“Me viene a la memoria el silencio”
José Moya, regente de una de las paradas de flores del emblemático paseo, recuerda cómo vivió la tarde del 17 de agosto de 2017
16 agosto, 2022 22:25El jueves 17 de agosto de 2017, José Moya abrió su parada, la número 8 de la Rambla de las Flores, como lo había venido haciendo durante los últimos 30 años. Nada hacía presagiar que aquel día cambiaría la historia de la ciudad y la suya propia. “El día empezó con normalidad, como cualquier otro”, explica el regente de la floristería mientras cobra a los clientes que se arremolinan entre los ramos de flores cuando se cumplen cinco años del atentado terrorista. “No había demasiada gente”, recuerda. Quizás por el calor abrasador, el emblemático paseo por el que diariamente transitan unas 200.000 personas, prácticamente se había vaciado de turistas.
Cuando faltaban 10 minutos para las cinco de la tarde, Moya comenzó a escuchar gritos de horror. Instantes después, una furgoneta a toda velocidad, que circulaba haciendo zigzags ramblas abajo, se llevó por delante uno de sus expositores y dejó tras de sí un rastro de muerte antes de detenerse a escasos metros de su parada, sobre el mosaico de Joan Miró. “La gente volaba por los aires”, recuerda. Después del caos, se hizo el silencio. “Nunca he vuelto a escuchar ese silencio en las Ramblas”, asegura.
Clave para la identificación de Abouyaaqoub
La cámara de la parada de José Moya --situada frente al mercado de La Boquería-- captó el momento en el que la furgoneta arrolló a los centenares de transeúntes que a aquella hora de la tarde paseaban por las Ramblas. Pero, además del horror, la cinta resultó clave para la identificación del terrorista que conducía el vehículo: Younes Abouyaaqoub. La cámara captó el momento en el que el joven, ataviado con una camiseta de rayas, huyó por el mercado. Las imágenes fueron reproducidas durante el juicio en el que fueron condenados a penas de prisión de entre 8 y 53 años Mohamed Houli Chemlal, Driss Oukabir y Said Ben Iazza, si bien el tribunal de la Audiencia Nacional rechazó atribuirles las 16 muertes y el centenar de heridos de los ataques de Barcelona y Cambrils al considerar que los autores materiales habían sido abatidos.
La mayoría de los testigos de aquel fatídico día prefieren guardar silencio. “Ya ha pasado mucho tiempo”, expresan unos, “queremos olvidarlo”, argumentan otros. Todos ellos evitan retroceder a la tarde de hace cinco años. Algunos incluso abandonaron las Ramblas. Es el caso de la florista que tenía la parada a escasos metros de la de Moya. “Fue testigo, estando embarazada, de la muerte de un joven frente a su floristería. Ese día cerró el negocio y nunca más regresó. No ha podido superarlo” expresa otro kioskero, mientras señala el hueco que dejó la ya desaparecida parada.