Nadia Calviño, vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos / EP

Nadia Calviño, vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos / EP

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Las tres fracturas que atenazan la economía española tras el Covid

Después de los ERTE y ahora con las ayudas directas, España deberá afrontar la lucha por la localización de los fondos europeos en distintas partes del territorio

14 marzo, 2021 00:00

La crisis sanitaria derivó en crisis económica, ante la necesidad de que los sectores que más aportan al PIB permanecieran cerrados. España ha sufrido como ningún otro país la pandemia del Covid, con un descenso del 11% del PIB en 2020. Tras las ayudas a través de los ERTE, vitales para mantener a flote a una parte de esa economía maltrecha, el paro sigue al alza y en febrero se superaron los cuatro millones de desempleados, una cifra no vista desde 2016. Ahora, sin embargo, se dibuja una senda de recuperación, que deberá sortear, sin embargo, tres grandes fracturas, según los expertos consultados y que están relacionadas con las ayudas de los fondos europeos.

Los ERTE mantienen todavía en hibernación a 900.000 afectados, y cerca de 500.000 autónomos están cobrando un cese de actividad por las restricciones sobre sus negocios. Esa situación, con las empresas sin colchón para seguir adelante, ha llevado al Gobierno a prestar ayudas directas después de que las patronales ejercieran una enorme presión, en particular Foment del Treball. Con la vicepresidenta económica Nadia Calviño arrastrando los pies, porque siempre ha considerado que la recuperación permitiría rehacer la situación sin un nuevo agujero en las arcas públicas, el Ejecutivo ha aprobado un plan dotado con 11.000 millones de euros, de los que 7.000 serán ayudas directas.

La economía, al 85%

Los sectores que se podrán beneficiar serán los más afectados por el parón de la actividad: el turismo, la hostelería y el comercio, que podrán recibir esos recursos de forma no reembolsable, previa justificación del descenso de los ingresos. Los podrán utilizar para pagar los costes fijos, como los alquileres, el suministro o las deudas contraídas con proveedores. Se trata de una parte de la economía que todavía no ha podido reiniciar, y que se calcula en un 15%.

La vicepresidenta y ministra de Asuntos Económicos y Digitalización, Nadia Calviño, esta semana tras el Consejo de Ministros / EP

La vicepresidenta y ministra de Asuntos Económicos y Digitalización, Nadia Calviño, esta semana tras el Consejo de Ministros / EP

El catedrático de Política Económica y presidente de la Fundación del Círculo de Economía, Antón Costas, se refiere a esa doble situación de la economía española. “Un 85% de la economía se ha recuperado y algunos sectores incluso han aumentado su capacidad, pero queda un 15%, ligada a los servicios, a los sectores que en España son de vital importancia”, señala Costas, con la idea de que, a pesar de las características propias de esta crisis, España retoma una cuestión que siempre aparece en todas las crisis. “La economía española es maniaca-depresiva, para bien y para mal, desciende mucho en momentos de crisis y se recupera más rápido después”, explica. Eso quiere decir, a su juicio, que ese 15% podrá recuperarse a partir de este mismo verano si la campaña de vacunación comienza a dar sus frutos y se intensifica a partir de abril.

Capacidad de ahorro y consumo para la recuperación

Lo que apunta Costa se produjo en el tercer trimestre de 2020, cuando, tras las primeras olas de la crisis sanitaria, se pudo controlar y se permitió una apertura en verano. Aunque pudo tener consecuencias de cara a la tercera ola, de la que España se recupera ahora, el PIB rebotó el 16,7%, varios puntos por encima de todas las previsiones, aunque sólo se recuperara con ello el 59% de lo perdido en los primeros seis meses del año.

La capacidad de ahorro ha sido enorme. Los españoles aumentaron sus ahorros en 2020 en un 38%, con un total de 63.000 millones de euros. En su conjunto, los ciudadanos españoles tienen ahorrados 920.000 millones de euros, con lo que España es el cuarto mercado de depósitos por detrás de Alemania, Francia e Italia. Y con la recuperación, las autoridades económicas entienden que eso se traducirá en un fuerte consumo. Sin embargo, hay economistas reticentes.

