Jordi Turull
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El discurso airado de Jordi Turull ante los suyos en el Consejo Nacional de Junts per Catalunya de este fin de semana escenifica el viraje de la formación de Carles Puigdemont a vueltas con la inmigración. Si la presidenta de la formación, Laura Borràs, se ha ganado la medalla por decir lo que nadie más ha osado decir --que Cataluña tenga control total sobre sus fronteras--, el secretario general ha incendiado un debate que sólo puede abordarse desde la responsabilidad.
En sus primeras declaraciones tras conocerse el acuerdo con el PSOE por la delegación de competencias en favor de la Generalitat, Turull hablaba de que Cataluña debía aspirar a "expulsar a los delincuentes multirreincendentes en situación irregular". Poco ha durado la moderación en su discurso, del que ha borrado lo de "en situación irregular" para acabar exigiendo la deportación de multirreincidentes inmigrantes "lleven 15 días u ocho generaciones aquí".
Vincular inmigración con delincuencia y una política integral para Cataluña en esta materia con "la convivencia, la cohesión social, el progreso y la lengua catalana" inunda de tintes xenófobos el posicionamiento del partido de Puigdemont. Así se han encargado de recordárselo múltiples voces de distintos espectros, desde ERC hasta los Comunes, hablando incluso de "extrema derecha". "Cataluña, un único pueblo", clamó Turull ante los suyos, entre vítores. Mientras tanto, prepara el terreno para la ultraderechista Sílvia Orriols, que calienta en la banda.