La OPA de BBVA al Sabadell amenaza con eternizarse y penalizar a las dos entidades
- El tiempo transcurrido desde los primeros acercamientos entre las respectivas cúpulas hasta la actualidad bastó a Caixabank y Bankia para prácticamente culminar una fusión que dio lugar al mayor banco de España por activos
- Más información: El Sabadell traslada la guerra de la OPA a la elevada exposición de BBVA a mercados emergentes
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La operación financiera más relevante de los últimos años, el abordaje de BBVA a Banco Sabadell, amenaza con extenderse en el tiempo más allá de lo que cabría esperar. La complejidad de la maniobra y la severa contestación que ha recibido en diversos ámbitos socioeconómicos elevan las probabilidades de que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) lleve su preceptiva decisión más allá de la primera fase. Un escenario que no será ideal para ninguna de las dos entidades implicadas.
El último en manifestarse en este sentido ha sido el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, quien ha alertado de la demora que puede sufrir el proceso en el caso de que la evaluación de la operación pase a la fase 2. Algo que, además, abre de par en par las puertas a la última fase, la que otorga al Gobierno la capacidad de vetar finalmente la fusión que promueve el BBVA.
Desde que se produjeron los primeros acercamientos entre el presidente de este último, Carlos Torres, y su homólogo de Banco Sabadell, Josep Oliu, para reeditar la tentativa de unión que se abordó a finales de 2020 (por entonces, sin éxito), han transcurrido aproximadamente cinco meses y medio. Apenas unas semanas más bastaron a Caixabank y Bankia para culminar una fusión que dio lugar al mayor banco de España por volumen de activos, por encima de 600.000 millones de euros.
Pese a que no se trató de una operación sencilla, las circunstancias no son comparables dado que aquélla fue una transacción amistosa desde el comienzo, sin necesidad del lanzamiento de una OPA y con muchos de los términos clave ya acordados previamente a que trascendieran las primeras noticias sobre la operación.
Lo cierto es que éstas aparecieron a comienzos de septiembre de 2020 y al cierre del primer trimestre de 2021 la fusión estaba plenamente cerrada desde el punto de vista mercantil, con el nuevo Caixabank ya cotizando como entidad resultante de la fusión.
En las filas de Banco Sabadell también sostienen que el trámite de Competencia se irá, al menos, a la segunda fase, dada la complejidad de la fusión y también de los numerosos grupos de interés que quieren que su opinión sea tenida en cuenta.
Precedentes
En BBVA, las cosas se ven de forma radicalmente distinta. La idea que el banco ha trasladado a los inversores es que el trámite del regulador de Competencia debe ser muy similar al aplicado con los procesos anteriores (además del citado de Caixabank, el de Unicaja y Liberbank para dar lugar al actual Unicaja Banco).
Es decir, visto bueno en primera instancia, sin apenas condiciones y vía libre para la aprobación del folleto de la oferta por parte de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y el posterior periodo de aceptación.
En el mercado, la sensación de que la intención de BBVA es acortar al máximo los plazos y que la del Sabadell es opuesta es tan evidente como la de que una excesiva demora del proceso no beneficiará a ninguno de los bancos, con independencia de cuál sea el desenlace de este proceso.
A corto plazo, la situación no modifica de forma significativa los planes de ambas entidades. El actual ejercicio parece notablemente encarrilado y tanto el oferente como el opado cuentan con perspectivas positivas con vistas a un año que apunta a que superará a 2023, donde se vieron cifras récord en la mayoría del sector.
Sin embargo, parece imposible que la operación no condicione las respectivas hojas de ruta relativas a 2025, un año destinado a que la banca trate de consolidar y hacer lo más sostenible posible el crecimiento experimentado en los pasados ejercicios, con el viento de cola de la subida de los tipos de interés y su repercusión en los márgenes.
"Una compañía nunca se detiene y menos con las dimensiones de un gran banco. Pero, inevitablemente, una situación como ésta genera incertidumbre y consume recursos que deben destinarse a abordar o a defenderse de la operación", apunta una fuente de la banca de inversión.
En un reciente foro financiero organizado por KPMG y el diario Expansión, el consejero delegado de Caixabank, Gonzalo Gortázar, aseguró que no apreciaba síntomas de que BBVA o Banco Sabadell estuvieran despistados por la OPA hostil. Un escenario que será más difícil de sostener cuanto más tiempo transcurra hasta su incierto desenlace.