Miguel Durán
Hace justo un año, un 2 de julio de 2024, se archivó en silencio el que se vendió como el gran escándalo de la sanidad catalana. El abogado Miguel Durán, exdirector de la ONCE, promovió una querella contra el Hospital Vall d’Hebron y UGT por desviar fondos públicos a través de una guardería interna del centro sanitario.
Pero la causa se cayó. La juez Silvia López, que también instruyó los casos Negreira y Borràs, no le dio credibilidad. No hubo corrupción. Ni malversación. Ni prevaricación. Solo una cesión irregular —y mal gestionada— de un jardín de infancia a los sanitarios del hospital.
Durán se apoyó en una antigua sindicalista de UGT para denunciar que la guardería operaba sin licencia ni concurso público y que el dinero acababa en manos del sindicato. El caso se comparó incluso con los ERE de Andalucía. Hubo bombo, titulares y nueve investigados, entre ellos el entonces conseller de Salut, Josep Maria Argimon.
Pero con el paso de los meses, el caso se deshinchó. La juez apartó a la Policía Nacional por posibles interferencias, confió la investigación a la Guardia Civil, y ni siquiera ellos pudieron acreditar delito alguno. Solo un desajuste administrativo.
La guardería fue cerrada por el Ayuntamiento. Los sanitarios recurrieron. Perdieron. Y el equipamiento acabó reconvertido. La causa, en cambio, se archivó sin ruido, sin apenas seguimiento mediático y con un regusto amargo para los acusados.