Wayne Griffiths
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La realidad y la actualidad empresarial están rabiosamente ligada a los números. Es un hecho asumido en los mercados pero que, en ocasiones, no deja tiempo para ver un poco más de lo que hay detrás de cifras que siempre resultan demasiado frías. Incluso, en el caso de las que Seat ha publicado en relación con su rendimiento en los seis primeros meses del año, que marcan un récord histórico en su desempeño.
Con un beneficio operativo de 406 millones de euros e ingresos por encima de los 7.750 millones entre enero y junio, Seat demuestra sólidos síntomas de fortaleza con datos que, además, afloran un crecimiento sano al incrementarse también de forma sostenida la rentabilidad sobre las ventas.
En este caso, lo que hay detrás es un proyecto, una estrategia que ha sabido afrontar el desafío del coche eléctrico y que ha sido capaz de crear una marca desde cero como es Cupra, que se ha hecho un hueco en un mercado tan competitivo en apenas seis años. "Una marca nacida aquí, en Martorell; Cupra es una marca barcelonesa y lleva con orgullo esa condición", ha afirmado en algunas ocasiones Wayne Griffiths, consejero delegado de Seat y artífice del nacimiento de una enseña que ha hecho de su modelo Formentor un superventas, un elemento más del paisaje urbano y de las carreteras.
Un británico de nacimiento y alemán de pasaporte, que desde hace mucho tiempo es un orgulloso barcelonés más y que ha luchado para que Seat crezca con una marca que lleve el carácter y el talante de la ciudad que le ha conquistado. Gracias a la labor de Griffiths, hoy Seat y Cupra son mucho más que unos números históricamente elevados.