María Vázquez apuesta por la matria: “Hay que seguir luchando por los derechos de las trabajadoras"
La actriz protagoniza el primer largometraje de Álvaro Gago, un cine social que se desmarca de los tópicos
28 marzo, 2023 00:00Tras su paso por los festivales de Berlín y Málaga llega a las pantallas Matria, el largometraje de Álvaro Gago protagonizado por María Vázquez. Una de las cintas del año.
La historia se aleja del tono dramático del cine social de Ken Loach y acerca un poco más a los de Luc y Jean-Pierre Dardenne, aunque con espacio para el humor. La cámara sigue los pasos de Ramona, una mujer que, a sus 40 años, se queda sin trabajo después de enfrentarse a una rebaja salarial.
Su situación familiar no ayuda, vive con su pareja en casa, que no aporta dinero, abusa de ella y gasta sus ingresos en el bar. Su hija se ha ido de casa, rechaza su modo de vida y apenas la va a ver. Todo lo tiene en contra, pero ni la protagonista ni la película caen en un excesivo drama y ambas salen hacia adelante con decisión y talento.
El mismo que tiene su realizador que, tras hablar con la Ramona real, ha hecho de su corto homónimo un largometraje que ha cautivado ya al público de los festivales antes citados. “Sentí de manera muy nítida que yo, aunque fuese en la ficción, tenía que darle un nuevo horizonte al personaje principal, que en el cortometraje estaba sometido a un círculo rutinario muy castrante y que no tenía salida”, revela a Crónica Directo.
Esa salida es la que la aleja del estereotipo del cine social puramente dramática, en el que sus protagonistas apenas encuentran una salida. “Una de las razones de peso que me empujaron a seguir trabajando en este universo fue la idea de un nuevo horizonte, la idea de alguien que rompe, la idea de una revolución personal, la idea de un viaje de toma de conciencia, la idea de que estas estructuras tan férreas, tan regidas por unas normas no escritas que nos constriñen tanto se pueden agrietar”, subraya.
A ello se le suma “una querencia por profundizar en su relación con la hija y con su pareja”, que le parecían dos relaciones que estaban como intuidas en el cortometraje, pero que aquí formaba un poco el corazón también de la película, y que le permitían, por un lado, “explorar muchos de los grises de los personajes y humanizarlos”.
Una persona clave para hacer palpable esta humanidad ha sido su actriz principal, la gallega María Vázquez, que está extraordinaria y aporta una naturalidad que insufla realismo a su Ramona. Por ello, ya ha recibido el premio a la mejor actriz en el festival de Málaga.
La actriz, por eso, le da el mérito al director por ser “muy listo” y no darle el “guión entero al principio” del rodaje y “el proceso fue muy largo”, tanto como un año. Durante este tiempo, ella no sólo fue a la zona y habló con Francis, la mujer que inspiró a Gago, sino que hizo un trabajo de “inmersión lingüística” ya que Matria, pese a ser una coproducción catalana, está rodada en gallego.
Pero que nadie se asuste, tampoco es el típico filme con la leyenda “basado en hechos reales”, de hecho, nunca lo ponen. Y es que el cineasta aprovecha esta historia real para “hablar de muchos temas concretos y un poco más abstractos, más intangibles, como estas normas no escritas, que sobrevuelan, pero que establecen después patrones de conducta que son una de las razones por las que Ramona continúa, por ejemplo, en esta relación” tóxica con su pareja.
“Creo que desde fuera es complicado entenderlo, porque más allá de la posible dependencia económica, que sí que es algo ya más concreto y que se entiende mejor, ella tiene ciertos patrones de lo que una mujer debe hacer en este contexto que marca mucho tus decisiones, te limitan mucho e influye mucho a la hora de que una pueda seguir en una relación de este estilo”, razona Gago.
Tampoco es mucho mejor la relación que mantiene con su hija, en quien Ramona se quiere apoyar, pero en la que no encuentra cobijo. Claro que la madre no le da tregua, “tiene un plan trazado” para ella que consiste en estudiar y alejarla del novio, un panadero, porque “no quiere que esté con un pobre. Eso es muy fuerte”, señala el director.
Y es que Gago, a diferencia de Loach o los Dardenne, no es complaciente con su protagonista, Ramona “prejuzga mucho al chico sin conocerlo de nada y sin realmente pensar en si es una relación sana para ella, pero que estudie para panadero no le parece suficiente para su hija. Está repitiendo esos patrones” y que la condenan a ella misma.
Sin juicios
En todo caso, Gago no juzga a Ramona ni a su actitud beligerante contra la vida ni tan sólo que se quede con su marido o quiera una vida mejor para su hija. “Es difícil romper con esos patrones. Como decía Marx, la conciencia la determinan las circunstancias, y no al revés. O bien te echan una mano y te expones tú a esas grietas de las que hablábamos antes o por naturaleza también nosotros somos animales de repetición”.
Tampoco Vázquez condena a su personaje. “Tiene un volcán y se equivoca mucho también, pero esto es lo guay, porque es lo que la hace humana”, defiende. Pero eso es también lo que hace diferente a Matria de las películas buenistas con sus personajes.
“Estamos muy acostumbrados a ver películas de mujeres sin aristas, perfectas, más que mostrar cosas imperfectas, que sean políticamente correctas. Que digan palabrotas, todavía hoy cuesta. Muchas veces los productores piensan que va a caer mal el personaje, porque todavía es esa cosa también que el público le permite más a los hombres ser lo que quieran. Como en todo, y a nosotras menos”, lamenta la actriz.
