Pudiera ser que a Pedro Sánchez le traicionara el subconsciente. A fin de cuentas no hay en España nadie más importante que él, el presidente del Gobierno más viajero de la historia. En eso es como Paco Alcácer metiendo goles desde que se ha liberado de la opresión culé. No para quieto Sánchez, ya sea por la agenda continental o la planetaria, pero ayer quedó en un flagrante fuera de juego en la recepción real del 12 de Octubre. Indecorosa posición la del presidente y aún más incómoda para Begoña Gómez, su señora, reina por un instante. Hay algo en ella que recuerda a Melania, el gesto desconfiado ante la exposición pública, la más que prudente distancia frente a las intemperancias de la opinión pública.

El VAR es inclemente. Sánchez le da la mano a Felipe VI, a doña Letizia y luego se pone al lado de ella para seguir apretando manos. Begoña Sánchez, que no asistió al desfile militar, no puede hacer otra cosa que emplazarse junto a su marido. Diríase que la presidenta del Congreso, Ana Pastor, esboza una sonrisa a lo Sergio Ramos cuando advierte la jugada. Penalti y expulsión. Al instante apareció un propio de la Casa Real para sacar del área a la pareja presidencial y despejar el campo de la real.

Debe ser cosa del jet lag y debe tenerse en cuenta que un fallo lo tiene cualquiera. Para el presidente es cosa habitual dar mucho la mano y pasar revista a soldados de ejércitos de medio mundo, que se le cuadran y presentan escopetas. 

En el ABC analiza el penalti y sus derivadas Ignacio Camacho, que escribe: "De cualquier otro dirigente nadie habría sospechado ninguna intencionalidad en el gazapo; sin embargo en torno a este presidente llueve sobre mojado desde que decidió tomar el poder por asalto. Los grupos de whatsapp y las redes sociales, esa hoguera de la España indignada por el motivo más liviano, crepitaron. Sánchez no es un novato; desde que era jefe de la oposición ha estado varias veces -alguna sin corbata, por cierto- en ese acto. En un político tan atento a los detalles de imagen chirría sobremanera este tipo de lapsus: nadie mejor que él entiende el significado simbólico, paratextual, del fallo. (...) Esos segundos de despiste en el besamanos representaron la escenificación involuntaria del rasgo que le hace más daño, el del manifiesto apego al poder y el disfrute engolado de los privilegios del cargo. El de una agrandada querencia por la prosopopeya del liderazgo".

El telón de fondo es la reprobación del Rey en el Parlament y el ruido para que Sánchez convoque elecciones. No está claro que el Gobierno vaya a recurrir al Constitucional la propuesta de resolución contra la monarquía. Cunde la teoría en las filas socialistas de que al ser un acto del Parlament, la cosa carece de la más mínima importancia. No será la reprobación, por tanto, lo que impida explorar a Sánchez las profundidades del diálogo con todos los bandos del independentismo.

Luego del accidente protocolario se montan corrillos y los políticos echan alpiste a los periodistas. En ese marco avanzó Sánchez a la canallesca que tiene varias ideas sobre el contencioso catalanista. Escriben del caso en El Periódico Gemma Robles y Pilar Santos: "Y es que Sánchez explicó claramente que el plan que tiene en la cabeza para Catalunya consta de tres fases: una primera de 'normalización y distensión'; una segunda de oferta de 'soluciones políticas' a la grave crisis territorial que se vive desde hace años, y una tercera y final en la que, 'inevitablemente', los catalanes tendrán que votar. Eso sí, insistió en que no propone ningún referéndum sobre la autodeterminación, sino medir los apoyos de una propuesta de mayor autogobierno. (...) No fue el único tema espinoso que, según admitió, afecta a esa fase de normalización que pretende superar cuanto antes: el hecho de que el Parlament haya reprobado al Rey y reclamado abolir la monarquía a iniciativa de los Comuns y con votos de JxCat y ERC no gustó en la Moncloa. Nada. Sánchez confirmó a los periodistas que se estudia cómo darle una respuesta jurídica, pese a ser complicado por tratarse de una proposición no de ley con intenciones 'declarativas'".

"La realidad es que el independentismo sigue en fase declarativa, no ha hecho nada irregular o ilegal", apuntó.

Sobre el Rey escribe Josep Ramoneda en la edición catalana de El País un artículo que abona la campaña independentista contra la Corona: "La monarquía nunca ha provocado entusiasmo en Cataluña. Pero pocas veces la desconfianza había sido tan grande como ahora. Me consta que alguna personalidad catalana se lo ha hecho notar directamente al Rey y, como respuesta, ha recibido poco más que un encogimiento de hombros. No es nada difícil articular un argumento para una reprobación real. El mito del papel moderador de la monarquía se ha ido al traste con la cuestión catalana. Y el Rey ha puesto mucho de su parte para que fuera así. El discurso del 3 de octubre del año pasado en que, suplantando Rajoy, dio la orden de ir a por el separatismo catalán, sin que se tuviera ninguna consideración por el conjunto de la sociedad catalana, marca una fractura, así como su intervencionismo en las políticas gubernamentales de respuesta al independentismo, con presiones directas sobre determinados sectores de la sociedad".

