Hay imágenes de la naturaleza que sobrecogen a cualquiera. Puede ser hasta un simple amanecer, un bosque, un río o una increíble cascada. No hace falta que sean las Victoria, Iguazú o Niágara, en Cataluña mismo hay algunas increíbles.
Una de las más espectaculares se encuentra en la provincia de Barcelona, a tan sólo hora y media de la capital catalana. Eso sí, no se la conoce como cascada, sino como salto.
La cascada
Se trata del Salt del Mir, una de las caídas de agua naturales más encantadoras y distintivas de la comarca de Osona. Además, tiene doble nombre, también recibe el nombre de "el Tombo", aunque este último es menos conocido.
La cascada, con una caída de agua de 35 metros, es especialmente impresionante después de fuertes lluvias. Su entorno, con rocas, musgo, helechos y una cueva, crea un paisaje de gran belleza.
La cueva
Son muchos los que se acercan para inspeccionar esta cavidad que permite descubrir varias sorpresas. Eso sí, no es recomendable explorar este lado cuando la cascada viene cargada de agua.
Así se puede observar con detenimiento varios restos de cal que se acumulan en la base, así como pequeños agujeros que forman una especie de olla natural provocada por el impacto de las piedras que lleva el arroyo contra las rocas de la base. De allí que se tenga que ir con precaución al adentrarse en la cueva.
Dónde está
La preciosidad de esta cascada es tal que son muchos los influencers viajeros que se acercan a grabar vídeos para ayudar a dar a conocer este rincón de Cataluña. Pero es que el Salt del Mir es sólo la guinda que puede coronar un exquisito pastel en forma de excursión.
Los amantes del senderismo saben que el camino hasta el Tombo merece mucho la pena. Arranca en el precioso municipio de Santa María de Besora. Se trata de un encantador pueblo rural que en 2018 contaba con apenas 143 habitantes. Antes de empezar la ruta uno puede darse una vuelta por sus históricas y descubrir su iglesia románica y el Castillo de Besora, que ofrece vistas espectaculares del valle desde lo alto de una colina.
Cómo llegar
Una vez hecha la visita de rigor, empieza esta ruta de apenas cuatro kilómetros, lineal y apta para toda la familia. El recorrido transcurre por prados y pastos, adentrándose luego en un sendero característico de bosque de ribera, donde predominan los sauces, olmos y chopos. A lo largo del camino, es posible descubrir tres antiguos molinos de harina que se integran perfectamente con la naturaleza circundante.
Pero antes, mejor encontrar el punto de partida. Si uno se acerca hasta el restaurante La Cabanya del Mir va a poder ver los primeros indicadores del camino. El sendero está claramente señalizado y desde el inicio hasta la cascada hay unos 30 minutos andando, aunque puede llevar más tiempo si uno se distrae a hacer fotos o repara en los molinos.
Al comenzar la caminata, se pasa junto a un cercado de caballos. El sendero desciende hasta adentrarse en un bosque de ribera, donde la vegetación y el ambiente húmedo proporcionan un refrescante respiro.
El camino cruza un puente de madera sobre el torrente del Noguer. Las marcas cuadradas en las piedras del agua indican la existencia de un antiguo puente para carruajes. A la izquierda del puente, se encuentra la esclusa que se utilizaba para canalizar el agua a los molinos harineros de la zona.
Ruta de molinos
Siguiendo el camino, se encuentran dos molinos harineros antiguos. Aunque en ruinas, estos molinos se integran perfectamente en el paisaje, envueltos en vegetación. El primer molino conserva las muelas de piedra, mientras que el segundo mantiene su estructura, aunque sin techo ni mecanismos.
Desde el último molino, unas escaleras de madera conducen a un mirador desde donde se puede ver el Salt del Mir y la riera de la Foradada. Se ha llegado al destino y ya se puede volver. Si hay aventureros con ganas de más, es posible seguir una ruta circular que pasa por la Ermita de Sant Salvador.