Ojo: la Copa América de vela no es material de humor. En la sala de máquinas se vigila hasta el que recarga los cafés para evitar que espíe datos de los equipos --les llaman challengers o sindicatos-- que su rival pueda utilizar. Con esta apariencia de competición grave ha arrancado en Barcelona la liza entre seis equipos por el llamado trofeo de las Cien Guineas. Y lo ha hecho con una ciudad sorprendida, acaso aturullada, por el monumental impacto del torneo: muchos no preveían que fuera así. 

"Nadie se creía que esto eran los Juegos Olímpicos; pues bien, lo son, y esto será un crescendo hasta octubre", ha detallado un directivo del sector náutico en conversación con este medio. Hasta que los dos finalistas --uno, el Emirates, defensor del título, ya tiene su plaza garantizada-- se enfrenten de aquí a tres meses, la Copa América se acaba de estrenar hoy con una regata preliminar. 

Y el electrochoque que ha dado a la ciudad es de aúpa. 

La carrera se ve desde la playa

Un ejemplo: el Ayuntamiento de Barcelona habilitó un mirador en el Muelle de Recer del renovado Puerto Olímpico para seguir la competición. Con, según algunos, pocas esperanzas de que la gente siguiera la liza desde la orilla. 

Pues bien, quizá por ser el primer día, por la presencia abrumadora del turismo o por la curiosidad que despierta el imponente montaje, esa pasarela se ha llenado de ciudadanos y visitantes. Centenares de personas se han agolpado en ella, algunos equipados con neveras y sombrillas para ayudar a combatir el asfixiante calor. 

Algunos de los presentes han explicado a Crónica Global que dudaban que la carrera se pudiera ver desde la orilla. Pues bien, no al detalle, por supuesto, pero sí se ven --hola, Instagram-- las seis millonarias naves, el entourage que las acompaña y todo el espectáculo que mueven a su paso. La imagen se ha repetido en otros vantage points del litoral, como el Bogatell o el Rompeolas. 

Los puertos están al 100%; el resto, se verá

Pero ¿tan importante es el evento? Por lo que se sabe, los puertos deportivos de Barcelona y entorno están al 100% "tanto por el arrendamiento habitual como por el extraordinario que ha venido para la Copa". Esto es: no cabe ni un barco más en la Ciudad Condal. 

El Ineos Britannia y el American Magic, en Barcelona ayer Cedida / ACE

El resto, hoteles, restaurantes y sectores auxiliares también han esperado a la competición como agua de mayo. Pero los primeros dinamizadores son los espónsores. Han fletado barcos de gran capacidad --Mahou, por ejemplo, que patrocina el American Magic, utiliza un catamarán-- en la que traslada a sus compromisos e invitados hasta el campo de regata. 

Ocurre lo mismo con empresas náuticas, electrostartups de buques, los yates y el sector del chárter e incluso con las Golondrinas, que Coca-Cola European Partners (CCEP) ha arrendado para llevar a directivos y clientes a alta mar. El dinero corporativo fluye como maná en la Copa y su entorno. 

Tres días a la semana hasta octubre

Y es que como Mahou y Coca-Cola, el resto de marcas e interesados en el deporte y barcos de recreo se han movilizado. Una flotilla de yates y buques corporativos partirá, como ha pasado hoy, tres mediodías a la semana en Barcelona para seguir la regata. Cuando finalice, regresarán a tierra. Donde, por cierto, hay al menos dos fan zones, una America's Cup Experience y dos zonas vip, amén de múltiple infraestructura, señalética y publicidad del evento. 

Hay voces que critican que la Copa América es "solo showbusiness", y parte de razón no les falta: pocos esperaban que la empinada torre del Teleférico del Puerto quedaría cubierta por un gigantesco anuncio vertical de Louis Vuitton. En otras circunstancias, la lona francesa sería materia de escándalo político en Barcelona. Pero si es negocio, lo es del bueno, responderán los partidarios, que recuerdan la inversión en infraestructura que ha traído la Copa y los incontestables números de curiosos que ha movilizado la regata. O la dinamización empresarial: nadie esperaba que, por ejemplo, el mundo entero descubriría a una perfumera catalana llamada Puig. Pues bien: la firma familiar --en el Ibex 35 en España-- ha ondeado su bandera con orgullo en televisiones de todo el globo. 

Y es que a los sesudos departamentos de márketing de las grandes empresas no se les ha escapado la Copa ni la titánica audiencia que arrastra: unos 1.300 millones de personas verán estos tres mediodías de Barcelona a la semana en todo el mundo. 

De aquí hasta octubre, Barcelona tiene a un nuevo vecino

A favor o en contra de la regata, lo cierto es que Barcelona tiene un nuevo vecino. Con el que deberá convivir hasta octubre. Algunos lo han recibido de forma hostil: la plataforma No Copa Amèrica se ha concentrado en el nuevo Port Olímpic. Pero apenas eran una docena. Otros, la mayoría silenciosa, se han acercado a ver qué diablos provocaba que dos helicópteros sobrevolaran las 11 playas de Barcelona, y patrulleras de la Guardia Civil las blindaran en todo momento y la Guardia Urbana y Mossos, desplegados con fuerza --antidisturbios incluidos, eso sí, a pleno sol--, cortaran calles y vigilaran posibles eventualidades

Esto es el nuevo vecino de la capital catalana. Una carrera con seis equipos que sacudirá el litoral varias veces por semana en los próximos tres meses. Y la flotilla corporativa que parte con puntualidad suiza para seguir sus movimientos. Con sus consiguientes fiestas y ágapes en restaurantes, algunos de lujo. No todos los ciudadanos comprenden un deporte harto complejo que reposa sobre la hidrodinámica, pero el montaje que lo acompaña sí adorna la mejor de las stories de Instagram del pueblo llano. 

¿Será positiva la Copa para Barcelona? El tiempo lo dirá. Pero intra muros, la Copa América ni es un juego ni broma pesada de un día. Ha quedado claro hoy: es lo más parecido a una naumaquia del siglo XXI, y en esta batalla se vigila hasta al que trae los cafés. 

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