
¿Esto qué es?
El homenaje de Úrculo a Lina Bo Bardi
El artista plástico se ha apoderado de la casa de la arquitecta durante cinco semanas para calcar algunos objetos mediante frottage, acuarela, vídeo y cianotipias
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Como tantos de mi generación, memoricé algunos poemas de Borges y de vez en cuando me viene a la memoria algún verso, entre ellos éste de “Límites”: “¿quién nos dirá de quién, en esta casa/ sin saberlo nos hemos despedido?”.
Se refiere a la idea, ciertamente inquietante, de que puedes estar en una reunión o una fiesta con otra gente, disfrutando de la compañía y sin ningún mal presagio, y luego te vuelves a casa, pero quizá a alguno de los allí reunidos no volverás a verlo, porque habrá fallecido, o, peor todavía, habrás fallecido tú. Son versos que habría que repetirse siempre que ir a reunirse con la gente te dé pereza. ¡Podría ser la última! ¡Da lo mejor de ti!
El otro día en Madrid recordé el verso ese, quién sabrá de quién en esa casa sin saberlo nos hemos despedido, mientras paseaba por el chalet deshabitado de Serrano 148, donde Luis Úrculo –hablé aquí hace unos meses de una de sus exposiciones-- ha organizado una exposición efímera: sólo durante cuatro días. Casi un happening, un gesto. Escribo ahora sobre ella, pero nadie más podrá verla. Ha desaparecido, como la familia que habitó el chalet.

Una obra de Úrculo, en un chalet de Gutiérrez Soto
La ocasional “galería”, el chalet familiar donde se organizó la exposición, es obra del arquitecto Luis Gutiérrez Soto (1900-1977), que realizó centenares de edificios sólo en Madrid, donde es muy conocido. Dejó su huella por toda la ciudad. Antes de la guerra Gutiérrez Soto fue un brillante racionalista; en los primeros años del franquismo se adhirió al historicismo majestuoso y herreriano –suya es esa colosal réplica del Escorial que es el ministerio del Aire--, y luego se decidió por un estilo ecléctico, siempre reconocible, siempre elegante y alegre. En Barcelona es obra suya el edificio Fábregas, gran buque racionalista varado en la esquina de la plaza Urquinaona, en el cruce de Junqueras y Trafalgar.
El chalet de Serrano 148, hecho, como siempre con Gutiérrez Soto, con los mejores materiales, está deshabitado y frío, en el jardín el césped está mustio y amarillento y la piscina vacía, la pintura en las habitaciones se cuartea, el parquet está abombado por la humedad… en fin, que necesita una restauración a fondo, se respira una atmósfera de pre-ruina.
Todo da idea de un esplendor perdido, del paso del tiempo --la sensación de que si uno aguzaba el oído aún oiría alguna voz espectral de sus desaparecidos habitantes…-- y recuerda “Paseo de junio”, el famoso soneto de Sánchez Mazas sobre una casa de persianas verdes, tras una tapia sombreada por los tilos, ante la que años atrás el poeta pasó con su novia, y se fijaron en aquella casa en la que “nadie vivía, hubiéramos podido/ alquilarla, tal vez. Nadie vivía./ Oh dorada tarde enamorada./ Y ahora, bajo estos árboles de olvido…” Etc. Muy melancólico, como lo son siempre los nidos abandonados. No abras nunca un armario en esas casas, puede que allí se dejasen olvidado un juguete…

Una obra de Úrculo, en un chalet de Gutiérrez Soto
Úrculo, que desde hace años trabaja y expone cosas y espacios relacionados con la idea de la ruina, con la arqueología, con legados momificados, herrumbrosos, con el imposible rescate del pasado… encontró el mejor escenario, y el mejor plazo –cuatro días solamente, en vísperas de ARCO-- para su exposición, que era un homenaje personal a otro edificio, la famosa casa de vidrio de la arquitecta Lina Bo Bardi (1914-1992) en Sao Paolo.
La casa que se construyó la arquitecta italo-brasileña, de hormigón armado y paredes de vidrio, sostenida en el terreno en pendiente por pilares de metal, proyectándose hacia el paisaje y rodeada, casi envuelta, por los árboles y la vegetación tropical, a su muerte había entrado en una tremenda decadencia pero ahora es reconocida como uno de los mayores emblemas del movimiento moderno en arquitectura, las instituciones se ocupan de preservarla y de unos años a esta parte está adquiriendo una resonancia enorme y congregando un renovado interés y admiración internacional.

Una obra de Úrculo, en un chalet de Gutiérrez Soto
El caso es que Úrculo, siendo artista plástico, se formó como arquitecto y muy, muy interesado por la casa de Lina Bo Bardi, ha pasado allí cinco semanas. Con diferentes materiales, con diferentes procedimientos y técnicas, se ha entregado, como nos explicó aquel día, a la tarea de apoderarse de la casa calcando algunos objetos mediante frottage, acuarela, vídeo, cianotipias -- un procedimiento fotográfico monocromo que consigue una copia negativa del original en un color azul de Prusia-- y otros medios de conjuros e invocaciones.
Naturalmente él mismo sabe y dice que es perfectamente absurdo querer apoderarse de una cosa que adoras fotografiándola o pintándola, pero las cosas hechas por pasión no necesitan justificación. También Pessoa dice que escribió "cartas de amor ridículas", porque las cartas de amor para ser de amor han de ser ridículas, y al final sólo es ridículo el que nunca las escribió. Al final, qué hacemos todos siempre sino cianotipias de la vida, impresiones azules.
Las fotos que ilustran estos párrafos son del artista.