Josep Maria Mainat confiesa que, tras el intento de asesinato por parte de su mujer, Angela Dobrowolski, “estoy mal, tengo lapsus”.
Según ha trascendido, la joven estudiante de Medicina le inyectó insulina sin su consentimiento y sabiendo que él era diabético. Un hecho que casi acaba con la vida de su esposo.
Inyecciones
En una entrevista ofrecida a TV3, señala que ella sólo le ponía dos tipos de inyecciones de testosterona y una de vitaminas que le faltan. Pero esa noche, no sólo lo hizo a una hora poco corriente, a las dos de la madrugada, sino que también “me puso dos inyecciones que nunca me había puesto ella y una de ellas nunca me la puse”.
Preguntado por si le han quedado secuelas, señala físicas o de salud no, aunque anímicamente y con todo lo que ha pasado está mal. De esa noche, hay cosas que recuerda mal y “cosas que no recuerdo”. Lo que parece claro es que no se lo esperaba. Lo único que le levantó sospechas fue que ellas horas antes “sí que estaba mirando mucho del testamento y la herencia”, señala
Acusaciones
Otra de las que recuerda es que la acusó a ella cuando despertaba, pero no tenía pruebas. Han sido los médicos quienes dijeron “esto que le ha pasado a esta persona solo le puede pasar si alguien le ha suministrado algo más que no es lo normal”, asevera.
Eso y todo lo que vino después de que, a principios de año, el productor decidiera separarse de Angela. Asegura que en ese momento “ella estaba en Alemania y yo en Canet” y que en marzo le dijo que padecía Covid y se podía alojar.
Ocupación
A partir de allí, todo fue muy distinto. Confiesa que durante el tiempo que estuvo en su casa conoció a un chico y que estaba allí cuando iba a verla con sus hijos. Pero eso no le duele, apunta, le duele que le engañara para después quedarse en su casa.
“En principio, no hubo ocupación”, señala. Acordaron que se iba a ir a finales de junio, principios de julio, “ella se quedó en julio, cuando yo me fui”. Así pasó hasta que intervino la justicia y le empezó a dar plazos para que se fuera, hasta el momento de autorizar su desahucio.
A lo 'Crónicas'
Entre medio, aparece la filtración del intento de asesinato, que asegura que no fue por parte de él. Y se encuentra con la prensa, con las cámaras en su casa del barrio de Horta y “sale una chica rusa gritando”, que él no conocía, en persona, aunque “la había escuchado nombrar porque había una especie de amenazas”.
“Pasamos de un tema serio”, indica a unos momentos que “si yo estuviera haciendo Crónicas Marcianas hubiera empezado con esto”, bromea. “Pero se han mezclados cosas frívolas de Hotel Glam”, lamenta con cierto sentido del humor.
Asalto en Canet
De todo esto, lo que más lamenta es el estado en el que ve a su mujer. Que realizara una entrevista en televisión que él no comparte que le hiciera bien, sus malas compañías y decisiones.
Lo último ha sido la entrada a su casa de Canet a la que entraron “ella va de ninja y él con una cara de gorila”, apunta que ella incluso se puso rimmel, “que no se pone nunca”, y una peluca. “Esa es la parte de locura que no se entiende”, concreta.
Juicios
Mainat tiene tantos juicios abiertos que dice no saber cuántos son. Él los separa entre los civiles, la parte de la separación custodia y patria potestad de sus hijos en común; y los penales, como su supuesto intento de asesinato
“Pero también hay cheques falsificados, incursión en mi casa para intentar robar, robo en oficinas…”, señala. Y es que en cuando entró en su casa de Barcelona descubrió que “todo lo que tenía una posible venta estaba saqueado, no quedaba nada de valor” al entrar, subraya.
Preocupación por sus hijos
Asegura que reventaron la caja fuerte donde había joyas de su familia, una guitarra eléctrica, los discos de oro de La Trinca, “que se debían pensar que eran de hora” y un jukebox que compró en un anticuario y que arregló para escuchar CD. Esto y la guitarra de colección que le regaló su hijo Pol es lo que más lamenta que se haya llevado y vendido.
Visiblemente dolido por lo sucedido, Josep Maria Mainat admite que “en estos momentos tengo una psicóloga que ayuda a los niños y a mí también”. Y es que intenta tener a los pequeños en una “burbuja” e intenta que no se rompa. Y es que desde que todo empezara “hemos cambiado tres veces de casa”, afirma. Aun así, parece que los niños están al margen. “A medida que avancen las cosas llenaremos el relato”, espera.