Ramón Masats
De un tiempo, de un lugar
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Nos dejó el fotógrafo Ramón Masats (Caldes de Montbui, 1931 – Madrid, 2024), un hombre que se dedicó durante toda su vida a retratar este país, desde que se hizo con su primera cámara (según él, mientras hacía el servicio militar, para escapar del aburrimiento sideral que se registraba en el campamento). Se estrenó en el oficio con un reportaje gráfico sobre La Rambla de Barcelona y se integró rápidamente en la AFC (Agrupación Fotográfica de Cataluña), junto a otro crack del oficio como Xavier Miserachs. En 1957 se trasladó a Madrid, que se convertiría en su cuartel general para los restos.
Gracias a la revista Gaceta Ilustrada, el hombre se pateó toda España para recrearla convenientemente en sus fotografías de un dramático blanco y negro. Masats supo como (casi) nadie observar a la gente y los rincones de su país, aplicarles su personal mirada y conseguir instantáneas que acabarían siendo imágenes históricas. Aunque no lo sepan, todos han visto alguna foto de Masats, aunque la que más recuerda todo el mundo es la célebre imagen de los seminaristas jugando al fútbol, de la que el artista se quejaba de que a veces le hacía sentir como si fuese la única fotografía que había tomado en su vida.
Fruto de su interés humano y antropológico por sus compatriotas, surgieron algunos libros de gran interés, entre los que uno destacaría Neutral corner (1962, textos de Ignacio Aldecoa), Los Sanfermines (1963) y Viejas historias de Castilla la Vieja (1964, textos de Miguel Delibes). Después de este último, vinieron dieciocho años de abandono de la fotografía por parte de Masats, que se dedicó a fabricar documentales sobre sus temas de siempre para TVE, así como a dirigir un largometraje, Topical spanish, curioso intento de cine pop a la española protagonizado por Guillermina Motta, José Sazatornil o el grupo Los Iberos. En 1981, nuestro hombre volvió al tajo fotográfico, ampliando su colección de imágenes con viajes a países extranjeros. Recibió el Premio Nacional de Fotografía en 2004.
El arte de Masats es, en mi opinión, de un carácter básicamente humanista (apoyado en una técnica impecable). En ese sentido, es claramente emparentable con Miserachs y con quien, en cierta medida, fue el maestro de ambos, Francesc Català Roca, así como con los franceses Robert Doisneau y Henri Cartier-Bresson. Las fotos de todos ellos resultan tremendamente reales y, al mismo tiempo, evocadoras.
Si uno quiere reconstruir la historia de España en el siglo XX, las fotos de Masats constituyen una lección tan amena como eficaz y exhaustiva. Como todos los grandes fotógrafos, lo que distinguió siempre a Masats fue su manera de mirar, que es lo que diferencia a un profesional del medio de un dominguero empeñado en dejar constancia de su último pícnic con la familia. Lo de que una imagen vale por mil palabras no siempre es verdad, pero en el caso de Masats resulta innegable.