La curiosa fiesta catalana que en Cataluña nos parece normal pero fuera no se entiende
Una tradición original de la Edad Media fue reconvertida en pleno siglo XX y celebrada en todo el territorio
3 junio, 2024 14:35Noticias relacionadas
Hay tradiciones que son muy difíciles de comprender, porque se circunscriben a una determinada zona. Desde la tradición de cortar troncos en el País Vasco a los mismos toros, España es rica en costumbres que tienen muchos seguidores y algunos detractores. Cataluña no es menos.
Un caso claro es la sardana, un baile que incluso algunos catalanes desconocen sus pasos; comer calçots, una delicia gastronómica a la que muchos no ven la gracia o beber a porrón. Pero es que el asunto llega hasta las fiestas.
Qué son los 'correfocs'
Una tradición muy extendida en Cataluña son los correfocs. ¿Traducción? Sería los ‘corre fuegos’, algo que podría ser una personificación, pero es que en realidad lo es. Se trata de una especie de salida en la que varias personas salen, disfrazadas o no, con varios petardos y/o bengalas por la calle, lanzando chispas y animando a la gente de la calle, cuando no les persiguen.
El caso más típico y más espectacular es la Patum de Berga. Se trata de un espectáculo en el que el fuego es el protagonista. Los organizadores y miembros de esta fiesta salen de rojo, como si fueran pequeños diablos con petardos, fuegos artificiales y otros elementos de pirotecnia y recorren la ciudad durante horas.
Los diablos: el origen
Esta costumbre, que puede parecer, ridícula para algunos, es motivo de goce y fiesta para pequeños y adultos. Todo el mundo sale a las calles y, normalmente, al ritmo de tambores baila y salta bajo el fuego. En Berga y en la mayoría de pueblos de Cataluña. Porque els correfocs forma parte del programa de cualquier fiesta municipal que se precie. Incluso en la misma Barcelona.
Para comprender plenamente el correfoc, es esencial diferenciarlo de los grupos de diablos. Estos últimos, llamados también bailes de diablos, forman parte de una tradición que se remonta a la Edad Media. Unos lo datan en el siglo XII, otros a principios del siglo XV.
Costumbre en la Corona
Lo cierto es que ya por el siglo XII se documentan algunos Balls de diables (bailes de diablos) en la Corona de Aragón (de allí que esta tradición también se dé en Baleares y Comunidad Valenciana). Todo apunta a que viene del teatro callejero medieval, en concreto, aquel que servía de distracción en las fiestas con comilonas.
En mitad de estos ágapes que celebraba la nobleza aparecían los bufones vestidos de diablos, bailando danzas rituales que incluían el uso de fuego y pirotecnia, simbolizando la lucha entre el bien y el mal. Pero el correfoc es algo más.
La diferencia con el correfoc
El correfoc, tal como se le conoce hoy, surge en 1979 y es una evolución de estas tradiciones más antiguas. Consiste en un desfile de dragones y diablos que danzan bajo la pirotecnia, interactuando de manera dinámica con el público. Es una celebración donde el fuego y la música crean una atmósfera electrizante y participativa.
Dice la historia que, si bien los diablos se remonta a siglos pasados, la idea inicial del correfoc nace en Barcelona con la voluntad de recuperar la cultura catalana en las calles al final de la transición democrática. Durante el período de la dictadura franquista, muchas costumbres autóctonas estuvieron censuradas y reducidas a su mínima expresión.
Impulso de Barcelona
Con la voluntad de rescatar las fiestas callejeras y las actividades vinculadas al asociacionismo, en 1977 se celebró en el barrio del Clot el primer desfile callejero con representaciones de diablos y pirotecnia. Y si bien en ese momento, la actividad era poco conocida y considerada extraña, empezó a despertar la curiosidad de las instituciones.
El Ayuntamiento de Barcelona decidió tomar la idea de esta asociación y en 1979 consolidó la idea organizando el primer encuentro de Dragones de Cataluña, lo que ayudó a la proliferación de esta fiesta.
Así fue el primer 'correfoc'
Después de una expedición por toda Cataluña, se reunieron una decena de dragones, algunos de los cuales habían estado olvidados o perdidos en rincones remotos de ciertos municipios catalanes. En este encuentro también se invitaron dos grupos de diablos: los del Arboç y los de Vilanova. Los dragones se ubicaron en el centro y los diablos en los extremos. Y así empezó todo.
Con la unión de todos, sólo quedaba la puesta de largo. Ese año 1979, se organizó un desfile de diablos que descendía por la calle Ferran, la emblemática vía que une el Ayuntamiento de Barcelona con las Ramblas. La euforia y el entusiasmo eran palpables, con un rastro de pólvora marcando su paso.
¿Conflicto?
La fascinación que provocaba el fuego y la escenografía móvil fue parcialmente interrumpida al encontrarse con un público singular conocido como "los peludos". Este grupo no se limitó a mirar, sino que inició un baile frenético bajo las chispas del fuego.
La Guardia Urbana estuvo a punto de intervenir, pero los organizadores pidieron que se abstuvieran. De esta manera, y sin que nadie lo imaginara, nació una de las actividades más representativas de las fiestas de la Mercè: el Correfoc. Pero también la de toda una comunidad autónoma, gracias a la reunión de las diferentes asociaciones de diablos.
Tradición extendida ¿e incomprendida?
Los correfocs es ahora un evento emblemático que atrae a participantes de todas las edades, fascinados por la combinación de tradición y modernidad en cualquier pueblo. A lo largo de los años, se ha convertido en una expresión única de la cultura catalana, donde la interacción entre los diablos, los dragones y el público crea una experiencia inolvidable.
Es una tradición respetuosa, apenas se acercan mucho al público, para que nadie resulte herido. Pero siempre hay quien tiene algo de miedo o que no la entiende. Aun así, no se puede negar que los participantes se unen en una comunión festiva única. Le pese a quien le pese.