El encierro social provocado por el coronavirus ha convertido la comida y el acto de cocinar en una especie de “pasatiempo” común. Las fotografías y recetas de platos preparados por uno mismo están muy presentes en las redes sociales y no son pocas las personas que multiplican sus visitas diarias al frigorífico o la despensa. Y en muchas ocasiones, la elección final de qué se ingiere no es la más sana.

La pandemia de Covid-19 está disparando el consumo de alimentos y bebidas poco recomendados para la ingesta diaria. Los snacks y frutos secos reflejan un crecimiento de entre el 50% y el 80% durante el estado de alarma respecto a la misma época del año anterior, el chocolate en tableta un 70%, los refrescos un 38% y ciertas bebidas con alcohol incluso han superado el 90%, según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. ¿Quiere decir ello que la reclusión está potenciando cierta adicción a picotear y beber?

La satisfacción de comer

Jesús Román, experto en Nutrición y Dietética y miembro de la Sociedad Española de Ciencias de la Alimentación (Sedca), destaca la alimentación como “el método más fácil, más rápido y más sencillo de satisfacción de la necesidad”. Sobre todo, en un momento en el que las medidas sanitarias impiden salir a la calle como método de evasión, lo que influye en la estabilidad física y también mental.

La directora del máster de Alimentación en la actividad física y el deporte de la UOC, Anna Faig, destaca que “cuando nos sentimos tristes y ansiosos” --ya sea por “el confinamiento, el estrés, la falta de sueño” o por otras causas-- “podemos desear alimentos ricos en calorías y azúcar para tratar de levantar el ánimo”, aunque ello solo proporcione un “alivio momentáneo”. A ello se suma la “necesidad culturalmente impuesta de restringir la ingesta” de este tipo de comida, que en ocasiones tiene un efecto contraproducente: “Una prohibición permanente a veces nos lleva a un mayor deseo”, lo que puede ser interpretado como “una adicción”.

Obsesión “emocional”

El estado del cerebro juega un papel destacado en cómo y qué ingiere el ser humano. Lluís Serra, presidente de honor de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (Senc) y presidente de la Fundación para la Investigación Nutricional, destaca que estas tentaciones alimenticias crean “una adicción más mental que física” y que “la obsesión con el comer refleja una ausencia de otros aspectos” que mantengan al cerebro distraído. “Cuando uno tiene un libro interesante en las manos te olvidas del resto, cuando juegas con los niños o cuando te diviertes, igual”, destaca.

Un joven compra comida en un supermercado / EUROPA PRESS

Para los momentos en los que uno se plantee comer sin sentir hambre, los tres expertos recomiendan tener a mano “comidas saludables”, con propiedades saciantes y pocas calorías, para paliar el impulso. Los frutos secos, las aceitunas y frutas secas --todo ello en pequeñas raciones-- podrían ser una solución, así como también la fruta fresca y los productos lácteos semidesnatados o desnatados.

El consumo de alcohol se dispara

Otro punto a destacar es el tipo de líquido que se consume. Los datos oficiales muestran que las bebidas alcohólicas han sufrido un potente aumento en todas sus categorías. Desde que comenzara la reclusión social, la compra de líquidos espirituosos ha aumentado entre un 40% y un 93%, según la semana analizada. Porcentajes similares se reflejan en la cerveza --en la decimoquinta semana del año, la última analizada por el Ministerio de Alimentación, ha crecido un 86,5%-- y algo menos en el vino --73%--.

Los expertos no se muestran sorprendidos por estos números, pero sí alertan de la realidad que tras ellos se muestra: la gran cantidad de alcohol que se consume en España. Román y Serra comentan que son productos cuyo consumo mayoritario se realiza fuera del hogar --como ocurre también con los frutos secos y snacks-- y que el encierro por el coronavirus ha “trasladado” a la compra semanal. Es decir, que no se puede dar por cierto que se bebe más alcohol que antes, sino que se consume más en casa al no poder salir. Y ello se refleja en las estadísticas.

Compra masiva de alcohol en un supermercado / CG

El autocontrol, el mejor aliado

¿Cómo hacer frente a esos deseos de asaltar el frigorífico a todas horas? También en ello coinciden los tres expertos en nutrición: lo más importante es tener “disciplina” y “autocontrol”. “Un aspecto importante del comportamiento alimentario saludable es la capacidad de mantener el control sobre la dieta”, señala Bach, y ello comienza en las visitas al súper.

En este sentido, Serra destaca la compra a través de internet, una opción muy utilizada estos días y que conlleva una “planificación” sobre los productos necesitados. El Gobierno detalla el crecimiento de compras alimentarias online durante el estado de alarma entre un 80% y un 101% respecto a las mismas fechas de 2019. Román, por su parte, valora positivamente el hecho de “programar” el menú semanal, con especial hincapié en lo que se bebe. “Todo el mundo habla de cómo comer y muchos se olvidan de cómo y cuánto beber”, señala antes de recordar que cada persona debería ingerir dos litros de agua al día.