La Copa América de vela es el gran evento de la Ciudad Condal. La competición náutica más antigua del mundo –se inició en 1851– atrae una gran cantidad de público a Barcelona, tanto por tierra como por mar. En este último caso, hay un perfil de viajeros muy específico que ha venido a la capital catalana para disfrutar de las regatas: los súperricos, que acuden en navíos privados desde diferentes puntos del globo. Pero que cuentan con un detalle que, en realidad, esconde un trasfondo muy interesante detrás: las banderas que ondean. 

Toda embarcación que se precie, independientemente de la propulsión –a vela, motor, o ambos– o del tamaño, requieren de una bandera que identifique el país del cual provienen. A diferencia de otros transportes, como por ejemplo un coche, que se identifica con la matrícula, estas ofrecen mucha más visibilidad en contextos de alta mar –distancia superior a 200 millas náuticas de la costa de cualquier estado–. Además, esta va acorde con la matrícula del buque. No obstante, ¿cómo se sabe si un barco tributa en un paraíso fiscal? ¿Tiene alguna relación el dinero con la bandera que portan? Hay que ir por partes, para entender qué son los pabellones de conveniencia.

¿Qué es un pabellón de conveniencia?

Un pabellón –o bandera– de conveniencia es un mecanismo que funciona de la siguiente manera: la persona propietaria de un buque, se hace con este en un territorio como pueda ser, por ejemplo, España. Técnicamente, al adquirirse el bien en dicho país, este ha de ser matriculado y portar la bandera del territorio donde ha sido registrado. Al igual que en el resto de bienes materiales y transportes, pesan sobre el objeto todas las legislaciones y regulaciones en materia de impuestos, seguros o responsabilidades. 

Yate

No obstante, muchos propietarios aprovechan los vacíos legales de las leyes de alta mar –o de aguas internacionales– para poder matricular el navío en un territorio que sea muchísimo más laxo u opaco en regulaciones o impuestos. Pero lo cierto es que en contexto de aguas internacionales, izar la bandera de un paraíso fiscal es algo que va más allá del propio dinero.

No sólo son impuestos

Las naves de cierta envergadura no se conducen solas. De hecho, es físicamente imposible. Se requiere de una tripulación que se encargue de muchas variables que no existen en tierra firme: la conducción, el estado de los motores y su mantenimiento –o reparaciones de urgencia en caso de averías–, el amarre a los diferentes puertos, e incluso, la propia conducción del barco.

Toda tripulación requiere de un coste económico, aunque esté compuesta por poco personal. Los yates que se adhieren a pabellones de conveniencia se encuentran en ese punto en el que la propia envergadura hace que se requiera una cantidad de personas justa y necesaria. Esto, ya de por sí, reduce los costes de explotación, puesto que no es lo mismo tener a diez trabajadores que a cuatro, para ilustrar el ejemplo. Pero, sin embargo, las legislaciones de ciertas regiones permiten ahorrar en este coste. Así, el dinero intersecciona con la dimensión más propiamente operativa y logística.  

Además, está la peculiaridad de que la tripulación contratada, por las leyes de estos países está mucho más preparada a nivel de formación. Esto se compensa con una muy laxa regulación en cuanto a las responsabilidades de contrataciones de seguros y de accidentes. Por lo tanto, la ecuación, a resumidas cuentas, queda de la siguiente manera: menos personas más cualificadas por menos sueldo –menos impuestos por la manutención del personal–, a cambio de incurrir en costes inferiores en seguros y tener menos responsabilidades –a todos los niveles– en caso de accidente. No obstante, todavía queda un último elemento.

¿Quién regula lo que se lleva dentro del barco?

En el contexto de ilustrar lo que es el fenómeno de los pabellones, se ha de sumar un elemento adicional. En alta mar, ¿quién regula lo que se transporta en el interior de un barco? Aunque un escenario es la visita de estos barcos a Barcelona para disfrutar de un espectáculo deportivo –y por tanto, no se incurre en ninguna ilegalidad–, si se recapitulan los hechos, las banderas de conveniencia son un caldo de cultivo para el transporte de drogas o de armas, y que estas pasen completamente desapercibidas a los posibles controles que se puedan dar.

