Agentes de la Policía Nacional y de los Mossos d'Esquadra han desarticulado a uno de los mayores grupos criminales especializados en la comisión de vuelcos. Es decir, en ejecutar robos extremadamente violentos, con uso de armas de fuego, a otras organizaciones criminales, con el objetivo de sustraerles drogas, armas, dinero u otros objetos de valor.
El grupo, liderado por un ex policía nacional expulsado del cuerpo hace años, utilizaba vehículos con matrículas dobladas, que simulaban ser del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) y ejecutaba los asaltos con atrezo policial: ataviados con uniformes, chalecos y placas.
Seis falsos policías detenidos
La investigación, que echó a correr en junio de 2023, se ha saldado con la detención de seis personas --cinco hombres y una mujer-- de entre 35 y 49 años, a quienes se les atribuyen un abanico de varios delitos graves: cuatro robos con violencia e intimidación, lesiones y robo o hurto de vehículo.
Las primeras pesquisas se iniciaron a raíz del asalto violento que sufrió una persona el 8 de junio del año pasado en Cornellà de Llobregat (Baix Llobregat, Barcelona). En esa ocasión, tres desconocidos abordaron a la víctima haciéndose pasar por policías. Acto seguido, la trasladaron hasta Barcelona, donde le robaron dinero en efectivo y una elevada cantidad de paquetes de tabaco que transportaba en el interior de su vehículo.
Cinco meses después, el 14 de noviembre de 2023, los falsos policías volvieron a actuar. Esta vez, asaltaron a sus víctimas en Cerdanyola del Vallès (Barcelona) y, en esta ocasión, lo que buscaban obtener era información en relación con otro objetivo de interés para el grupo. Fue a raíz de este episodio que la investigación conjunta permitió constatar que los investigados se desplazaban con matrículas correspondientes a la propia Policía Nacional.
Tres almacenes en Santa Coloma y otro asalto en Lliçà
A medida que avanzaban las gestiones de investigación, los agentes tuvieron conocimiento de que el grupo disponía de hasta tres aparcamientos privados en la ciudad de Santa Coloma de Gramenet (Barcelona). En dicho espacios se realizaban los cambios de matrícula de los turismos que alquilaban. También ocultaban allí el material indispensable para llevar a cabo sus acciones violentas.
Tras el episodio de Cerdanyola, los investigadores tuvieron constancia de otro asalto, el 23 de enero de este año. Un vehículo con señales luminosas de tipo policial estacionó en un domicilio de la calle Muntaner de Lliçà d’Amunt (Vallès Oriental, BCN). Seguidamente, varios desconocidos accedieron al interior de la vivienda y se identificaron como agentes de la autoridad. Resultó que se trataba de los mismos individuos que, anteriormente, habían actuado con el mismo modus operandi en Cornellà y Cerdanyola del Vallès.
Punto de inflexión en la investigación
El pasado 25 de mayo, el robo con violencia e intimidación en un chalet de Tortosa (Baix Ebre, Tarragona), donde el propietario resultó herido por un disparo de arma de fuego, supuso un punto de inflexión para la banda.
Los Mossos lograron entonces detener a dos de los miembros de la banda, dos hombres de 31 y 40 años, mientras que otras tres personas lograron huir. Esta vez, además, los investigados se trasladaron en dos vehículos que habían sustraído en Barcelona y Cambrils.
La detención de parte del grupo provocó que los tres fugitivos se ocultaran durante varios días, uno de ellos en un bungalow de un camping de la Cerdanya. Sin embargo, este traspié no les impidió organizar un nuevo asalto violento en un domicilio de una localidad del Vallès Occidental, previsto para mediados de julio. Ante ausencia del propietario, el grupo decidió retrasar sus propósitos.
Organizados y muy violentos
Finalmente, los investigadores de la Policía Nacional y los Mossos diseñaron un dispositivo de detención por fases que culminó el pasado 16 de julio con la detención de cuatro hombres y una mujer en diferentes municipios catalanes. Días después, el 2 de agosto, se detuvo a otro hombre en Sant Adrià del Besòs (Barcelonès).
Según fuentes policiales, los detenidos constituían un grupo criminal muy bien organizado y estructurado, en el que sus integrantes se distribuían las tareas de selección y vigilancias de objetivos, la utilización de placas de matrículas dobladas y la ejecución material del robo. Contaban, además, con todo tipo de utensilios y herramientas policiales (chalecos de alta visibilidad, grilletes, lanza destellos, un equipo emisor de acústicos, equipos de transmisión de radio portátiles, matrículas falsificadas, cableado y luces para modificar vehículos) para darle mayor credibilidad a sus asaltos.
La investigación se mantiene abierta
Los autores, siendo conocedores de la actividad delictiva de sus víctimas, presuponían que difícilmente denunciarían los hechos por no reconocer ni poder justificar el origen del dinero o los efectos sustraídos. Precisamente por eso, la investigación se mantiene abierta con la posibilidad de efectuar aún
alguna detención más de personas o para resolver episodios similares.
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