A partir de este jueves, Barcelona volverá a hacer gala de su capitalidad deportiva a nivel internacional con la primera jornada preliminar de la Copa América de vela. La previsión es que, hasta octubre, el evento genere un impacto económico de 1.200 millones de euros en la capital catalana y su radio de influencia. Más allá del componente económico y empresarial, la prueba también adquiere importancia por el hecho de que se ha impulsado desde el consenso político.

Sin olvidar el liderazgo de la candidatura por parte de Barcelona Global, en el camino desde la nominación hasta la celebración de la competición ha sido clave la acción conjunta del Gobierno, la Generalitat, el Ayuntamiento de Barcelona y el Puerto de Barcelona. La máxima representación de Moncloa, en los primeros días del trofeo, irá a cargo del ministro de Industria y Turismo, Jordi Hereu

La foto de Aragonès y Colau 

Un ejemplo que valida este consenso fue el acto de presentación de la Copa América, en marzo de 2022. Tanto Pere Aragonès, inmerso todavía en la batalla institucional con el Estado por el procés, y Ada Colau, en contra de las aportaciones públicas a eventos similares como las carreras de motos y coches en el circuito de Montmeló, no dudaron en posar en las fotografías que apadrinaban la competición de vela.



Hasta la salida de sus cargos de presidente de la Generalitat y alcaldesa de Barcelona, los dos políticos no han realizado ningún discurso que haya chocado frontalmente con los intereses del resto de actores. En el caso de Colau cabe recordar cómo, de alguna manera, la líder de los comunes se vio obligada a ceder su apoyo por la presión de su socio de gobierno, el PSC.

Imagen del primer acto institucional de la Copa América de Vela en Barcelona Europa Press

Cambio de etapa

De hecho, desde su posición de primer teniente de alcalde y responsable de Economía, Jaume Collboni siempre presumía del poder de atracción de Barcelona para la realización de congresos, eventos y competiciones internacionales. La llegada de Salvador Illa al Palau de la Generalitat ha provocado la hibernación de la protesta independentista, hecho visible en el planteamiento de la Diada del 11 de septiembre



Sin rastro de radicalidad, en la Copa América no se vislumbran grandes manifestaciones políticas que puedan quitar protagonismo al deporte. Desde la organización se estima una cifra de 2,5 millones de visitantes y una audiencia televisiva de 1.500 millones de espectadores. Durante los dos meses de duración del evento, el Gremio de Hoteles de Barcelona vaticina una ocupación aproximada del 87%.

Lideran los empresarios

Pero en puridad, esa riqueza derivada del torneo para la Copa de las Cien Guineas la galvanizaron, primero, los empresarios. Fueron los patronos de la capital catalana, con la familia Puig al frente, quienes encabezaron el proyecto para traer el evento, explicó este medio

Después, la iniciativa empresarial arrastró a los políticos de distintos colores, que dieron el visto bueno a la operación. No sin reservas de algunos sectores políticos, como los comunes

Escasa oposición

Pero es que ahora, a horas de que zarpen los seis barcos de la clase AC75 que se jugarán la Auld Mug hasta octubre, la oposición al torneo está casi desaparecida. Los anti Copa América se arremolinan en torno a la CUP, un partido en sus horas más bajas.

Anuncian protestas, pero por ahora no han tomado forma. Con los antisistema desaparecidos, el independentismo catalán podría también haber irrumpido en el torneo, pero es que tampoco lo ha hecho. Derrotado hasta tres veces en las urnas en las tres últimas votaciones, las banderas separatistas se han esfumado del entorno de la regata. 

En la retina de los mayores, sí están los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992, en los que el secesionismo sí trató de asomar la cabeza. 

El reto del legado

Así las cosas, la carrera entre los seis equipos empieza hoy con las escuadras suiza --Alinghi-- y neozelandesa --Emirates, también organizador-- de favoritas, y un consenso político casi inédito en Cataluña desde hacía década y media, cuando estalló el llamado procés

Imagen de un barco AC75 de la Copa América de Vela Europa Press

Pero los organizadores deberán velar para que el torneo deje mejoras duraderas en el destino. Se enfrenta al llamado reto del legado. ¿Qué quedará de la Copa América en Barcelona dentro de 10 años? Esa es la gran pregunta a la que tratan de responder unas Administraciones que, ahora sí, trabajan a la par. 

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