Por una parte, las leyes marítimas internacionales. Por otra, la libertad de movimiento que, a nivel físico, el mar otorga. Después, la opacidad y los diferentes mecanismos fiscales y legislativos a la hora de declarar el transporte de mercancías –y más, dentro de un vehículo que es de titularidad privada–. Todo ello hace que la trazabilidad del transporte quede más oculta, capa sobre capa. Aunque eso sí, es importante tener en cuenta que se ilustra este fenómeno para poder confeccionar la idea completa de las banderas de conveniencia y en ningún momento se atribuye o se insinúa que los visitantes de la Copa América incurran en este tipo de actividades ilegales.

¿Qué es un yate?

Aunque hay muchos tipos de barcos que han venido en el pistoletazo de salida –y se esperan más de veinte en los próximos meses, de acuerdo a informaciones que ha podido conocer Crónica Global–, hay que hacer una distinción que es clave: no cualquier barco grande es un yate. En el argot náutico, los navíos tienen cuatro nomenclaturas principales para poder referirse a las medidas, aunque en el contexto de los yates, sólo hay una que es realmente clave: manga, eslora, puntal y calado. La manga es lo que mide de ancho. La eslora es el largo. Puntal es la altura total del buque, mientras que el calado se refiere a la distancia que hay entre la línea de flotación y la parte inferior sumergida –llamada quilla–.

Por eso, la primera gran distinción es que es un yate. A partir de los diez metros de eslora se considera a la embarcación como yate, de acuerdo con la definición estricta –aunque pueden darse casos en los que un barco con medidas inferiores de eslora también sean considerados como yates, como las condiciones de transporte por carretera, las velocidades de navegación o el propio sistema de pilotaje–. Además, estos pueden ser propulsados a motor –se llaman yates convencionales o yates a motor– o pueden contar con velas –en este caso pertenecen a la categoría de yates de vela–.

Un yate de vela Wikipedia

Las banderas de los yates

Barcelona ha recibido la visita de algunos grandes yates internacionales –y que, a ciencia cierta, debido a la bandera que llevan, tributan fuera de Europa, pues las obligaciones fiscales están en el territorio de matriculación– para presenciar el inicio de la Copa América de vela

Algunos de ellos han atracado en los últimos tres días, mientras que otros ya estaban amarrados en el Port Vell.

San Vicente y las Granadinas

El buque más grande de todos tiene el nombre de Meridian A. Se trata de una embarcación que consta como charter –de alquiler– y cuyas dimensiones son 85,1 metros de eslora por 14,28 metros de manga. Requiere de una tripulación de 27 personas y tiene una capacidad para hasta 12 invitados. 

El yate Meridian A vesselfinder

Su bandera es de San Vicente y las Granadinas, una nación situada al sur del Caribe y que fue considerada hasta 2023 un paraíso fiscal por parte de la Unión Europea. Aunque lleva ya amarrado en puerto más de tres días, ha sido uno de los protagonistas en presenciar el inicio de la Copa.

Islas Cook

Los amantes de la náutica y de los yates seguramente tengan en la mente el nombre de Monkeyfish, una imponente embarcación de 33 metros de eslora y 7,52 de manga –por sus condiciones de conducción, velocidad y transporte por carretera, dadas sus condiciones físicas, se le considera como tal–. 

El yate Monkeyfish Fredrik Carlsson · MarineTraffic

Iza la bandera de las Islas Cook, un país vinculado con Nueva Zelanda, ubicado en la zona del Pacífico Sur. Aunque este territorio se ha considerado históricamente como un paraíso tributario, desde 2023 salió de la lista de la Unión Europea. De acuerdo con los últimos datos de posicionamiento geográfico a los que ha podido acceder Crónica Global, el pasado 21 de agosto zarpó desde el norte de la isla italiana de Cerdeña, más concretamente, desde el Golfo degli Aranci.

