Junta de accionistas de Grifols el 14 de junio en Sant Cugat del Vallès, Barcelona

Junta de accionistas de Grifols el 14 de junio en Sant Cugat del Vallès, Barcelona Cedida

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Deuda, refinanciación y BCE: el cóctel explosivo que vuelve a hundir a Grífols

Las acciones de la farmacéutica vuelven a desplomarse con la rebaja del rating de Moody’s como detonante, pero con un complejo escenario como telón de fondo

28 junio, 2024 00:00

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Grífols protagonizó ayer jueves una nueva sesión de pesadilla en un primer semestre de 2024 que pasará a la historia negra de la compañía, dado que acumula retrocesos superiores al 48%. El detonante de una nueva huida masiva de los inversores fue la rebaja de la calificación de Moody’s, conocida en la víspera, con las bolsas ya cerradas, aunque su efecto se ha visto amplificado por una combinación de factores que complican el futuro a corto y medio plazo de la farmacéutica.

Una eventual rebaja de la calificación por parte de Moody’s era un factor en parte descontado por el mercado dado que la agencia había puesto bajo revisión el rating de Grífols hace unas semanas. Y, además, porque tanto S&P como Fitch ya habían procedido a revisar a la baja los suyos a raíz de la crisis derivada de la publicación del informe de Gotham City Research, el pasado 9 de enero.


La evolución de los acontecimientos desde entonces no ha sido favorable al productor de hemoderivados. Al contrario, ha conformado una suerte de tormenta perfecta que tan sólo ha necesitado de la decisión final de Moody’s para descargar con fuerza sobre el valor. 

Ya incluso con las calificaciones de S&P y Fitch rebajadas, Grífols sorprendió al mercado al desvelar que preparaba una nueva emisión de bonos con el fin de poder despejar del todo su horizonte financiero a tres años vista, hasta 2027.

Imagen de la sede de Grifols en Sant Cugat del Vallès (Barcelona)

Imagen de la sede de Grifols en Sant Cugat del Vallès (Barcelona) EP

 

Un cometido para el que resultaba insuficiente el ingreso esperado por la venta del 20% de su participación en Shanghai RAAS, que finalmente ha podido cerrarse en el calendario previsto. De este modo, a los aproximadamente 1.600 millones de euros recibidos por esta desinversión, se unían 1.000 millones adicionales de los bonos, que incluso se ampliaron posteriormente a 300 millones más.

De esta forma, la compañía se asegura el repago la deuda para los próximos años, dado que no tendrá que afrontar vencimientos de cierta consideración hasta 2027. El problema llega por el coste que tendrá esta factura. Para conseguir atraer a los inversores, Grífols tuvo que ofrecer un cupón notablemente elevado, hasta el punto de que casi triplicaba el tipo al que el Tesoro emite actualmente deuda pública con vencimientos similares. 

El cambio de paso del BCE

En este contexto, el alivio podría llegar en forma de refinanciación en un tiempo razonable, aprovechando la rebaja de los tipos de interés que se esperan en la zona euro, y que permitirían a Grífols optimizar a medio plazo el coste medio de la emisión. 

Sin embargo, en este punto ha llegado el segundo elemento en contra de la farmacéutica. Tras el primer recorte del precio oficial del dinero por parte del Banco Central Europeo (BCE) en su reunión del consejo de gobierno de junio, las expectativas de nuevos recortes se han reducido de forma significativa. La propia presidenta del organismo emisor, Christine Lagarde, se encargó de advertir a los mercados de que la inflación en la eurozona es aún demasiado elevada y que posibles nuevos recortes de tipos de aquí a fin de año no están ni mucho menos asegurados. 

Christine Lagarde, presidenta del BCE / EP

Christine Lagarde, presidenta del BCE / EP

Las previsiones del sector financiero llegaron a vislumbrar hasta cuatro revisiones a la baja en 2024 y otras tres para el próximo año. Entrado el segundo trimestre, el consenso del mercado apuntaba ya a sólo tres. Y en la actualidad, no se descarta que hasta diciembre tan sólo se dé un recorte más, a la espera de la evolución del comportamiento de los precios

En este escenario, la rebaja de calificación de Moody’s y sus dudas sobre la capacidad de Grífols para recuperar del flujo de caja positivo en el plazo esperado, esto es, a lo largo de este 2024, ha sido especialmente inoportuna, dado que aleja aún más las probabilidades de rebajar el coste de la factura de acudir al mercado de renta fija en busca de refinanciar deuda… con más deuda. 


Tras la junta general de accionistas de Grífols, celebrada hace dos semanas, el consejero delegado, Nacho Abia, admitió que tras un análisis exhaustivo de los activos de la compañía, el equipo gestor no había encontrado posibles objetivos para poner en el mercado y lograr así ingresos extra para reducir aun más el elevado apalancamiento, que lastra tanto la cotización como el rendimiento de la empresa desde hace algo más de tres años.

Tras cerrar la sesión con descensos superiores al 12%, Grífols remitió una nota a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) redactada en inglés en la que reiteró las guías ofrecidas en su día al mercado y destacó contar con una posición de liquidez en torno a los 2.400 millones de euros.

Un mensaje que contribuyó a aminorar algo los fuertes descensos que registraba el valor en Wall Street, donde las caídas intradía llegaron a superar el 14%. Al cierre de la sesión, al menos pudo esquivar una caída de dos dígitos y el desplome quedó en el 9,6%.