Con eso de la monarquía en Cataluña pasa como con Franco, que era aclamado cada vez pisaba Cataluña y hasta le habían puesto un busto en la entrada noble del Camp Nou y ahora nadie vio nada. Juan Carlos I se pasaba los fines de semana en el Maresme como un vecino más y ahora resulta que su hijo es la bicha coronada. ¿Y aquello de los Juegos? ¿Y los patronatos, fundaciones, premios, becas, salones, patrocinios y demás mojigangas monárquicas del Principado? Pero hombre, si hasta se casó la infanta Cristina con el jugador del Barça de balonmano Urdangarin dando un garbeo en descapotable por el centro de la Ciudad Condal. 

Es verdad, por otra parte, que en su discurso del 3 de octubre no fue neutral. Una pena que no apoyara la república, opinan los independentistas. Desde luego que desperdició Felipe VI una oportunidad histórica para abdicar. 

Un puñado de gente catalana considera, por el contrario, que el Rey mola y que el discurso del 3 de octubre es para imprimirlo y enmarcarlo. Ayer salieron a la calle en Barcelona en número de 65.000 según la Guardia Urbana y 300.000 a decir de los organizadores. Miles de banderas españolas había fijo. Joaquín Luna propuso en La Vanguardia descentralizar la Diada y que la próxima se celebre en Girona, cuyos ciudadanos también tienen derecho a disfrutar de los placeres de tan magnífica aglomeración. En el caso del 12 de Octubre, hay quien preferiría un desfile militar por la Diagonal y que se hiciera en Madrid o en las fiestas de Zaragoza la manifestación del Día de la Hispanidad.

El presidente Quim Torra preferiría que el 12 de octubre fuera laborable, por lo que se pasó el día en el despacho trabajando como un tremendo estajanovista. Sobre una fotografía suya en mangas de camisa e inclinado sobre unos papeles escribe: "Treballant com cada dia pel benestar social, el progrés econòmic i la República independent". Piel de gallina. Ahí currando Torra como un titán, héroe del bienestar social.

La agenda de Torra de hoy incluye escalar el Puigsacalm. Es una iniciativa para reclamar la libertad de los presos y el retorno de los evadidos que consiste en ascender a 18 cumbres míticas de la tierra catalana. Alerta si salen al campo. De La Vanguardia: "Dada la importante tradición montañera en Cataluña, se prevé una importante saturación de personas en las cimas, debido también a que muchos habrán optado por no inscribirse. Ante los posibles problemas, Protecció Civil ha pedido precaución, ir bien equipado y no desviarse de las indicaciones de los organizadores ni de las rutas marcadas. El llamamiento es conjunto con la Federació d’Entitats Excursionistes de Catalunya (FEEC), Mossos d’Esquadra, Bombers, SEM, Agentes Rurales y los propios impulsores".

El hombre que le atizó varios ganchos por la espalda a la nariz de otro hombre que se manifestaba por la igualdad salarial entre policías abre la edición de El Món. Le entrevista Quico Sallés. El tipo sostiene que lo que pasó no pasó como pasó. Le presenta así Sallés: "Francesc ‘Sisco’ López (Barcelona, 1976), es un chico de Santa Margarida de Montbui que está investigado por agredir a un manifestante de Jusapol, una vez acabada la manifestación del pasado 30 de octubre en Barcelona. Está en libertad y sin ninguna medida cautelar. En esta conversación con El Mundo explica su versión de los hechos. Asegura que golpeó al 'agresor de un chico' porque 'le salió del alma', no porque fuera españolista o policía. De hecho, asegura que ni lo sabía. Sufrió daño y recibió de lo lindo por parte de un grupo de manifestantes. Asegura que no es un infiltrado". 

Ahí va la explicación de este xicot de 42 años a la siguiente pregunta de Sallés: 

-Tras la agresión, ¿qué haces?

-Me voy a casa. Pero antes, cerca de Urquinaona caigo en redondo. Me desplomo. Una bajada de tensión o por la tensión del momento, por el esfuerzo ... pero caigo. Llevo hierros en la espalda, estoy incapacitado. Cuando era encofrador me cayó una plancha de muro encima y llevo la espalda llena de hierro. Vienen los sanitarios, vieron que llevaba la mano sangrando y me curaron la herida. Me espabilé, bebí agua y al marcharme vi a los Mossos que estaban de espaldas a la plaza Urquinaona. Deshicieron el cordón y me fui a casa. En el CAP me curaron la herida.


Vaya vida curiosa la de Sisco López.