El 40% de las empleadas del hogar trabajan sin contrato laboral
Las medidas de control contra estos fraudes son muy limitadas e insuficientes para evitar las situaciones de abuso y explotación laboral a las que pueden verse sometidas
31 marzo, 2019 00:00La precariedad laboral asola a las trabajadoras del hogar, puesto que la mitad trabaja sin contrato con la Seguridad Social. Según datos de CCOO, de las 700.000 personas que se estima que ejercen esta profesión en España únicamente 420.000 lo hacen aseguradas. Eso se traduce en que el 40% de estas profesionales desarrollan su trabajo desprotegidas, problemática todavía pendiente en el Día Mundial de este colectivo que se celebra cada 30 de marzo. La situación es muy difícil de controlar dadas las peculiaridades de estas relaciones laborales: contratadas por particulares y con un domicilio privado como lugar de trabajo.
Los contratos de estas profesionales se enmarcan dentro del régimen especial del Estatuto de los Trabajadores. También por la ley 1620/2011 que regula este sector, que explica que los empleadores deben asegurar al personal del hogar, aunque "el contrato de trabajo podrá celebrarse por escrito o de palabra". La segunda modalidad es la preferida, puesto que un informe de CCOO certifica que el 55% de las mujeres regularizadas tiene una relación de palabra. No obstante, esta norma jurídica revela que "cualquiera de las partes podrá exigir que el contrato se formalice por escrito, incluso durante el transcurso de la relación laboral".
Trabajo irregular
"La única forma de controlar una irregularidad es mediante una denuncia de la propia trabajadora", explica el experto en derecho laboral y profesor del máster de abogacía de la UOC Víctor Canalda. Estas profesionales desarrollan su actividad laboral en domicilios privados, en los que únicamente se permite el paso a aquellas personas que permitan los titulares de la misma: "Un inspector de trabajo, si el dueño le dice que no puede pasar, puede levantar acta de lo sucedido pero no puede pedir a los Mossos d'Esquadra que intervengan como sí que pasaría en una empresa". La única forma de entrar en una casa es mediante una orden de un juez que permita el acceso.
Por su parte, la líder de la sectorial de este colectivo en CCOO, Aurora Huerga, anima a las empleadas irregulares a denunciar su situación: "Les pedimos que recopilen pruebas que demuestren que están trabajando y cobrando, y que puedan certificar más o menos su antigüedad". De hecho, esta portavoz sindical denuncia que en muchos casos, cuando este personal sufre algún tipo de accidente laboral, sus jefes "les piden que cuando vayan al médico mientan y digan que se han hecho la lesión en otras circunstancias". En muchos casos, tienen además que hacerse cargo de trabajos ajenos, en principio, a su condición laboral: "Además de limpiar, tienen que llevar a los niños al colegio o incluso cuidar de gente mayor sin tener la preparación adecuada para hacerlo de forma segura". Muchas de ellas temen denunciar por el hecho de no tener los papeles, cosa que agrava todavía más la situación.
Menos derechos
No obstante, las trabajadoras del hogar tienen menos derechos reconocidos que otras actividades laborales. Por ejemplo, cotizan para la jubilación pero en cambio no tienen derecho a prestación por desempleo. Otro punto polémico es que estas personas quedan exentas de la prevención de riesgos laborales. "Como somos mujeres, se da por hecho que sabemos cocinar, planchar y que por lo tanto somos conscientes de los riesgos hay en una casa", denuncia y lamenta Huerga. A todo esto se suman las cotizaciones, puesto que en algunos supuestos deben asumirlas ellas. "Si una mujer trabaja menos de 60 horas la obligación de pagar es de la trabajadora", afirma Canalda.
No obstante, la posibilidad de poder acreditar un contrato laboral facilita la protección de estas trabajadoras. Por ejemplo, según explica el profesor de la UOC, "nunca se les puede pagar menos del Salario Mínimo Interprofesional, ni siquiera cuando son internas y también se les paga en especies". De hecho, el alojamiento o comida se añade como complemento a la retribución base, pero nunca es motivo de deducciones, "antes no era así y se daban casos de abusos, era casi como tener una esclava". En caso de sufrir una situación de acoso, el jurista explica que "se la tiene que indemnizar como despido improcedente y también como daños morales, aunque ya no tendría que volver a trabajar".
¿Más incentivos?
La portavoz de CCOO considera que se deben buscar fórmulas para "regularizar la economía sumergida de este sector". La líder sindical deja la puerta abierta a "que los contratantes pudieran descontarse una parte o la totalidad de los costes fiscales de contratar a una persona". No obstante, para ella la solución sería la que ya han desarrollado países como Italia o Bélgica: que los usuarios no contraten empleadas sino que paguen por servicios a empresas que las han contratado. Eso permitiría garantizar las condiciones laborales de estas personas y a la vez que los particulares solo tuvieran que pagar por el servicio: "Irías al estanco y comprarías una tarjeta por un servicio o por un pack de un tiempo determinado". Además, para evitar un precio excesivo o un salario bajo, muchas de ellas reciben subvenciones.
El género también es una cuestión que está presente en la precariedad laboral. De hecho, desde CCOO aseguran que el 96% de las trabajadoras del hogar son mujeres frente al 4% que son hombres. De hecho, afirma que cuando el género masculino se vaya incorporando a esta profesión, los salarios subirán: "Ya pasó con los reponedores de supermercado. Al principio eran todas mujeres y los salarios eran muy bajos. En cambio, a medida que se fueron incorporando ellos los salarios fueron subiendo hasta que fueron dignos".