Carlos Torres
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El paso del tiempo está dejando en evidencia la estrategia del presidente del BBVA, Carlos Torres, a la hora de tomar el control de Banco Sabadell y proceder a una gran fusión en el sector financiero. El ejecutivo ha alcanzado la nada sencilla meta de poner de acuerdo a casi todo el espectro socioeconómico, sobre todo en aquellos territorios de mayor implantación de la entidad opada, a la hora de tomar posiciones en contra de la maniobra.
Si las formas son muy importantes, y a la vista está que no han sido las más adecuadas, los mensajes no le van a la zaga. Y en este capítulo, Torres ha estado especialmente desafortunado. Si comenzó generando un terremoto al insinuar eventuales acuerdos con socios del Sabadell para que aceptaran la OPA sin identificarlos, lo que puso en guardia a los departamentos jurídicos, ha proseguido con la insistencia en el mensaje de que no existe margen de mejora en la contraprestación a los socios del banco con sede en Alicante; algo que el propio mercado se ha encargado de desmentir.
Bien es cierto que el ecosistema de los mercados es difícil de interpretar y que son muchos, variados y, en numerosas ocasiones combinados, los factores que afectan a la cotización de un valor. También es verdad que, aunque algo tarde, Torres se ha lanzado a la conquista de los principales dominios del Sabadell al trasladar su mensaje a un selecto grupo de personas con notable influencia.
Esfuerzos que, a día de hoy, parecen baldíos. No es precisamente entusiasmo por la operación la sensación que está emitiendo el mercado. Y esta batalla se avecina demasiado larga para comenzar a perder fuerza en una etapa tan temprana. Los inversores han lanzado un primer aviso al oferente: el camino no es el correcto.