Anna Erra
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Junts ha traspasado una línea roja al querer zanjar su lío interno a raíz de las denuncias de acoso de las diputadas Cristina Casol y Aurora Madaula por una vía poco moral. Anna Erra ha utilizado su cargo como presidenta del Parlament para intentar suspender el protocolo que busca prevenir, detectar, abordar y resolver situaciones de acoso dentro de la institución.
Aprovechar su situación de poder dentro de la Cámara autonómica para atajar una crisis interna de partido no es sólo poco ético, sino también intolerable para todas aquellas personas que optan por ese mecanismo interno para denunciar algo que no debería nunca producirse en la casa de todos los catalanes.
Sin embargo, no sorprenden los gestos que proceden de una exalcaldesa de Vic que ya nos tiene acostumbrados a hacer un uso partidista de las instituciones y que es conocida como una de las más hooligans del independentismo.