Àgata Roca: “Hay una franja de edad, como los 50, en la que es muy fácil pensar que puedes caer en el olvido”
La actriz protagoniza una obra que a partir de Kafka y Kant golpea al espectador con un golpe de realidad y mucha ironía
1 marzo, 2024 13:17Noticias relacionadas
El imperativo categórico de Kant fue, es y será uno de los pilares de la filosofía occidental. Desde que el filósofo prusiano tratara de encontrar un sistema universal desde el cual deberían salir todas las leyes y normas que nos gobiernan y propician la convivencia, el mundo ha abrazado este pensamiento y también se ha peleado mucho, pero aun así, este tipo de mentalidad sigue vigente o, al menos, presente.
Así lo piensa también Victoria Szpunberg, que se acerca al Teatre Lliure de Barcelona con una obra que lleva el título de este concepto filosófico. Un concepto que considera que ha oprimido tanto al ser humano en general y a la mujer en concreto y más allá de divagar o reflexionar en escena sobre ello, pone en escena situaciones en los que uno se ha dado de bruces con ciertas normas impuestas que nos impiden avanzar.
El imperativo categórico
La que vive todo esto es Clara, a quien da vida Àgata Roca. Ella es una profesora asociada de la universidad, que cobra lo suficiente para poder vivir en precario, con alquiler desorbitado que le impide llevar una vida digna. Pese a todo, siempre sigue haciendo “lo que toca”: obedece las normas, cumple con la ley y un día colapsa. Literalmente. Cae desmayada ante sus alumnos mientras les explica el imperativo categórico.
A partir de allí, dramaturga y actriz ponen en escena una serie de situaciones entre lamentables y perversas, pero cargadas con mucho humor, a las que la protagonista debe hacer frente. La ironía sirve de escudo a la hora de que el espectador asista a un drama que puede sentir muy cercano: fondos buitre, salarios precarios, alquileres por las nubes y un presente desolador. Porque esta obra, aunque pueda retratar la vida de los jóvenes, habla sobre todo del presente que también viven esas personas que, con más de 30, 40 y 50 años, no tienen la vida solucionada ni visos de que eso sea posible. Y eso que han hecho "lo que toca".
- ¿Cómo fue aceptar este reto y meterte en este papel así en el que, de entrada el imperativo categórico, un tema denso, parece imponerse?
- A ver, la filosofía no se puede aprender en dos meses. Yo he intentado lo mínimo. He hablado con profesores de filosofía, me he leído libros, pero, evidentemente, no puedes meterte en dos meses en la piel de una persona que tiene esa sabiduría. Pero, bueno, somos actores y aquí estamos. He intentado, sobre todo, entender todo lo que le pasa a esta persona. Meterme en su piel. Y no son cosas que nos deban quedar tan lejos. Tenemos muchas cosas en común con esta mujer. Para empezar la edad, tiene también unos problemas de salud y muchas cosas con las que me puedo identificar. Es la parte más intelectual que tenido que trabajar un poco más e informarme.
- ¿Pesan sobre nuestras cabezas muchos imperativos?
- Estamos acostumbrados a seguir toda una estructura que viene de arriba, seas hombre o mujer. Tal vez las mujeres los hemos sufrido más porque, siempre los jefes, hasta ahora, eran hombres, ahora eso se va transversalizando. En cualquier caso, ese imperativo de "tener que" dar unos pasos, seguir unas normas para conseguir algo y formar parte del sistema es esto. Y formar parte del sistema es esto.
- ¿Pero hacer las cosas como supuestamente "debes" acaba mal?
- Puede acabar mal. En el caso de la protagonista, no, pero porque no sigue, finalmente, las pautas que debería seguir, coge un camino paralelo, porque con el camino que marca la pauta, el imperativo categórico, hace que no pueda salir adelante. Entonces empieza a encontrar una serie de obstáculos y, finalmente, logra salir.
- ¿Seguir las normas puede garantizar algo, al fin y al cabo?
- Hacer las cosas bien, quizás no nos garantiza nada. Finalmente, te preguntas qué significa hacer las cosas bien. El imperativo categórico de Kant trata de que haya una ley universal que funcione para todos, pero, en este caso, esta persona hace las cosas bien y recibe muchos palos.
- Uno de ellos es su sueldo.
- Es una profesora asociada, pero hay precariedad laboral en muchísimos otros trabajos. Yo he descubierto aquí un mundo de personas con carreras muy potentes que viven en precariedad. En el caso de este personaje, ella no deja de repetir "no me saques ninguna asignatura, por favor", porque si se la quita implicaría cobrar 300 euros menos y entonces esta persona no llega a los 1.000 euros. ¿Cómo alquilas un piso en Barcelona si no cobras más de 1.000 euros? Y, aun así… Siempre hablamos de cómo lo tendrán los jóvenes, no, ¡cómo lo tenemos nosotros! Porque los que tenemos la suerte de trabajar y habernos podido pagar una vivienda lo tenemos muy bien, pero la gente que no tiene esa suerte, que no tiene una pareja tampoco con quien compartir los gastos y la hipoteca y todo, ¿cómo lo hace, no?
