barca frente al chiringuito y en más de una ocasión se dejaba caer por allí. Hasta la mismísima Gala, le pedía a la esposa del dueño que besara los bigotes del artista.

Qué comer en el Marítim

Pero más allá de su historia, la comida también es importante. En el Marítim de Cadaqués uno puede disfrutar de unas buenas tapas. Desde unas bravas, calamares y croquetas, hasta un tataki de toro o una ventresca completa.

Los que quieran refrescarse también pueden optar por la ventresca de toro, un sashimi de chuletón o un ceviche peruano. Claro que tampoco faltan las anchoas de L’Escala, las ensaladas o las coques.

Un chiringuito con buena comida

Otro de los chiringuitos conocidos es el Blue. Ubicado en la arena de la playa de Ses Oliveres, este nuevo chiringuito tiene algo de toda la vida y una parte más moderna. Si bien mantiene la estructura formal de terraza sobre la madera y barra abierta, el color blanco del porche y sus sillas lo convierten en uno de esos espacios donde relajarse. El rótulo azul y unos platos del mismo color no hacen otra cosa que darle el toque marinero.

Su menú es una mezcla de platos de bar de playa de toda la vida, con platos mucho más elaborados y de bastante calidad. Eso sí, lo que predomina, para no desentonar es el producto sacado del mar. Pescados y mariscos son los platos estrella del Blue. Las bandejas de cigalas, gambas, los pescados son elaborados con esmero y hacen las delicias de los comensales, quienes si quieren pueden disfrutar de unos entrantes a la altura.

Y si se prefiere ir por las tapas y comer ligero antes de regresar al mar, se puede optar por unos tremendos calamarcitos fritos o unas bravas de la casa. Ya si a eso se le añade un entorno que rebosa arte, la experiencia se vuelve de 10. También se encuentran algunas variaciones de clásicos. La variedad de croquetas, el steak tartar con base de aguacate o una buena carne de cerdo servida como si fuera un hot dog, son algunos de los otros atractivos.

Estrellas Michelin

Pero no todo acaba en los chiringuitos. O sí. Desde hace unos años, los cocineros con tres estrellas Michelin Oriol Castro, Eduard Xatruch y Mateu Casañas regentan allí el restaurante Compartir. Se trata de un local ubicado al lado del puerto que se ha hecho un hecho entre los más sibaritas de Cadaqués y quien lo visita.

Mientras el restaurante barcelonés Disfrutar se lleva la fama, en este pueblo pesquero por excelencia, considerado uno de los más bonitos de España, los chef tienen el comedor de una cocina de proximidad donde ofrece, entre otros muchos platos, un excelente arroz con bogavante. Su fama, los premios y su compromiso con la frescura de los ingredientes y la cocina popular lo convierten en uno de mejores destinos para degustar la cocina catalana.

Mesas del Compertir de Cadaqués

Dos clásicos

Este restaurante es mencionado por National Geographic para hablar de la buena comida que se puede degustar en el municipio, pero hay muchos más. Otro de los que se señala la enoteca Martín Faixó, que además de ofrecer unos vinos exquisitos cuentan con unas tapas y platillos que maridan a la perfección con sus caldos.

Nombrarlos todos, sería el cuento de nunca acabar, pero no se puede hablar un artículo sobre los placeres gastronómicos de Cadaqués sin mencionar “las tascas tradicionales y un tanto folclóricas” de Casa Anita, justa a la llegada del frente marítimo. Un bar de toda la vida donde saciarse con los platos y tapas de toda la vida.

Qué ver en Cadaqués

Sobre qué hace “monumental” a este municipio, las palabras se quedan cortas. El casco antiguo con sus calles laberínticas y estrechas calles, cautiva por las casas blancas con acabados de madera que le da el look marinero que uno espera de un sitio de costa. 

El pueblo, de origen medieval y rodeado por una gran muralla, ocupaba el espacio de lo que hoy es el centro histórico de la localidad, cuyo punto más alto se encuentra situado en la iglesia de Santa María de Cadaqués. Llegar hasta ahí garantiza una vista preciosa de la localidad, de la bahía de Cadaqués, de la isla es Cucurucuc e incluso del faro de Cala Nans.

Vistas del puerto de Cadaqués y sus calas / PIXABAY

Escapadas y playas

Los que deseen conocer su oferta cultural no deben dejar pasar la oportunidad de visitar el Museo municipal de la villa, la Casa Museo de Salvador Dalí y el Espai Cap de Creus, así como sus numerosas galerías de arte. Edificios emblemáticos como la Casa de Don Octavio Serinyana, la Torre del Colom o el Faro del Cap de Creus, y esculturas en homenaje a los artistas e intelectuales más destacados que han residido o bien han pasado por el municipio completan el catálogo cultural de Cadaqués.

Y no se pueden dejar de lado sus playas. Uno de sus elementos más característicos son los cantos rodados y las rocas. Estas últimas poseen formas muy curiosas, hasta el punto de que los mismos habitantes han bautizado con nombre de animales aquellas rocas que por su caprichosa forma les recordaban a un determinado ser vivo. De aquí que se hable del camello, del águila o la tortuga refiriéndose a ciertas rocas del Cap de Creus. Pero eso no es todo, el mismísimo Salvador Dalí se inspiró en una gran roca, situada en la cala de Culleró, para crear su famosa obra el El gran masturbador.

Cómo llegar

Llegar allí no es fácil. Implica muchas horas de trayecto y pasar sí o sí por una carretera de curvas, la GI-614 que es tan peligrosa como conocida por los visitantes del pueblo.

Desde Barcelona se tarda más de dos horas, pero hasta la carretera de Cadaqués todo es autopista (AP-7), carretera nacional (N-II) y la comarcal repleta de rotondas que es el tramo de la C-260 que une Figueres con Roses.

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