Cataluña tiene la ventaja de tener el mar y la montaña a un paso. Así, si en verano se quiere huir del calor, uno puede ir a ambos lados. Y aunque la fama se la llevan las playas, el territorio tiene grandes rincones en la montaña que vale la pena explorar.
Los de Barcelona conocen más el Montseny o se van hacia La Muga; como los de la Cataluña central, Lleida tiene el parque natural del Cadí-Moixeró o el d’Aigüestortes; en Tarragona están los Ports y en Girona suelen acercarse a la zona de la Garrotxa. En este último parque se encuentra uno de los mayores hayedos de la comunidad autónoma, la Fageda d’en Jordà. Pero en realidad las tierras gerundenses ofrecen mucho más.
El mayor alcornoque de Cataluña
En la zona de Palafrugell, hay un área repleta de alcornoques que, además, ayuda al desarrollo de la economía local. En cambio, no es allí donde está una de las encinas más grandes de Cataluña, sino en La Selva.
Cerca de la famosa Platja d’Aro, en los límites de Santa Cristina d'Aro, está Romanyà de la Selva (Girona), un pueblo del interior con una amplia zona boscosa donde también se pueden ver encinas. Y entre ellas está alcornoque más grande de Cataluña, que tiene nombre propio, el Suro de l’Almeda.
Cómo es
Este árbol monumental representa un auténtico tesoro botánico que emerge majestuoso en el corazón del bosque, en el macizo de las Gavarres. Con una altura de 22 metros, un perímetro de tronco de 4,5 metros y una copa de 27,5 metros, las dimensiones colosales de este árbol más que centenario no dejan a nadie indiferente. De hecho, su imponente presencia hace que no sea necesario abrazarlo para captar la energía que invade este lugar. Claro que con esas dimensiones sólo se podría abrazar un poco.
El árbol en cuestión se encuentra en una zona conocida por la gran cantidad de encinas que hay. Y todas con un tamaño considerable. Tanto es así que, al sendero que lleva hacia el mítico árbol, se le conoce como la ruta de los Gigantes del Bosque. Allí se encuentran, entre otros, el alcornoque pequeño de Almeda (que de pequeño no tiene nada) y el alcornoque Chato. Pero ninguno puede competir con el Suro de l’Almeda.
Característica del árbol
La encina alcornoque (Quercus suber) también conocida como alcornoque, es una de las especies más típicas de los bosques del Mediterráneo occidental y en especial de esta zona que comprendida entre Girona capital y la costa Brava, subiendo hacia la zona de Palagrugell.
Esta especie es muy valorada por su rendimiento forestal, ya que se aprovechan tanto la corteza (el corcho propiamente dicho) como el fruto (la bellota). En las tierras del litoral, como Romanyà, se encuentra mezclada con el pino blanco y el pino piñonero.
Para qué se usa
Las aplicaciones principales del corcho incluyen la fabricación de tapones, placas de aislamiento térmico o acústico, y materiales aglomerados. Existen importantes fábricas de corcho en Sant Feliu de Guíxols, Palafrugell y Cassà de la Selva, que se han consolidado como centros neurálgicos de esta industria. Tanto es así, que una de las rotondas de entrada a esta última ciudad tiene unos tapones gigantes de cava.
Pero esta tradición de la explotación del corcho y las industrias derivadas viene de lejos. A partir del siglo XI, se convirtió en la principal actividad económica de Palafrugell, y su mecanización, hace ahora cien años, transformó una villa agrícola en una ciudad industrial.
El corcho y la modernidad
Esta industria fue tan importante que hasta causó un cambio en la sociedad de la época. Toda la zona se empezó a modernizar y a enriquecer hasta tal punto, que se convirtió en un polo de modernidad en sus costumbres y prácticas sociales.
Prueba de ello es que, en el Palafrugell de inicios del siglo XX aparecieron los primeros clubes deportivos, el Ateneu Palafrugellenc, el Casal Popular, los casinos del Centro Fraternal y el Círculo Mercantil, numerosos bares, cafés, clubes clasistas y otras sociedades recreativas.
El Suro de l'Almeda resiste
La modernización y mecanización de la industria del corcho representó la decadencia definitiva del artesanado corchero, mientras la población se enriquecía con los negocios derivados de esta industria. Zonas como Palafrugell se hicieron enormes comparados con su tamaño a finales del siglo XIX, superando los 9.000 habitantes en 1910.
De aquellos tiempos quedan numerosas fábricas de la época que todavía se pueden visitar e incluso el Suro de l’almeda, un árbol que, a pesar del boom por el corcho ha resistido al paso de los años y se ha convertido en un lugar que merece la pena visitar.
Cómo llegar
Es fácil llegar hasta allí. Desde Girona es poco más desde una hora hasta Romanyà, yendo por la C-65 y la GIV-6612. Desde Barcelona es una hora y cuarto en coche por la AP-7, tomando la salida hacia Llagostera por la C-35 y desviándose hacia Llagostera o Romanyà.
A partir de allí, sólo hay que seguir una sencilla ruta que empieza en el cementerio del pueblo. Se ha ir por la parte posterior y seguir el camino hacia el dolmen y cruzar la carretera para adentrarse al camino que lleva hasta el alcornoque.