- ¿Se tienen poco en cuenta las realidades no jóvenes?
- Por eso me gusta la obra, porque habla de nosotros, que somos una generación que no lo tiene aún todo resuelto, ni mucho menos.
- Una de esas cosas no resueltas es cómo vivir. La situación de la vivienda.
- La vivienda es el tema. Vivimos en una ciudad pensada para los extranjeros, los alquileres temporales, los Airbnb y demás. Lo hemos visto, ¿cuánta gente de aquí tiene que marchar porque no pueden pagarse una vivienda? La obra habla mucho de esto, también. Creo que mucha gente se sentirá identificada.
- ¿Es 'L'imperatiu categòric' una obra de teatro social, entonces?
- No lo sé, eso lo debería responder Victoria, yo no creo ni mucho menos haya querido hacer un teatro social o reivindicativo. Simplemente, habla de una realidad, basada en hechos reales y en las vidas de mucha gente cercana que tenemos. Una persona en la cincuentena no se puede mantener, no puede vivir, entonces no es que haya una crítica, es una realidad. Yo sé que es incómodo de oír por parte de los responsables, pero es verdad. Todos tenemos gente cercana que está buscando piso desesperadamente y no puede pagárselo, porque los sueldos no son equivalentes a los precios.
- Tampoco quiero olvidar que en la obra usted se encuentra con un actor, pero que representan varios hombres. ¿Qué relación tiene con ellos?
- Ella va chocando con paredes. Desde que leí El proceso de Kafka y vi la película, porque creo que esta obra habla más de Kafka que de Kant, ves a esta persona que de repente la excluyen de su mundo. Choca contra paredes y se topa con personas que la están apartando y no sabe por qué. En este caso ella no deja de encontrarse con obstáculos y todo lo que intenta no le sale bien. No sé si por el hecho de ser mujer o no. Supongo que aquí Victoria sí ha querido remarcar más esta invisibilidad de las mujeres respecto a los hombres, que quizás es más potente a esta edad.
- ¿En la cultura y en la interpretación también una se encuentra con estas barreras?
- Bueno, de esto se hablan mucho, últimamente. No paran de salir entrevistas a actrices maduras que explican que no hay papeles para ella. Yo creo que está habiendo mucho eco al respecto y espero que ya no se tendrá que hablar más, porque se ha demostrado que tenemos muchas historias que contar.
- ¿Y se puede hablar de todo esto con humor?
- Aquí hay mucho humor. Además, un humor que a mí me gusta mucho, que me identifico mucho con él, un humor cínico. Podría ser una comedia negra, aunque es difícil de definir. Tú dices comedia y la gente se espera una obra para reír y ya, pero la situación de ella es muy dramática. En cualquier caso, lo que nos dice aquí Victoria es que no perdamos el humor.
- ¿Tan importante es el humor en la vida? Sabemos que T de Teatro juega mucho a ello, ¿pero en su día a día es así?
- Con T de Teatre siempre hemos querido esto, hablar de cosas dramáticas a partir del humor. Yo tengo mucho humor en mi vida. Soy una persona que pongo sentido del humor, a veces, en los puntos oscuros y esto me funciona. En este sentido, me encuentro muy cómoda en este tipo de género.
- ¿Pero se entiende y se valora este tipo de humor para hablar de ciertos dramas?
- Yo creo que sí. Es cierto que a veces hay mucho prejuicio en este país con la comedia, siempre lo ha habido. Se valoran mucho los dramas y quizás no se valora tanto la comedia y pienso que no es nada fácil hacer comedia. Y, además, conseguir de hablar de dramas mediante la comedia, como hace Victoria en este caso, es lo más difícil.
- Por último, ¿estamos tan arrinconados como Clara?
- Creo que no. Al menos, yo no. Pero seguro que hay momentos en la vida por la que todos pasamos por estos altibajos. Y hay una franja de edad, que es esta, en la que es muy fácil pensar que puedes caer en el olvido.
- ¿Debemos revolucionarnos como la protagonista de la obra, Clara? ¿Lo hacemos suficiente?
- Yo creo que ya lo hacemos. A ver, para cambiar el sistema deberíamos hacer grandes revoluciones. E insisto, en el tema de la vivienda deberíamos revolucionarnos. No sé cómo, pero es cambiar todo el sistema.
- ¿El teatro tiene algún papel en esta revolución?
- Sí, al menos para hablar de ello, explayarnos y desahogarnos un poco.