De hoz y coz en la pocilga, Lucía Etxebarria busca un hueco al sol de Mediaset y bien que hace aunque tenga que hacer de todo. De escribir no vive nadie. Trending topic lo suyo practicando sexo en Pamplona. Programa Mad in Spain, fiestas grandes en la piel de toro y la escritora recuerda retales de una juventud salvaje, cuando "podía ir cuatro días puesta". A tope. Sentada la cabeza es el momento de rememorar aquel verano loco en que le robaron todo mientras empotraba o era empotrada, coronaba y/o se contorsionaba en la vía pública presa de una intoxicación etílica de calibre San Fermín.

Conclusión: si bebes y fornicas en la calle no pierdas tus pertenencias de vista. Etxebarria no concretó qué prácticas sexuales eran las suyas, de modo que a falta de más detalles se infiere un ortodoxo contacto con el sexo contrario con final infeliz. Dijo la escritora que "in illo tempore" había hecho "de todo" en un estado lamentable, excepto "torturar animales". Con mucho convencimiento se expresó en ese extremo a pesar de los estupefacientes efectos del alcohol que decía consumir en aquella época de modo inmoderado. Si lamió un sapo, desplumó un pavo o le dio lo suyo a un trincaburras aquello se quedó en Pamplona, entre ella y la especie que fuera, porque lo que ocurre en San Fermín de San Fermín venimos.

El público televidente venía de romper los audímetros con la ida de la Supercopa de España, embate entre el campeón de Liga y el campeón de Copa, el segundo Barça-Madrid del verano, el primero oficial de la temporada que nos espera. Telecinco trincó con el encuentro un 46,8% de cuota de pantalla, 6,3 millones de forofitos enganchados al magno espectáculo del esférico volandero. Por TV3 siguieron la retransmisión 700.000 telespectadores. Un pico en el mes de menor consumo televisivo.

TV3 es una televisión en azulgrana, entregada a la causa culé, acérrima partidaria del club de la Travessera de les Corts, guardiana de las más rancias y abolengadas esencias barcelonistas. Algunos elementos disolventes pretenden que al ser una televisión pública se mantenga neutral en materia balompédica toda vez que el Real Madrid tiene muchos seguidores, el Espanyol también es de primera y condal y acaba de subir el Girona City, pero son muchos años ya de Barça en vena como para mitigar el fenómeno. Además, a nadie le interesa (propagandistas del fútbol moderno al margen) que TV3 trate al Barcelona como TVE a la selección española con aquellas tremebundas retransmisiones en las que José Ángel de la Casa más parecía describir las vicisitudes de un Albania-San Marino que el partido de España frente a Italia.

En TV3 es todo lo contrario, de modo que a falta de un juego local que estimulara la narración y sofocara el incendio, el equipo de comentaristas se pasó la velada dominical mostrando su perplejidad ante la profanación del templo barcelonista por hordas de turistas que ovacionaban sin cortarse un pelo las evoluciones y los goles merengues. "Nunca antes había pasado", apuntaba uno; "es inaudito", añadía otro; "increíble", aportaba el tercero. TV3 quiere la cabeza de Bartomeu y se la va a cobrar por la vía de la turismofobia graderil, el fichaje de Paulinho y el barrunto de un cambio de ciclo en medio de una guerra entre la directiva saliente y el defensa central Piqué, conseguidor del patrocinio japonés y referente intramuros al que el directivo Pep Segura (que lleva una pinturera tarjeta con la leyenda "manager general del FC Barcelona") atribuyó a través de TV3 el mérito de la lacerante derrota por su gol en propia meta.