Una imagen de archivo de jóvenes haciendo botellón en las calles

Una imagen de archivo de jóvenes haciendo botellón en las calles

Vida

Barcelona gasta 743.000 euros en piruletas para 'silenciar' a los noctámbulos

El plan 'antirruido', presupuestado para cinco meses de 2017 y cinco más en 2018, no cumple las expectativas de los vecinos que tachan la campaña de “poco efectiva”

14 julio, 2017 00:00

El plan de Reducció del Soroll d’Oci Nocturn en Barcelona de Ada Colau ha costado a los contribuyentes 743.789,86 euros. Bajo ese presupuesto, el plan del ayuntamiento es encontrar la forma de conciliar la vida de ocio nocturno de los barrios más frecuentados por la noche y el descanso de los vecinos. Para ello, la Administración local ha escogido a TERSA. La empresa, una sociedad anónima constituida con capital íntegramente público, se encarga, además, de gestionar los residuos de la ciudad, de las energías renovables y la educación ambiental de terceros, así como de la realización de estudios de actividades relacionadas con el medio ambiente.

Para mejorar el confort acústico de los vecinos de las zonas muy frecuentadas a altas horas de la madrugada, como son las terrazas, las plazas, los bares y las discotecas, el ayuntamiento ha decidido callar a los fiesteros de Barcelona con piruletas. La campaña está planificada desde junio hasta octubre, esos meses en los que los turistas invaden la ciudad y los residentes disfrutan de sus vacaciones y las largas noches de verano. La misión de reducir el ruido que bares y discotecas generan al concentrar a tanta gente es difícil. Quizá por eso las asociaciones de vecinos de las zonas afectadas aseguran que la medida de repartir piruletas para que los noctámbulos tengan la boca ocupada no es muy efectiva. 

Algunas de ellas han explicado a Crónica Global que el principal problema se genera en las salidas de las discotecas. "Mientras están dentro del local no hay problema, el inconveniente surge a la salida y en especial ahora, durante los meses de verano cuando las ventanas de los pisos están abiertas por el calor". "Cuando grandes grupos de personas se acumulan en las puertas de los locales a su cierre o salen a fumar es cuando realmente aparece el problema", dicen. 

Piruletas y encuestas

El modus operandi de la piruleta es sencillo. El ayuntamiento cuenta con 42 educadores medioambientales que solicitan a los jóvenes reunidos a las puertas de las discotecas que eviten hacer ruido para no interrumpir el descanso de los vecinos. Para contribuir a ello, les regalan piruletas con el propósito de que guarden silencio al menos mientras tienen la boca ocupada. Estos 42 informadores se dividen en grupos de cuatro, que del mismo modo que hablan con los clientes de estos locales también intentan concienciar a los bares y a las discotecas que concentran a este público nocturno de la importancia de su colaboración.

El presupuesto es algo elevado para regalar piruletas, y su efectividad muy relativa. Para el ayuntamiento, se supone que el caramelo tiene un efecto silenciador en estos jóvenes durante los minutos que lo consumen, si es que finalmente lo hacen, pero ¿qué pasa una vez se ha acabado? Los trabajadores de TERSA no tienen autoridad para multar a los que superen los decibelios permitidos durante la noche y su escaso ascendente sobre los jóvenes que disfrutan de la noche puede dificultar su tarea difusora. 

Las terrazas y las plazas acostumbran a recibir la visita de los educadores acústicos hasta la una de la madrugada. Para las discotecas y los bares con licencia de apertura hasta altas horas, los trabajadores de TERSA empiezan a asomar sus chalecos reflectantes a partir de la una hasta las seis de la madrugada. 

Barrios y distritos

El ayuntamiento ha decidido focalizar la campaña en aquellos distritos o barrios en los que se sabe que el ocio nocturno es más habitual.

Los coordinadores de la noche, así los hace llamar el ayuntamiento, tienen mayor presencia en barrios como El Born, El Raval, el Gòtic y La Barceloneta, los barrios del distrito de Ciutat Vella.

Para L’Eixample, la Administración ha destinado un grupo en calles como Balmes, Aribau, Enrique Granados y Rambla Catalunya, donde los bares de copas son el preludio de la entrada a las discotecas que se apilan en esa zona de la ciudad.

Para los distritos de Gràcia y Sant Martí cuentan con ocho informadores. Para Horta-Guinardó, Nou Barris, Sant Andreu y Les Corts destinan un grupo de dos personas los fines de semana.

¿Es realmente efectivo para el descanso de los vecinos?

Pese al gasto del ayuntamiento, en algunas zonas no ha tenido un gran efecto. Los vecinos residentes de los barrios más frecuentados en la noche de Barcelona continúan con sus quejas, e incluso, tal y como ha comprobado este medio, algunos vecinos se han enfrentado a los juerguistas de las puertas de las discotecas en algunas ocasiones, de forma personal o con lanzamiento de objetos como huevos.

Un trabajo peligroso

Los contratados de TERSA también se encargan de realizar encuestas a los usuarios de los locales nocturnos para, posteriormente, informar todos los martes de cada semana de la evolución de la campaña. 

Sus jornadas laborales son de cuatro días a la semana, de lunes a jueves, o de jueves a domingo, en zonas rotativas. El plan, que ya lleva en marcha más de un mes y medio, aún no cuenta con toda la plantilla que el ayuntamiento ha presupuestado. Los contratos son de 20 horas semanales en horario nocturno con una retribución alrededor de los 500 euros al mes. 

Con un presupuesto tan elevado, 328.896 euros para 2017 y 414.893 para 2018, las matemáticas no engañan. Con una plantilla de 42 trabajadores y a razón de ese sueldo, las cuentas salen a un gasto en salarios de 105.000 euros para cada campaña, 210.000 euros en total. 

El resto 533.789 euros se destinan a la compra de piruletas.