Marta Rovira
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La dirección de ERC ha logrado sacar adelante, por la mínima y con un pírrico 53,5% de votos a favor, su preacuerdo con el PSC para investir a Salvador Illa como nuevo presidente de la Generalitat. Un pacto que contempla cesiones desmedidas por parte de los socialistas como otorgar un concierto económico para Cataluña y ampliar aún más la imposición del catalán en todos los ámbitos. Propuestas que, a tenor de la división generada en las filas republicanas, no parecen haber colmado las insaciables aspiraciones de buena parte de su militancia, ni tampoco del independentismo en general.
A la amnistiada Marta Rovira le espera ahora una ardua tarea para recomponer un partido en caída libre y cada vez más dividido. La desconexión entre la cúpula de ERC y sus bases quedó ayer retratada con el resultado de la ajustada votación, y las tensiones pueden ir a más en los próximos días.
Los dirigentes republicanos deben abordar el debate interno, cumplir su palabra y blindar un pacto para sacar adelante la nueva legislatura en Cataluña. Una legislatura por la que los socialistas, a su vez, parecen dispuestos a pagar un precio altísimo, y que puede salirle muy caro a la ciudadanía no nacionalista. El tiempo dirá cómo acaba todo.