La ministra de Igualdad, Irene Montero / EFE

La ministra de Igualdad, Irene Montero / EFE

Examen a los protagonistas

Irene Montero

25 septiembre, 2022 00:00

Niños, niñas y niñes

Aunque en España abundan los políticos que a uno le causan cierta vergüenza ajena cada vez que abren la boca, nadie lo consigue con la habilidad y la asiduidad de Irene Montero, esa feminista que llegó a ministra porque su novio era el jefe de un partido político de (supuesta) extrema izquierda. Irene Montero (Madrid, 1988) es de las que hablan y sube el pan. Estos últimos días ha vuelto a liarla con unas confusas declaraciones sobre los derechos sexuales de los niños, las niñas y les niñes (Irene es una firme partidaria del sostenella y no enmendalla y es capaz de insistir en conceptos absurdos como si fuesen verdades que le han sido reveladas) que le han valido acusaciones de fomentar la pedofilia y hasta una querella de Vox, que así distrae la atención de sus líos con Macarena Olona. Según la señora Montero, niños, niñas y niñes pueden disfrutar de su cuerpo con quien les apetezca, y se ha explicado tan mal que algunos han entendido que todo aspirante infantil a intercambiar fluidos puede hacerlo con adultos si así les parece. ¿Ha dicho eso Irene Montero? Yo diría que no exactamente, pero la pobre es tan zapatona y se explica tan mal que la lía parda en cuanto se descuida, que es casi siempre. Sí, dijo que los adultos no deben manosear a los niños (y a las niñas y a les niñes) si estos no dan su consentimiento, pero tengo la impresión de que se hizo un lío, pues ni siquiera ella puede defender semejante burrada. Tengo la impresión de que Irene solo quería enunciar conceptos progresistas, pero que, dadas sus limitaciones para el pensamiento lógico y la oratoria, le salió lo que le salió. Y no es que falten motivos para solicitar su dimisión (e incluso la clausura de su inane ministerio fabricado a medida), pero estos son de carácter general y no creo que puedan circunscribirse a unas declaraciones patosas emitidas a velocidad supersónica por alguien que habla más rápido de lo que piensa. ¿Fomenta Irene Montero la pedofilia? Yo diría que no, aunque a algunos les haya parecido que sí. Lo único que ha hecho con sus últimas declaraciones es demostrar, una vez más, que no se aclara, que el cargo de ministra le va muy grande y que su pensamiento profundo se limita a repetir fórmulas supuestamente progresistas que no consigue ordenar de manera adecuada porque la pobre no da más de sí. ¿Pedófila? No. ¿Zoqueta? Un rato.

Irene Montero me recuerda a veces a la modista Vivienne Westwood en los años del punk, cuando ésta creía que con una boutique cutre estaba combatiendo al fascismo y organizando una revolución (con la inestimable ayuda de su novio, Malcolm McLaren, encauzándola a través de los Sex Pistols). Yo diría que también Montero cree estar protagonizando una revolución en su condición de fanática de escasas luces, pero la pobre es tan cortita (y tan mandona) que se obceca especialmente con el tema del sexo porque es el único que le suena mínimamente: de ahí les niñes, la ley trans, el solo sí es sí y ese feminismo de estar por casa que obvia cómo se lo hizo para llegar a ministra y que no suele centrarse en los países en los que el maltrato a la mujer es mucho más evidente que en el suyo.

No creo que prospere la querella de Vox porque la pedofilia es un delito, pero la tontería no.