También un cine social denso, afectado, con unos personajes condenados. Los de Matria tienen algo de esto, pero se movilizan para romper con mucho esfuerzo allí donde la sociedad los ha colocado. Aquí hay también una propuesta visual que no juega al feísmo y un personaje que crece y se deconstruye para renacer de sus cenizas, e incluso para alejarse de esos errores que ha cometido.
“De ahí de hecho jugamos mucho con los espejos, no solo de manera literal con los espejos que aparecen en la película, sino que hay personas que son espejo, y en el proceso de deconstrucción por el que avanza, empieza a mirarse a sí misma y mirarse adentro y decir: 'Oye, espera yo estoy aquí también dando órdenes a todo el mundo, a mi hija sobre todo'”, explicita Gago. Un trabajo que evidencia que el realizador ha cuidado su planteamiento visual.
Así, el director apuesta por dos cosas, por un lado, la metáfora visual, por otro, el cine social que a veces está más alejado de lo que parece de su público. “El cine tiende a olvidar mucho a la clase obrera y creo que tiene una responsabilidad. Porque el cine nace en contacto con la clase trabajadora, la gente saliendo de la fábrica nace en pegado a lo cotidiano, ¿dónde se quedó eso? Su naturaleza yo creo que está ahí”, apuesta.
Ese es el cine que le interesa al director de Matria. “Si bien el foco tiene que ser diverso, también ha de estar muy conectado con la gente y con el pueblo. Es una declaración de intenciones. Es una querencia por hablar de lo político desde lo íntimo y porque al final un escalofrío pega mucho más que cualquier panfleto o programa político. Si tú lo sientes, a través de la emoción puedes llegar a lo político. Vale más esa emoción que exponer un programa de ideas que al final no sirven a este medio, para eso también están los programas políticos. El cine tiene que ir más allá”.
La película va en esa línea, porque como bien dice María Vázquez, su personaje pueden ser universal, “porque sí, las protagonistas son esas mujeres con trabajos precarios", pero a ella la identifica como mujer, actriz, obrera de la actuación, que tiene que luchar cada día por conseguir trabajo.
Precariedad
Esa es la parte que no se ve de la actuación, pero que sucede. “Hay mucha precariedad”, revela. “A veces tienes trabajo y a veces no, tienes que conciliar y tengo dos hijos y es complicado porque no es fácil y con los horarios que tenemos...”, indica de forma más personal.
Aun así, recuerda que “eso es secundario porque cuando la precariedad está en primer plano es muy difícil salir de otro tipo de círculos. Ya tienes una pareja tóxica, pero no te puedes ir de esa pareja tóxica porque tu vida es una precariedad absoluta, entonces no sabes si vas a poder vivir en otro lado”. Así, reivindica que “hay que seguir luchando por los derechos de las mujeres trabajadoras, cuidadoras, que no se les da el valor, porque la dignidad del trabajo es lo que las podrá y nos podrá hacer más libres si aún no es imposible”.
¿El título de Matria es una declaración de intenciones, entonces? “Desde el inicio”, afirma tajante Álvaro Gago. “Para mí, como hombre heterosexual por ahora, la patria es un lugar muy estéril. Desde mi adolescencia, sobre todo, me he sentido bastante atado por el patriarcado. Entonces, creo que la matria es mucho más amable, más acogedora, con las diferencias, con las minorías.. Así que representa el mundo en el que yo quiero vivir, es esa lucha de todas las luchas por la matria que nos hace menos individuos y más colectivo. Es la última esperanza, y ahí el feminismo juega el papel fundamental”.
El cineasta matiza de qué tipo de feminismo habla: “Hace poco he escuchado a Carmen Calvo diciendo algo así como que el feminismo no puede cargar con otras luchas; no ha entendido absolutamente nada. El feminismo es la lucha de todas las luchas, de todos los colectivos, y todas las sensibilidades tienen que estar representadas ahí”.
En este sentido la elección de Galicia como escenario no es baladí. Siempre se habla del matriarcado existente en esa autonomía, pero como bien señala el realizador “Galicia es un patriarcado como en todos los lugares del mundo”, aunque desde “el centralismo español” quiere decirse lo contrario. Recuerda que, si la mujer gallega siempre ha trabajado su tierra y que tras la emigración gallega muchas se quedaban a cargo de la casa, eso no conformó más que “un matrilineje o matrilineado, que no tiene que ver nada con un matriarcado, con una mujer poderosa. A nivel político social, a nivel familiar, eso no existe. De hecho, se confunde mucho esta imagen de mujer gallega que se echa la familia y la casa a cuestas con una mujer poderosa, cuando es exactamente lo contrario”, sentencia.
El personaje de Andrés en la película lo hace evidente, él utiliza ese “en casa manda a ella” para escabullirse al mismo tiempo de sus responsabilidades y proyectar su imagen de cara al exterior de hombre que está subyugado en el hogar, detalla el realizador. Eso sigue ahí y “lo perverso” es que “está en lo macro y está en lo micro” por lo que se ha de ir agrietando poco a poco ese matrilineado”, sentencia.
Y para los que piensen que puede ser un mansplaining esto de que un hombre hable de la matria y filme una película con ese nombre, María Vázquez responde que, aunque es “la historia de estas mujeres, le da la visibilidad”, su director “tiene la sensibilidad” de escucharlas y de contar la película con todas ellas, recuerda. Para Vázquez, voces como la de Gago “dan esperanza” y ponen de manifiesto que “hay otro tipo de masculinidades”. “Esto será la matria cuando ya se nos escuche”. La propuesta por ellos, sin duda, ya resuena y se puede ver en todos los cines.