El nuevo tráfico de marihuana en Cataluña desafía a los Mossos d'Esquadra por la llamada democratización del narco. Una cascada de jóvenes nacionales que jamás habían estado vinculados a la delincuencia se acercan al cultivo industrial de la droga, atraídos por el "dinero rápido", el estilo de vida de las nuevas celebrities y el efecto-imitación de alguna series de Netflix.
Es lo que detallan fuentes policiales y comunitarias consultadas por este medio, que alertan de la irrupción del nuevo narcotráfico "democrático", al cual acceden jóvenes de las comunidades nacionales, tanto payas como gitanas, atraídos por "la posibilidad de ganar poco dinero que para ellos parece mucho, unos 20.000 o 30.000 euros, que en el narcotráfico tradicional no sería nada, pero que para ellos es una fortuna".
"Nivel de vida"
Ese dinero rápido que atrae al nuevo narco joven, incluso al de "clase media" es el "nivel de vida". El que copian de las series de Netflix o de los nuevos influencers de redes sociales. "Con las pequeñas cantidades que ganan se compran un coche de alta gama, quieren el famoso Lambo --por los Lamborghini que promociona el coach de fitness Amadeo Lladós Llados--, se ponen cadenas colgando del cuello imitando a Pablo Escobar y se van a la discoteca.
Esos jóvenes "persiguen un estilo de vida al que no podrán llegar con trabajos convencionales", y son víctimas de "la falta de oportunidades, inversión y mediación en los barrios de Cataluña".
"La cárcel ni se contempla"
Frente a este fenómeno del narco democrático, que no está avezado a la delincuencia común, se impone el Estado de Derecho. "Pero es que el peligro de la policía y la cárcel no se percibe. Es invisible. Cuando empieza a llegar el dinero, los nuevos narcos no tienen consciencia de lo que están haciendo es un delito grave, y que terminarán entre rejas durante unos años".
El estilo de vida pasajero, pues, compensa el riesgo a un posible castigo penal, que se ve lejos, incluso imposible de que se sustancie.
Ruptura de los códigos
Y hay otra consecuencia. "La ruptura de códigos" de la delincuencia común. El antiguo narcotráfico operaba en la premisa de equilibrio de fuerzas: las bandas, de distintos orígenes, respetaban el territorio y la operativa de cada una por la capacidad de infligirse daño mutuo. "Eso ya no pasa. Los nuevos narcos se roban el producto o el dinero unos a otros, son los llamados vuelcos; no tienen códigos, es la guerra total", lamentan fuentes cercanas a la mediación de los Mossos d'Esquadra.
Este todos contra todos, pues, provoca más inseguridad de delitos derivados del cultivo de marihuana y, también, "la existencia de armas, incluso de guerra, en la calle". Como el Kalashnikov AK-47 con el que el pistolero de Girona abatió a dos miembros de la comunidad gitana la noche de San Juan. Sin ir más lejos, este sábado se ha registrado otro tiroteo en Cataluña. Esta vez, sin heridos, en la urbanización Àgora Parc del municipio de Tordera (Barcelona) y, de nuevo, la aureola del narcotráfico corona la escena.
Según han informado los Mossos d'Esquadra este nuevo episodio con arma de fuego tiene que ver con presuntos delitos contra la salud pública y okupación ilegal. Justamente, dos de las principales preocupaciones de los catalanes, según los últimos barómetros de la opinión pública. Y es que si el narcotráfico se ha "democratizado", la okupación ilegal por partes de organizaciones criminales y el uso y tráfico de armas, también.
Las cárceles lo notan
Frente a este nuevo fenómeno, los líderes comunitarios de antaño en Cataluña podrían ser una solución. Pero es que estas figuras sociales han sido orilladas por el independentismo, que colonizó parte de la base social para tratar de atraerla a sus postulados durante el procés independentista. Ahora, cuando hacen falta, están con el pie cambiado y no tienen puentes con la Administración.
Un ejemplo: los jóvenes extutelados del Magreb en prisión por traficar, atraídos, como los nacionales, por el dinero rápido. "Se está creando un problema gravísimo en las cárceles catalanas, pues antes había líderes comunitarios para interlocutar con los presos cuando pasaba algo. Estos jóvenes no los tienen. Necesitarían sus figuras de referencia para seguir como ejemplo dentro del penal y, también, encauzar conflictos y arbitrar. Pero es que estos referentes no existen".
Un modelo policial ineficaz
A todo esto, se le suma un modelo policial debilitado y cada vez más ineficiente ante los episodios de extrema violencia que se viven por todo el territorio catalán. Un sistema que, según lamentan las fuentes policiales consultadas, no ha previsto este giro radical en el paradigma delincuencial de Cataluña. Un territorio que aglutina la presencia de organizaciones criminales transnacionales que compiten por liderar el mercado de la droga. Especialmente, de la marihuana, pero también del hachís. Una carrera a la que se han sumado estos primerizos y jóvenes narcotraficantes españoles.
De hecho, los últimos acontecimientos --desde los asaltos a distintos hospitales de la región, hasta el doble homicidio de la noche de San Juan-- demuestran que el termómetro de la violencia en Cataluña está subiendo hasta temperaturas altamente preocupantes. Inquietud que ya ha llegado a las unidades investigadoras de los Mossos d'Esquadra, cuyos mandos han reconocido abiertamente que "Cataluña tiene un problema con el narcotráfico".
Evidenciando, así, que la suma entre organizaciones internacionales y los nuevos criminales, estos narcos "democratizados", han puesto en jaque un modelo policial que lleva años muy presionado, cuestionado y, según las voces más críticas, obsoleto.
De colaboradores a 'capos'
En este sentido, varias de las fuentes policiales consultadas lamentan que desde la administración pública "cuesta reconocer" que esta región, por su situación geográfica y por la laxitud legal que domina en todo el Estado, se ha convertido en un lugar fértil para viejas y nuevas organizaciones criminales.
Es más, añaden, "si antes el narco español se limitaba a prestar una buena logística al narco extranjero, ahora los roles han empezado a cambiar". Así, el narco español, sin la infraestructura criminal que ampara a las grandes mafias internacionales, "se ha subido al carro" y han dejado de ser "meros" colaboradores para intentar ser capos. Y eso conlleva, de forma intrínseca, un aumento de la violencia y de la narcoviolencia.
Se han forjado las primeras alianzas
Además, se han empezado a forjar las primeras grandes alianzas. Curiosamente, entre clanes albaneses y familias de etnia gitana. Fuentes expertas en la lucha contra el crimen organizado confirman que, mientras los albaneses ofrecen capital y protección; los españoles, por su lado, proporcionan logística y mano de obra.
Fuentes del Área Central de Crimen Organizado de los Mossos explica que "las organizaciones criminales procedentes de los Balcanes compran la producción a los productores locales, es decir, a estos clanes de etnia gitana, estableciendo, así, sólidas sinergias criminales entre los grupos extranjeros y nacionales".
De este modo, la seguridad pública catalana se encuentra ante un reto mayúsculo por la cantidad de frentes que se abren y se entrelazan. Una situación que se antoja compleja ante la evidente "democratización" del narcotráfico, las armas y la violencia.