Lo señala Juan Ignacio Crespo, experto en el mercado de inversiones, que mira lo sucedido en Estados Unidos. “Las ayudas que ofrece el Gobierno de Biden, que son enormes, no irán directamente al consumo, porque los norteamericanos señalan que o bien pagarán alguna de las deudas pendientes o lo invertirán, que en Estados Unidos quiere decir que lo invertirán en bolsa”.

Momento Hamilton

A la espera de que ese ahorro se pueda destinar a reactivar los comercios o la hostelería, en definitiva el sector servicios en su conjunto, el problema llegará con los fondos europeos, como se ha comprobado con el anuncio de algunas inversiones. Es lo que ve Antón Costas, que anuncia, de hecho, un “momento Hamilton”, en relación a Alexander Hamilton, que fue el primer secretario del Tesoro en Estados Unidos. Es decir, un momento fundacional, en el que se tendrán que poner las bases de un nuevo modelo productivo en toda la Unión Europea, con cambios importantes respecto a los sectores económicos que deben responsabilizarse del crecimiento económico.

Y los retos aparecen, como fracturas, o como oportunidades. El primero es que se produzca una lucha territorial en España por las localizaciones de las inversiones. El anuncio de Wolkswagen, con Seat en Barcelona, para producir un coche eléctrico, a partir de una planta de baterías eléctricas que podría también construirse en Cataluña, ha generado la polémica con Aragón y Galicia, y con el alcalde de Cáceres, territorio en el que se podría generar el litio necesario para esas baterías. También se ha visto en Jaén y en Córdoba, aunque en ese caso por una decisión del Gobierno español sobre unas inversiones del Ejército.

¿Quién controla los fondos europeos?

El hecho es que, respecto a los proyectos Next Generation, que cuentan con el dinero europeo, ni las decisiones ni el control se ejercerán desde Madrid. Será la Comisión Europea la que irá evaluando todo el proceso, y eso será, en realidad, una “garantía”, como señalan los economistas consultados, de que esas inversiones responderán a criterios económicos precisos.

La segunda posible fractura es la que se puede establecer entre las grandes empresas y las medianas y pequeñas. Costas asegura que en esos planes europeos ya se cuenta con que deberá haber un tejido económico repartido por todo el territorio que suministre a las grandes empresas. Es decir, sobre el papel, el equilibrio estaría asegurado.

El eurodiputado de Ciudadanos, el economista Luis Garicano, en el Círculo de Economía / CdE

El eurodiputado de Ciudadanos, el economista Luis Garicano, en el Círculo de Economía / CdE

Pero la tercera fractura es más problemática. Los fondos europeos están destinados para dos grandes áreas, la digitalización y la transición energética. Eso tiene una lectura ambigüa. El eurodiputado Luis Garicano, que conoce a la perfección el mecanismo de la Comisión Europea entiende que esas inversiones siempre se podrían adaptar a otros sectores, para generar puestos de trabajo, pero deben guardar una relación estrecha. ¿Paneles solares para todos los colegios de secundaria, por ejemplo?

Más allá de la transición energética

Costas insiste en ese temor, con el objetivo de que esas inversiones se puedan utilizar, también, para la inclusión social, para generar puestos de trabajo, sin que quede atrás una parte de la sociedad. Pero el peligro es que esa transformación económica europea derive en una gran diferencia, entre territorios dinámicos y mejor adaptados, con profesionales y trabajadores especializados, y otra parte que quede definitivamente atrás.

Todo eso se dirime en España en estos momentos, un año después de la reclusión social, con el objetivo de contener el virus del Covid. Ahora, a punto de comenzar la primavera, todo está pendiente de las vacunas y de la puesta en marcha de un plan europeo que, a diferencia de lo que ocurrió con la crisis de 2008, sí se ha mostrado ambicioso.