Jaume Roures, ex socio gestor de Mediapro, en una comparecencia anterior

Jaume Roures, ex socio gestor de Mediapro, en una comparecencia anterior EFE

En voz baja

Roures sigue cortejando al Ayuntamiento de Barcelona tras la salida de Colau

28 febrero, 2024 18:04

Noticias relacionadas

Jaume Roures, el millonario del audiovisual, intenta mantener la relación estrecha con el Ayuntamiento de Barcelona tras la salida de Ada Colau del gobierno local. El empresario despedido de Mediapro se ha reunido con el alcalde, Jaume Collboni, y el concejal de cultura de la corporación, Xavier Marsé, de forma discreta en un céntrico restaurante de la capital catalana.

El antiguo troskista mantenía con la antigua administración local una proximidad que se traducía en negocios más allá del sector audiovisual. De hecho, esta actividad levantó polvareda en la ciudad. La más criticada fue la adjudicación conseguida para construir un bloque de viviendas de protección oficial en el barrio del 22@. Roures se hizo con la licitación frente a otras inmobiliarias tradicionales y tenía que completar con vivienda pública la pastilla que había albergado la fábrica de hielo de La Siberia y un lavado de coches.

Años después, los privados que participaban en la operación han levantado dos edificios de oficinas -es la actual sede de NTT Data- y han empezado a comercializar varias tipologías de vivienda en una zona deseada por los compradores. Han rehabilitado parte de los bloques existentes y han transformado ciertas naves industriales en tríplex de lujo. El único terreno que queda pendiente de construir es, precisamente, el que corría a cargo de Roures. El magnate audiovisual ha encallado en la operación.

Con todo, no parece que haya cesado en el empeño de conseguir nuevos negocios con el consistorio catalán. Ya sea por interés personal o por su nueva aventura audiovisual, la que Roures ha iniciado de la mano de Abacus para dinamizar esta división de la cooperativa que ha triunfado en Cataluña con la venta de material escolar. Mediapro quedó en el pasado. Por lo explican desde su entorno, el troskista (él mismo reivindica sus orígenes) intenta cerrar la herida de que uno de sus mejores amigos, Tatxo Benet, le vendiera y encara su nueva etapa profesional con optimismo. En apariencia lo mantiene intacto, como mínimo para cortejar a antiguos socios.