Nadie dijo que sería fácil. Cuando Joan Laporta y su junta directiva --parte de la cuál se ha caído por el camino-- accedieron a la presidencia en marzo de 2021, todos sabían del descomunal trabajo que tenían por delante para salvaguardar el bienestar deportivo, institucional y económico del FC Barcelona. Han pasado dos años desde entonces, y la gestión laportista ha dejado alabanzas y críticas a partes iguales entre socios y aficionados. Son innumerables las polémicas que han aparecido, algunas por una desinformación que ha provocado reticencias.
El debate continuo sobre el modelo de propiedad y una posible conversión a Sociedad Anónima Deportiva (SAD), la decepción tras el fiasco de Leo Messi, el caso Negreira, la opacidad o poca transparencia de las cifras reales que costará el Espai Barça, el inesperado cierre de Barça TV, la elevada masa salarial que tenía que rebajarse y no se redujo, el agujero económico de 220 millones de euros, la deuda de casi 4.000 millones... Un conjunto de aspectos y situaciones, en definitiva que provocan nerviosismo entre un sector cada vez más importante del barcelonismo.
El pinchazo de los abonos en Montjuïc
Y en particular, entre aquellos que no se conforman tan sólo con los éxitos deportivos. Una prueba de la incertidumbre que presenta la gestión de la actual junta puede verse con el pinchazo de los socios en el exilio a Montjuïc. De los 83.500 abonados y 148.000 socios que tuvo el Barça la pasada temporada, únicamente 16.864 han solicitado el abono para el Estadi Olímpic Lluís Companys (un pobre 20.19%).
O al menos, esa es la cifra que trascendió hace unos días. El objetivo del FC Barcelona se fijó en 27.385 abonados (un 32,79%) para un estadio con un aforo de 49.472 espectadores, tal y como confirmó el propio club. A pesar de que la directiva instó a los socios a "acompañar al Barça en un momento muy importante", de momento Laporta no ha logrado que el mensaje cale hondo.
Burofax de los grupos de socios críticos
Mientras tanto, agrupaciones como Dignitat Blaugrana, Compromissaris FCB, El Senyor Ramon, Un Crit Valent y Seguiment FCB enviaron un burofax semanas atrás para obtener las respuestas que la junta, de momento, no ha querido dar en relación a las cifras del Espai Barça y el acuerdo con la constructora Limak. Jaume Llopis, uno de los azotes contra la gestión de Joan Laporta, mandó un requerimiento al Síndic del Soci i Sòcies, Joan Manuel Trayter, y a la Comisión Económica y Estratégica del Barça.
Se pidieron unas aclaraciones que nunca llegaron, tras su solicitud anterior. "En nuestro escrito anterior les solicitamos que nos informasen si habían elaborado y entregado a la Junta Directiva el Informe y Recomendaciones, a fin de evitar incongruencias y errores que cualquier tercera persona pudiera emplear en contra de la Institución", podía leerse al inicio del documento. "Esta desinformación del club, hace que como socios no seamos capaces de entender el funcionamiento de la operación de financiación del Espai Barça, ni las consecuencias que se pueden derivar de la misma".
La subida de tono de Eduard Romeu
El caso es que el vicepresidente económico del club, Eduard Romeu, se dejó llevar por las emociones y metió la pata en su contestación. En sus declaraciones, no sólo siguió sin dar respuestas claras sino que advirtió a los socios críticos que “deberán responder de los posibles perjuicios con su patrimonio”.
Una amenaza de la que se arrepintió poco después, aunque el daño ya estaba hecho. Jaume Llopis, como es lógico, se dio por aludido. "En la historia del Barça nunca un directivo había amenazado a socios y a un senador; que soy yo", se quejó. La crispación por la falta de transparencia del Barça en algunas cuestiones, todas ellas trascendentales, va en aumento. El tiempo dirá si, con el paso del tiempo, el suflé se rebaja o crece todavía más. De Laporta depende. Y de sus directivos, por supuesto.