Xevi Xirgo, presidente del CAC / EFE

Xevi Xirgo, presidente del CAC / EFE

Examen a los protagonistas

Xevi Xirgo

13 febrero, 2022 00:00

El amanuense de Puchi

Pretender enmendar la larga deriva caciquil del CAC colocando de presidente a Xevi Xirgo (Cassà de la Selva, 1964) se parece bastante a creer que no hay como un zorro para proteger a las gallinas. Yo diría que a la oposición le metieron un gol por la escuadra, y nunca he entendido muy bien la extraña alegría de Salvador Illa cuando presumía de haber colocado a dos o tres de sus leales en el Consell de l´Audiovisual de Catalunya (CAC), esa noble institución controlada hasta ahora por Roger Loppacher, esbirro ejemplar del lazismo que, en situaciones de empate técnico, siempre se las apañaba, recurriendo a un eufemismo llamado “voto de calidad”, para inclinar la balanza del lado que más le convenía al régimen…Que es lo que todos nos olemos que hará el señor Xirgo cuando le toque pronunciarse ante un asunto espinoso (que respiren tranquilos Peyu y Jair Domínguez, que de ahí no les va a llegar el cese aunque sigan practicando su humor racista y prepaleolítico y colando de matute propaganda de empresas patrióticas que les garantiza un simpático sobresueldo). A fin de cuentas, toda la vida profesional de Xevi Xirgo ha transcurrido al servicio y a la sombra del régimen, llegando a los extremos de convertirse en el amanuense preferido de Carles Puigdemont, el único periodista del mundo que necesita a otro periodista para escribir sus libros (Xirgo ya le ha fabricado dos, lo cual no negaré que tiene su mérito, ya que Puchi no es precisamente el doctor Johnson y su confidente tampoco es un fino estilista como Boswell).

Durante años, el señor Xirgo estuvo al frente del diario El Punt/Avui, donde publicaba unos sesudos artículos de corte independentista que, dado el tema elegido, no eran más que inacabables variaciones sobre el mismo tema en los que, de vez en cuando, recurría a una ironía lazi que dejaba bastante que desear. Aunque no tanto como la supuesta retranca que practica su sucesor en el cargo, Joan Vall Clara, un señor con cara de permanente dolor de muelas cuyo referente moral y espiritual y guía para ir por la vida como Dios manda es su abuela Neus, a la que cita prácticamente en todos sus textos para que veamos que siempre tiene más razón que un santo (este hombre consigue que hasta echemos de menos al inefable Oncle Baixamar, personaje imaginario surgido de la fértil inventiva de Francesc Marc Álvaro, actualmente reciclado en procesista arrepentido y autocrítico).

Ya sabemos que el régimen no reparte los cargos de confianza atendiendo a la meritocracia, sino viendo quién luce el lazo amarillo más gordo y rutilante. Desde ese punto de vista, la elección de Xirgo como presidente del CAC es impecable, pues tiene en él, parafraseando a José Luís López Vázquez en Atraco a las tres, un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo. Eso sí, si de lo que se trataba era de poner orden en un CAC vendido al poder, nos hemos pegado un certero tiro en el pie. No negaré que los enchufados por Illa intenten acabar con el estado de las cosas en el CAC, pero lo van a tener muy difícil con alguien como Xirgo al frente de la institución, siempre dispuesto a emitir su “voto de calidad” cuando pinten bastos para el lazismo.

Sostenía Bertie Wooster, el célebre personaje de las novelas del humorista británico P. G. Wodehouse, que nunca había que fiarse de un baronet, la hez de la aristocracia para nuestro hombre. A mí me pasa lo mismo con los que se hacen llamar Xevi en vez de Xavi. Ya sé que se trata de una peculiaridad gerundense, pero veo en ella algo insano. Xavi es un diminutivo de Xavier, como todo el mundo sabe, pero Xevi… ¿De dónde viene Xevi? ¿De Xevrolet?