Eloi Badia
Eloi Badia ha empezado el año con mal pie. Tras verse forzado a renunciar a opositar para entrar en la bolsa de empleo del Ayuntamiento de Barcelona cuando aún es concejal, debido a las dudas que planteaba ese movimiento, ahora ha tenido que dar explicaciones por la denuncia de que bajó su bici del maletero del coche oficial a 100 metros de un acto en el que tenía que participar --y al que llegó pedaleando--. Además de eso, también sale a la luz que ha renovado la cesión de un inmueble público del barrio de Gràcia a los okupas del lugar, a pesar de existir un expediente de cese de actividad en vigor (es decir, una orden de desalojo), de que éstos han impagado el alquiler del convenio anterior, y de que la Guardia Urbana ha actuado en 78 ocasiones en el edificio allanado, por quejas y denuncias vecinales.
La falta de explicación sobre este pacto con los okupas ha generado una ola de indignación en la zona y denuncias de que se promueve para evitar las consecuencias políticas del desahucio a un año de las elecciones municipales. Por formar parte de un partido que se reivindica como el abanderado de la transparencia, la decisión de Badia no ha sido explicada precisamente con luz y taquígrafos. Los ciudadanos de Barcelona se merecen esta explicación.