Encuentros 'tecky' en la tercera edad
Justo Díez y Dolores Sánchez, dos octogenarios, desmontan el mito de que una persona mayor no está capacitada para utilizar las nuevas tecnologías y comparten sus experiencias en 'Crónica Global'
6 noviembre, 2022 00:00¿Brecha digital? ¿Rechazo a las redes sociales? ¿Desconocimiento de internet? Nada que ver con Justo Díez y Dolores Sánchez, dos octogenarios que desmontan el mito de que una persona mayor no está capacitada para ser internauta, utilizar aplicaciones o acceder a sus cuentas bancarias de forma virtual. Hacen suyo el lema “soy mayor, no idiota” que popularizó un médico valenciano de 78 años en el marco de una campaña para reclamar a los bancos “un trato más humano”.
Justo (89 años) y Dolores (85 años) han incorporado a la cotidianeidad de sus vidas tanto el smartphone como el ordenador. Y son bastante autodidactas. Ambos son una excepción estadística. Según el Informe Brecha Digital social y defensa de los derechos humanos [se puede leer en este enlace] elaborado por la ONG Acción Social y que se basa en datos del Instituto Nacional de Estadística, solo el 69,7% de las personas de entre 65 y 74 años tenían acceso a internet en 2020, un porcentaje que, en el caso de la franja de edad de entre 16 y 24 años asciende a 99,8%. Asimismo, el 7,8% de esas personas mayores no tienen habilidades tecnológicas y el 60,2% las tiene bajas.
Sin embargo, el Covid ha cambiado muchos hábitos, incluso el miedo o la resistencia de la tercera edad al mundo digital. La I Radiografía de los españoles smart de SPC (marca española de electrónica de consumo) indica que el 35% de los mayores de 60 años superaron sus reticencias a las nuevas tecnologías durante el primer año de pandemia.
Aplicaciones y redes sociales
Como se puede comprobar, la edad de nuestros dos séniors supera incluso la utilizada en algunos muestreos. Y van más allá del uso de la mensajería instantánea, como Whatsapp. Justo Díez Ventura nació en Badajoz, en un lugar llamado El Chaparral. Sus padres eran ganaderos. “Tiempos difíciles”, recuerda. Estuvo tres años en la Guardia Civil, pero no le gustó, por lo que se pasó al ramo de los seguros. Fue ahí donde adquirió sus primeros conocimientos en nuevas tecnologías, que sustituyeron a las ventas puerta a puerta.
Pero Justo ha ido mucho más allá y hoy es un perfecto conocedor de todas las prestaciones que proporciona un teléfono móvil, desde las apps --domina Too Good To Go con el que combate el despilfarro de comida-- hasta la mensajería instantánea, pasando por el acceso a sus cuentas bancarias.
A Dolores Sánchez Naranjo le encantan Twitter e Instagram. No tanto Facebook. Nacida en Linares (Jaén), esta maestra de profesión asegura que ya no puede vivir sin su ordenador. Ha aprendido incluso a resolver algunos problemas técnicos y a cambiar de navegador cuando este se bloquea. “La clave es que te guste”, dice tras asegurar que se ha acostumbrado a leer las noticias de forma digital. Utiliza menos las apps porque, afirma, su móvil se ha quedado obsoleto.
“Pues la aplicación para utilizar el autobús es magnífica”, le explica Justo quien, por el contrario, no suele usar las redes sociales. “Tengo casi 200 seguidores en Twitter”, dice ella, orgullosa de sus conocimientos en hashtags y navegadores. “Pues ya tienes para entretenerte”, responde él, quien lleva en la muñeca un reloj inteligente que le informa de su tensión arterial, de sus pulsaciones o de cuántos kilómetros ha andado. Ambos intercambian sus experiencias en este encuentro tecky en Crónica Global. Y, según los expertos, marcan tendencia.
Los expertos hablan de 'efecto bisagra'
Enan López de Freitas, experto en tecnologías digitales y CMO de la agencia The White Rabbit, asegura que "el uso de la tecnología, efectivamente, va ganando terreno en personas mayores. La pandemia ha generado un efecto bisagra y ha sido un acelerador para animar a la tercera edad a acercarse a la tecnología y ha modificado claramente los hábitos digitales".
Por ejemplo, "se ha roto la barrera del no uso de las redes sociales o de las compras por internet por una parte para minimizar el 'efecto de la soledad' y en segundo lugar porque la tercera edad está consiguiendo valorar los beneficios de las facilidades digitales".
López de Freitas alude a estudios estadísticos relacionados con el uso de la tecnología, y por ejemplo las videollamadas en personas de más de 65 años crecieron más de un 20%, las compras por internet en este target han aumentado del 19,3% al 24,8%, y también se han incrementado los trámites médicos y las transacciones bancarias.
En este sentido, el Estudio de Adamo sobre Internet, mayores y coronavirus, elaborado junto a la consultora Análisis e Investigación [se puede leer en este enlace], evidencia que las videollamadas crecieron más de un 20% entre los mayores de 65 años tras el Covid-19. Concretamente, el 38,8% dice utilizarlas para estar en contacto con sus conocidos. De este ámbito, el 48,2% son mujeres frente al 31,9% de varones. Curiosamente, ni Justo ni Dolores, nuestros invitados, son demasiado aficionados a las videollamadas.
"La realidad es que todas las generaciones anteriores a los nativos digitales siempre han sufrido cierta resistencia a los cambios y nuevas tecnologías. Es un gran reto social el facilitar, por un lado, el acceso a la tecnología a la tercera edad y, por otro, la pedagogía para que aprendan a utilizarla", afirma este experto. Asegura que "está probado que una vez que la persona aprende a utilizar y a beneficiarse de la tecnología, ya no vuelve atrás. Si no, miremos lo que ha ocurrido con el uso de los móviles. En España casi un 70% de las personas mayores ya usan el móvil con cierta frecuencia".