Así es Omar, el multirreincidente implicado en los incendios de Calella

Aunque se desconoce el origen del fuego que ayer devoró un piso de la avenida de Vallroure, llama la atención que hace justo un mes este joven fue detenido junto a dos más por otro incendio que obligó a desalojar 35 pisos de un edificio de la misma localidad. 

El precedente

En este caso anterior, en el que no hubo que lamentar víctimas mortales, la causa del incendio fue una pelea entre los inquilinos del bloque y varios okupas, entre los que figuraba Omar además de algunos jóvenes extutelados. 

En el incidente, que se saldó con cuatro residentes y tres policías heridos, además de quemar el piso, los okupas agredieron a los agentes de Mossos d’Esquadra con bates de béisbol y objetos punzantes. 

El dispositivo para apagar el fuego intencionado de diciembre Cedida

Aquel suceso no sólo derivó en una llamada de socorro del alcalde, Marc Buch (Junts) a la fiscalía y la Consejería de Interior, sino que ahora ha motivado que la Unidad de Investigación de Mossos d’Esquadra investigue, con más minuciosidad si cabe, lo ocurrido este lunes. 

“Muy violento”

Según ha podido saber este medio, Omar, crecido en Calella, donde se instaló con sus padres cuando era un niño de corta edad, es uno de los 11 multirreincidentes que conforman un grupo del que forman parte también varios extutelados y que acumulan 260 detenciones en seis meses por diversos delitos. 

“Es politoxicómano y cuando necesita droga es muy violento”, lo describen fuentes conocedoras del caso, que añaden que este hombre de 38 años se ha enfrentado a consumidores de sustancias estupefacientes y camellos, pero también a la policía. De hecho, las mismas voces precisan que acumula antecedentes por delitos contra la salud pública y agresiones físicas.

Fuentes vecinales consultadas añaden que el piso incendiado y en el que fue identificado Omar durante la madrugada del lunes funcionaba como punto de venta y consumo de drogas después de que su actual inquilino, un joven también con antecedentes, se instalara hace unos meses en la vivienda de Calella tras recibirla como herencia de un familiar.  

Llegaron en 2018

Los problemas de convivencia con estos 11 multirreincidentes, que traen de cráneo a los Mossos d’Esquadra, la Policía Local y el Ayuntamiento de Calella, se remontan años atrás.

Según ha podido saber Crónica Global, los vecinos llevan padeciendo esta situación desde 2018, cuando varios jóvenes, entonces adolescentes, llegaron al municipio. De los aproximadamente 70 menores no acompañados que aquel año recalaron en Calella, 11 son “auténticos delincuentes”, denuncian. 

Cabe destacar que la gran mayoría de estos jóvenes extutelados por la Generalitat de Cataluña han logrado salir adelante, a pesar de su difícil situación, y trabajan honradamente en la localidad, destacan las mismas fuentes. Sin embargo, una docena de ellos se ha desbocado y ha puesto en jaque la seguridad del municipio.

La seguridad, una inversión

Estos últimos se han instalado en locales comerciales y pisos que han okupado tanto en Calella como en la vecina Pineda, en concreto en el barrio de Poblenou. Además, han atraído, como a Omar, a otros jóvenes de las mismas características que ellos: "personas enganchadas a la droga, que viven en pisos okupados y que han hecho de la delincuencia su modus vivendi". 

La situación, no obstante, ha empeorado desde el pasado verano. Desde entonces y hasta el mes de diciembre estos jóvenes han acumulado 260 detenciones por diversos delitos.

Se dedican, precisan las fuentes consultadas, a robar violentamente a personas mayores, arrebatándoles de un tirón cadenas y relojes. En la época estival, subrayan, la actividad del grupo fue frenética, con el robo de teléfonos móviles a los turistas que veraneaban en la localidad. Ahora, atormentan con el pillaje a las tiendas de la zona comercial de las que se llevan tantos artículos como pueden en pocos segundos. Se suma, también, la rotura de ventanillas para vaciar de objetos de valor los coches aparcados. 

Los vecinos piden a la administración que escuchen las súplicas del alcalde e invierta en seguridad, que en el caso de un pueblo turístico como Calella, "no debería ser visto como un gasto sino como una inversión".