"Mi padre murió al cuarto día": hablan los familiares de la 'residencia de los horrores' de Platja d'Aro
- Saturnino sufrió varias caídas a pesar de que su hijo Óscar pidió que lo contuvieran de noche: "Me arrepiento de ingresarlo aquí, pero no puedo echar marcha atrás"
- Rosa sacó a su madre de este polémico centro tras una semana "sin luz ni electricidad" en la habitación: "No quiero a mi madre en un aparcaabuelos"
- La dirección de la residencia Bellamar niega las graves acusaciones que gerocultores y familias lanzan sobre ella, y lo reduce todo a una "venganza"
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Pocos lamentos como el de Óscar. Tomó la siempre difícil decisión de ingresar a su padre en una residencia, obligado por un repentino deterioro cognitivo que alarmó a toda la familia. El primer centro viable que apareció en su radar fue Bellamar, en Platja d’Aro. “Hoy, puedo decir que, de haberlo sabido, nunca lo habría ingresado allí”, explica a Crónica Global.
Saturnino entró un viernes y murió el martes siguiente, al cuarto día de ingresar en la residencia de este municipio ampurdanés. La suya es una de las historias -probablemente la más trágica- que esconden las paredes de este centro de titularidad privada, salpicado por graves acusaciones de familiares y gerocultores.
Las "extrañas circunstancias" de la muerte de Saturnino
Los problemas no tardaron en llegar para Saturnino, que tenía 87 años. Si ingresó el pasado viernes 13 de octubre, el domingo 15 su familia ya recibió una llamada alertando de un primer accidente: se había caído un par de veces en una noche y sufría una fuerte contusión y dos costillas rotas que lo obligaron a ser trasladado al servicio de Urgencias del Hospital del Palamós.
La noche del martes 17, llegó la que sería la segunda y última llamada: Saturnino había fallecido, de nuevo por caerse al suelo. Lo encontraron en el cuarto de baño de su habitación de la residencia, en "extrañas circunstancias", explica Óscar, ya que él había dado permiso para que lo ataran a la cama por la noche y así evitar lo que había sucedido dos días antes -"y que nunca había pasado antes"-.
"Ellos aseguran que estaba contenido y que se desató, cosa que es imposible, ya que dicen haber utilizado el mismo método que en el Hospital de Palamós, donde no lo consiguió a pesar de intentarlo durante todo el día", explica Óscar, que reconoce su desdicha: "Lástima que saliera esta residencia y no otra. Debía ser temporal hasta que saliera plaza en alguna en Cerdanyola del Vallès, donde vive mi madre. Si hubiésemos sabido de su mala fama... Me arrepiento, pero no puedo echar marcha atrás".
Luego, la familia de Saturnino supo que las gerocultoras del centro no le dieron su medicación diaria durante varios días desde su ingreso.
Roser sacó a su madre del centro tras estar "una semana sin luz ni electricidad"
Roser sacó de la residencia Bellamar a su madre este último verano. Lo hizo al saber que Rosa, de 95 años, llevaba "una semana sin luz ni electricidad" en su habitación, y presentó una reclamación a la Generalitat a través del Ayuntamiento de Palamós, donde le reconocieron que, al ser de titularidad privada, las autoridades municipales no podían hacer gran cosa.
Esta mujer describe el centro como un "aparcabuelos", a pesar de que "todo el mundo" le había hablado bien del lugar. Pero lo cierto es que, desde que la nueva directora asumió su gestión ahora hace un año, empezó a ver "grandes fallas" y a tener frecuentes discusiones con ella.
Precisamente, el día en que Rosa dejó de tener luz en su habitación coincidió con que Roser había recriminado a la responsable del centro que retirara el teléfono inalámbrico habilitado hasta entonces para que las familias pudieran hablar con sus mayores. En este sentido, cree que aquella discusión derivó en una reprimenda contra la anciana.
Pasados unos días y movida por el "miedo", consiguió plaza para la mujer en otra residencia del pueblo. "Cuesta mucho dar el paso de meter a una persona en una residencia, es un dilema moral muy grande, y cuando te enteras de esto, te sientes culpable de todo lo que le ha pasado", en palabras de Rosa. Ahora, celebra que Roser está "estupenda".
"Esta angustia es horrorosa"
Mientras tanto, Montserrat está intentando dar de baja a su madre y apuntarla en una residencia cerca suyo. Su situación es más complicada: esta catalana reside en La Palma y tiene fuertes dolores que le complican enormemente viajar hasta Cataluña para ver a su madre, Roser.
En su caso, ha sido Marisol, una antigua gerocultora del centro, la que le ha advertido de la presunta mala praxis de la dirección. De hecho, algo que ha sabido gracias a esta auxiliar de geriatría es que su madre había sido ubicada en una habitación doble a pesar de estar pagando por una habitación individual.
"Me vine a las Canarias sabiendo que allí estaba bien cuidada, pero ahora se aprovechan de que estoy lejos y de que no tengo forma de comprobar lo que hacen con ella", lamenta Montserrat, que dice vivir con "una angustia horrorosa" por las noticias que le llegan. Un asistente social le ha informado recientemente de que se la encontró atada por el abdomen por el día cuando ella rechazó expresamente dar su permiso para ello.
La dirección de la residencia niega las acusaciones
Turnos infernales, insultos y vejaciones a empleadas, ancianos atados sin consentimiento, racionamiento desmedido de comida, ocultación de información relevante a las familias... Trabajadores y familiares de usuarios han alzado la voz para denunciar "situaciones muy graves" que aseguran que afectan a la comunidad del centro.
El sindicato CCOO ha denunciado los hechos ante los Mossos d’Esquadra e Inspección de Trabajo, y asegura que Derechos Sociales está acabando de redactar un informe sobre el caso. Se trata de un centro privado que cambió de titularidad con la jubilación de su anterior propietario; de hecho, todos coinciden en que los problemas surgieron después de que un fondo ruso asumiera su gestión en 2020.
Por su parte, la dirección lo reduce todo a los supuestos ánimos de "venganza" de una empleada por su despido, cuyos motivos considera justificados. Asimismo, rechaza la mayor parte de las acusaciones -aunque dice haber corregido algunos errores- e insiste en haber superado las inspecciones de la Generalitat.