Islas Marshall

Este territorio también es un histórico en los cayos con tributación amable –aunque salió de la lista europea en 2023–. La región de Micronesia (Océano Pacífico) alberga esta región de la cual se abandera un barco de grandes dimensiones que está atracado en Barcelona. 

El yate True North Bill Miller · MarineTraffic

Su nombre es True North y cuenta con una eslora de 41,5 metros. Su manga es de 8,2 metros. Requiere de una tripulación de ocho personas y capacidad para diez invitados. Lleva anclado en puerto desde hace más de tres días, de acuerdo con los datos de radiobalización.

Malta: la excepción

Malta pertenece a la Unión Europea y no se considera, de forma oficial, como un paraíso fiscal. No obstante, su materia regulatoria en cuanto a impuestos –a la baja– la convierten en un atractivo para obtener beneficios fiscales. Si bien, oficialmente no se trata de una jurisdicción no colaborativa, es de destacar el hecho de que hay dos embarcaciones que izan su bandera que también han sido testigos del inicio de la regata en aguas catalanas. 

El yate Bravado vesselfinder

El primero de ellos es también uno de los invitados que nunca faltan a las fiestas de alto standing náuticas: el Bravado. También en régimen de charter, cuenta con una eslora de 44,91 metros y una manga de 8,7. Requiere de una tripulación de nueve personas y puede albergar hasta 12 invitados. Este navío estaba a la altura de Sitges el pasado 21 de agosto.

El yate Surpina amarrado en Barcelona vesselfinder

El segundo: Surpina –también en régimen de charter–. Cuenta con una eslora de 56 metros y una manga de 10,8 metros. Su tripulación es de 11 personas y puede albergar hasta 16 invitados. Lleva amarrado en Marina Port Vell desde hace más de tres días.

Islas Caimán: la definición por antonomasia

Islas Caimán, enclave del Caribe occidental, continúa siendo un paraíso fiscal al uso. La última actualización de la lista europea en la materia lo mantiene como tal, a diferencia de los otros territorios mencionados anteriormente. Barcelona ha acogido hasta la fecha, y en el marco de la competición,  un total de cinco buques que izan su bandera. 

El yate MLR, propiedad del multimillonario Steve Van Andel vesselfinder

El multimillonario Steve Van Andel –actual presidente del consejo de Amway– ha bautizado a su joya como MLR, y cuenta con una eslora de 53 metros y una manga de 10,8. Requiere una tripulación de 12 personas y puede albergar hasta 12 invitados. La radiobaliza sitúa la salida hacia Barcelona el pasado 21 de agosto desde el puerto de Loano (Italia). 

El yate E.MOTION vesselfinder

En la línea de los charter, está el E.MOTION, también con bandera de las Caimán. Según ha podido saber este medio, zarpó desde Valencia el pasado 21 de agosto. ¿Sus dimensiones? 40 metros de eslora y 8,09 de manga. La tripulación es de ocho personas y puede hospedar hasta diez personas.

El yate a vela Marae vesselfinder

También de alquiler, Marae es un yate a vela. Con su eslora de 32,92 metros y su manga de 7,9, cuenta con cuatro imponentes mástiles en la parte superior. Permanece en el Port Vell desde hace al menos cuatro días, de acuerdo con las señales de baliza. 

El yate Alfa, amarrado en Tarragona vesselfinder

El charter Alfa es toda una obra de ingeniería y tamaño a partes iguales. Cuenta con una longitud de 70 metros, mientras que su anchura es de 10,6. Requiere 16 personas para manejarlo y puede hospedar hasta 12 personas. Zarpó desde Ibiza el pasado 21 de agosto, justo un día antes del pistoletazo de salida de la Copa América. Ya está en Barcelona. 

El Yate Samar amarrado en Barcelona

 

Por último está Samar, uno de los más imponentes en todos los sentidos. Sus 77 metros de eslora y sus 13 metros de manga son propiedad del magnate de Kuwait, Kutaiba Alghanim –quién es actualmente el director ejecutivo de la multinacional Alghanim Industries–. Permanece en la marina más cercana a Via Laietana desde hace más de hace cuatro días, de acuerdo con las señales de radiobaliza. 

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