Octavio Mestre

Octavio Mestre SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

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Un arquitecto catalán revela cuál es el problema de la vivienda en Cataluña: "Dedicamos mucho tiempo a cosas que no son trascendentes"

Los últimos datos indican que Barcelona y sus alrededores son el epicentro del problema

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La vivienda es el principal problema de nuestra sociedad hoy, sobre todo la incapacidad para ofrecerla a los jóvenes”. Así de tajante se muestra el arquitecto Octavio Mestre en una entrevista con Crónica Global.

Es el mensaje que hace décadas se repite en Cataluña, en el resto de España y en Europa. Aun así, nadie parece encontrar la solución a una crisis habitacional que afecta cada día a más gente.

Todos los políticos tratan de ofrecer la solución perfecta, pero nadie parece dar con la clave. Mientras, los precios del alquiler se disparan sin tocar techo.

Los últimos datos indican que Barcelona y sus alrededores son el epicentro del problema. Si bien la capital sigue siendo un problema, ahora Esplugues de Llobregat lidera la lista de ciudades más caras. El precio del suelo se sitúa en 24,80 €/m2, según Fotocasa.

El precio del suelo en Cataluña

La ciudad condal es la siguiente. El metro cuadrado aquí asciende a 23,61 euros, ya a mucha distancia de la tercera en discordia, L’Hospitalet de Llobregat, con 21,69 €/m2. 

Muchos alegan que la solución es irse a vivir fuera de las grandes ciudades, pero como afirma Mestre “que la gente de Barcelona pueda comprarse un piso en Barcelona sería lo normal”.

Dónde construir

No lo es. Se alega falta de espacio, “se dice que no hay suelo en la ciudad, pero sí lo hay en las afueras”, pero la ciudadanía ve dificultades en estas soluciones.

El transporte y el acceso a la capital catalana, como pasa con todas las grandes urbes, sigue siendo un problema. Están colapsados. Y las medidas propuestas por los distintos gobiernos, parecen no ser eficaces. 

El arquitecto Octavio Mestre

El arquitecto Octavio Mestre SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

La administración es lenta y la voluntad política es escasa”, señala el arquitecto catalán. ¿Cuál es la solución? Parecen muchas, pero Mestre apunta a una: “reducir normativas y ofrecer más licencias”. 

Para el constructor “dedicamos mucho tiempo a cosas que no son trascendentes, lo que hace que los promotores se acaben aburriendo”. Y apunta a un culpable. “La administración hace que todo se duerma”, sentencia.

Cuál es la solución

En este sentido, el catalán tiene claro que debe haber una colaboración público-privada. “Las cosas funcionan mejor cuando somos capaces de hacer coincidir las necesidades públicas con la iniciativa privada”.

En este sentido apuesta por la intervención de la administración, pero sin olvidar al promotor privado, “porque las hermanitas de los pobres tienen que ser amiguitas de los ricos”, advierte, porque “para que algo aguante y perdure, tiene que ser sostenible económicamente”.

Construcción de vivienda social

¿Cuál debe ser el papel del sector público, entonces? La medida de destinar el 30% de la nueva construcción a vivienda social, no. “En los últimos ocho años, se han hecho solo unas 60 viviendas en la ciudad aplicando esta normativa”, recuerda. “Es un fiasco”, a su modo de ver.

Entiende que hay “buena intención”, pero “si haces una promoción en Paseo de Gràcia y tienes que destinar ese porcentaje a vivienda social, no la vas a hacer. No salen los números”. ¿Cuál es entonces la solución?

Octavio Mestre

Octavio Mestre SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Mestre, lo tiene claro. “Si [la administració] no regula precios, el capital privado es despiadado y busca siempre más beneficios”, concluye. Es la única salida.

Y es que no ve que Illa pueda cumplir su compromiso de construir 50.000 viviendas públicas en los próximos cinco años. “No lo va a cumplir”, adelanta. “Necesitaría suelo disponible y sacar adelante muchas cosas que se han quedado en un cajón” y todo, por la burocracia.

Problemas con la burocracia

El urbanismo tiene unos tiempos muy lentos”, lamenta. “Para aprobar cualquier plan necesitas dos, cuatro o cinco años. La gente acaba hasta las narices y termina por no invertir”, resume. Por tanto, pide implicación y voluntad de ambas partes. Aunque señala, claramente a unos, los políticos.

“Escuchan poco a todo el mundo. En cuanto son elegidos, se sitúan en una casta aparte del resto del mundo. Les élus, como dicen en Francia. Pero deben recordar que tenemos dos orejas y una sola boca porque hay que escuchar el doble de lo que hablamos”, remata.