Grífols ha superado el crucial mes de junio que afrontaba hace algunas semanas, con el trámite resuelto de la junta de accionistas y, sobre todo, el cierre de la operación de venta del 20% de Shanghai RAAS, clave para el futuro financiero a corto plazo de la farmacéutica. Superados estos desafíos, Thomas Glanzmann, presidente de Grífols, ha aprovechado la calma tras la tempestad y ha vuelto a adquirir acciones de la compañía a modo de gesto de confianza hacia el equipo gestor que lidera.

El ejecutivo suizo invirtió en torno a 81.000 euros en la operación, que realizó un día después de que Grífols anunciara la culminación definitiva de la desinversión, que le hizo ingresar desde ese momento unos 1.800 millones de dólares, antes de que terminara el primer semestre de 2024, tal y como estaba previsto. 

Una compra no excesivamente voluminosa, pero a la que cabe sumar la que realizó el pasado mes de marzo, cuando Grífols atravesaba el peor momento de su particular calvario bursátil, iniciado el pasado 9 de enero tras la publicación del informe de Gotham City Research.

En aquel entonces, con la acción del productor de hemoderivados por debajo de la cota de 7 euros, Glanzmann invirtió algo más de 350.000 euros en los depreciados títulos de la empresa que preside; de esta forma, la cantidad que ha destinado a apuntalar la cotización de Grífols durante la crisis de la empresa se va por encima de los 430.000 euros.

La apuesta del consejero delegado 

La operación de la pasada semana ha sido idéntica a la que ejecutó en el pasado marzo, de modo que Glanzmann no ha adquirido los títulos en mercado, sino a través de instrumentos derivados que no cotizan en mercados regulados, ni siquiera bajo la modalidad "fuera de mercado" (OTC, por sus siglas en inglés). 

Fue también la modalidad elegida por el consejero delegado, Nacho Abia, que también compró un paquete de acciones de Grífols, nada más aterrizar en el consejo de la empresa e incluso antes de comenzar a ejercer su cargo ejecutivo. 

Nacho Abia, consejero de Grifols, en la Junta de accionistas de Grifols el 14 de junio en Sant Cugat del Vallès, Barcelona Cedida

Abia, que vivió hace unos días su primera junta de accionistas de Grífols, invirtió cerca de 690.000 euros en la compañía, que por entonces cotizaba a precios en torno a 7,5 euros. 

En el caso de Glanzmann, ha vivido intensamente el desplome sufrido por la empresa a raíz de la actuación de Gotham; fue el encargado de dar explicaciones a los inversores en las conferencias que la compañía organizó tras la publicación del documento, que ponía en cuestión las cuentas de la empresa, sus prácticas contables, las operaciones con partes vinculadas y su modelo de gobernanza.

En el punto de mira 

Junto a la familia fundadora y primer accionista de la empresa, Glanzmann también figuraba en el punto de mira del incendiario documento, dado que Gotham puso en cuestión su independencia debido a la larga relación con la farmacéutica y la familia Grífols. Aunque Glanzmann accedió a la presidencia en 2022, su presencia en el consejo de administración se remonta a más de una década.

Entre los múltiples cambios que la compañía ha llevado a cabo en materia de gobernanza a raíz de esta crisis, algunos han afectado directamente a Glanzmann. El primero fue, precisamente, la incorporación como consejero delegado de un ejecutivo como Abia, sin relación previa con los Grífols ni con alguna de sus empresas, lo que suponía un refuerzo de la independencia de la gestión, que los mercados consideraban en peligro con el presidente.

Además, fue el propio Glanzmann el encargado de anunciar que su cargo perdería el carácter de ejecutivo a partir del próximo año, lo que otorgará plenos poderes al consejero delegado de nuevo cuño. 

No obstante, el ejecutivo suizo ha vuelto a reforzar su posición en el capital de Grífols, cuya cotización sigue acumulando una notable depreciación desde el día previo a la publicación del informe de Gotham. 

La operación de venta de Shanghai RAAS, junto a la emisión de bonos de 1.300 millones de euros (tras ampliar un 30% la original) suponen un balón de oxígeno para Grífols, dado que permite a la empresa amortizar todos sus vencimientos hasta 2025 y poder así centrarse en su objetivo de seguir reduciendo el apalancamiento pero, al mismo tiempo, sin renunciar a desarrollar nuevas oportunidades y continuar con la recuperación del negocio tras los impactos negativos de la pandemia.

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